Placeres mundanos: Me huele a pescado
El día del burrito, el día de la cerveza, el de la empanada, del hot dog, del pretzel, del fondue, son algunos de los “día de” o efemérides que tenemos en el mes de abril, pero en México los verdaderos guleros (para los nuevos: gulero, de gula. Vayan a su red social favorita y busquen el HT #SoyGulero) sabemos que en este mes se le rinde culto, originalmente con motivos religiosos, a la exquisita y refrescante comida de mar.
La cocina mexicana está considerada Patrimonio de la Humanidad junto a la francesa, la japonesa y la mediterránea, además es una de las 3 más vastas en cuanto a ingredientes, especias y recetas típicas locales, las primeras dos son la china y la india. Combinen eso con 11,122 kilómetros de litorales, obviamente con una biodiversidad inmensa. La cantidad de platillos que resultan es infinita y los momentos de satisfacción de sus comensales también.
Es parte de la tradición religiosa de muchos, la tradición vacacional de otros (los cedemequisenses entendemos el concepto solo con mencionar a Cira la morena y a Juana la cubana y sus pescados a la talla que son parada obligatoria en cualquier viaje al puerto) y un simple placer para otros más.
Comer cocina de mar es casi una obligación en abril para los mexicanos, para “aunque sea” sentir al mar en el paladar y el olfato. Desde Baja California y Tamaulipas hasta Chiapas y Quintana Roo hay un crisol de platillos que a la mayoría nos ayuda a evocar las vacaciones.
El calor de Abril en la mayoría del país es igual pero con menos humedad que en los destinos turísticos, y particularmente este infernal 2024, así que cualquier platillo que refresque al cuerpo, a la memoria y al humor es muy bien recibido.
Tacos de pescado, aguachiles, ceviches, pescado a la talla, chilpachole de jaiba, tostadas de marlin, tacos de langosta, pan de cazón, caldo de piedra chinanteco… sí ya sé, no me griten, todos estamos babeando, yo también.
Y acompañados con una chela bien muerta nos hace sentir por segundos en la playita.
Pero que no se nos olvide que también acostumbramos a comer frutos de mar porque estamos en la recta final de la vigilia, que dice que debemos evitar las carnes rojas los viernes, y nada de qué quejarnos porque al centro del país nos damos nuestro buen gustito con la deliciosa herencia de la mera jefecita de las cocinas mexicanas: la cocina conventual.
De esas épocas coloniales sobrevive aún la tradición de las siete cazuelas. Son siete porque son 7 las casas (iglesias pues) que los devotos deben visitar conmemorando la Pasión de Cristo.
Lentejas, sopa de habas secas, nopalitos en pipián con tortitas de camarón seco, filete de pescado, que generalmente es huachinango, mojarra o trucha, y capirotada son las que no varían, pero dependiendo de la zona del país las tres restantes pueden variar entre torrejas, huachales o chicales, cabuches y bebidas que suenan raro pero son deliciosas y muy refrescantes como el agua de obiscpo, que entre betabel, lechuga, naranja, plátano y cacahuates (sí, como lo leen, cacahuates) nos deleitamos a tragos.
En abril podemos hacer gastroturismo con rutas religiosas, o de mar, océano o golfo, de interior en pueblos mágicos, las rutas que a ustedes se les ocurran.
Finalmente es la gran fiesta de primavera, religioso o no, por descanso o fiesta, y como tal, la comida es abundante y deliciosa.
Salud.. digo, Salud… DIGOOO… ¡Saludos, queridos guleros!
