El rayalibros: un libro soñado es un libro creado
Arthur Conan Doyle, creador del detective Sherlock Holmes y numerosas fantasmagorías, expresó alguna vez que “todo escritor que se precie habrá de elaborar para sí mismo una biblioteca imaginaria a la que recurra cuando le plazca, una biblioteca personal de los libros que habría querido escribir pero, sobre todo, de los libros que habría deseado leer y aún no se escriben o quizá no se escribirán nunca”.
Pocas obras literarias contemporáneas en las letras mexicanas pueden preciarse de tomar estas líneas como poética y declaración de principios y Biblioteca mínima (Premio Bellas Artes de Minificción Edmundo Valadés 2019) de Alejandro Arteaga (Ciudad de México, 1977) elige ese camino: un libro de libros que se interconectan mediante el uso de la cuarta de forros soñada, en un juego de invención que complacería a Jorge Luis Borges.
Biblioteca mínima dialoga en la tradición de obras como la de Borges y la del polaco Stanislav Lem, pero su lectura me ha hecho pensar en otro representante del juego literario y metaficcional: Ítalo Calvino, en especial en libros entrañables como Las ciudades invisibles. Usando también el límite como forma y estrategia, y con un sutil mecanismo de serialidad, Arteaga crea un pequeño catálogo de volúmenes posibles que existen frente a nuestros ojos en menos de una cuartilla: novelas fantásticas, políticas, de ciencia ficción, policíacas, biografías, historias del arte y otros artefactos literarios de escurridiza clasificación.
Lejos de la búsqueda del realismo crudo y documental que impregna buena parte de la novela de nuestros días, Biblioteca mínima se mira a sí misma como una librería de puertas que abren pasajes a nuevas referencias internas y entrecruzan lúdicamente a autores inventados en distintos espacios de su ceñida geografía; incluso el texto se goza en parodiar la primera novela de su autor, escrita a cuatro manos con Alfonso Nava (Sick&McFarland. Una novela pretenciosa, 2016), en uno de sus capítulos.
Otra clave en la configuración de este miniuniverso narrativo radica en la colección de portadas y fichas bibliográficas que acompañan la obra. Diseñadas por Arteaga en consulta y aprovechamiento de diversos bancos de imágenes, reflejan la ficción del libro soñado no sólo como proyecto literario, sino objeto posible, insertándolo en una realidad editorial que contiene sus propias simpatías y farsas ficcionales.
“Hallar en la memoria de la escritura una manera de experimentar lo que en la realidad resulta imposible”, dice el apócrifo reseñista sobre el posible escritor Juan Cerbero, una de las identidades autorales ficcionadas en este libro. Y eso bien pueda ser la clave de este juego: extender la literatura a su posibilidad de goce y de nostalgia, por todos esos libros que aún anhelamos encontrar y leer.
Bibliografía: Alejandro Arteaga, Biblioteca mínima, México: Secretaría de Cultura-INBAL-Instituto Sonorense de Cultura-Rhythm&Books, 2019, 79 pp.
