Leer en tiempos del podcast

Hace unos días, caminando por el parque hundido en la Ciudad de México, llegó hasta a mis oídos una conversación entre dos jóvenes, donde uno de ellos expresaba su decisión de dejar de leer libros y preferir, en su lugar, escuchar audio libros y podcast.

En lo personal, considero a estas herramientas auditivas útiles y didácticas para consolidar el aprendizaje, pero como método y como proceso cognitivo se encuentran muy lejos de la lectura.

Para leer hay que relacionar las letras (símbolos) y darles sentido (interpretar); a su vez, se requiere concentración y enfoque para mantenerse dispuesto a seguir leyendo, imaginación y creatividad para construir cada escena e idea, y también un profundo criterio para aceptar la diversidad de enfoques.

Leer amplia el horizonte de lo real y multiplica los caminos del entendimiento. Es un ejercicio que transmuta y expande nuestra experiencia de vida.

Aunque parezca un hábito solitario, leer es una forma de conectarnos con lo social. Leemos las palabras, pensamientos, contextos, cultura y las propias bases literarias de quien escribe.

Pero sí, también es una forma de estar con uno mismo, donde la soledad deja de ser un espacio de ansiedad o procastinación ( producto del sistema tecnológico-materialista en el que vivimos), y se convierte en un espacio de posibilidades infinitas.

Es pues la literatura, la que nos ayuda a entender nuestras experiencias cotidianas, nos lleva, como un puente, a encontrarnos con extensos y nuevos territorios, donde se integran las experiencias individuales y colectivas que crean nuevos sentidos.

Vivir leyendo es vivir percibiendo con nuestros ojos y con los de los demás, desde diferentes enfoques, experiencias, épocas e inteligencias. Cada libro es un paso hacia la cima de una volcán que irradia vida, y desde donde puede verse la realidad con una mayor perspectiva.

La narrativa de nuestro mundo, ya sea leída a través de la historia, el periodismo o la literatura, posibilita una infinidad de mundos paralelos, donde el animal irracional que habita en nosotros sufre una kafkiana metamorfosis y encuentra sostén racional y emocional.

También nos leemos en los libros, por eso dicen que al igual que pasa con el río, donde uno no puede bañarse dos veces en él, dado que el caudal es siempre distinto, el mismo libro aunque se lea varias veces, siempre nos dirá cosas distintas, como un espejo que va reflejando nuestras diferentes etapas de la vida.

Quien se atreve a decir entonces que leer es aburrido. Cuando quien no lee, es realmente quien vive una vida en blanco y negro.