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Difícil de creer: Shopping de cuarentena

Por: Sergio Sepulveda 08 Jul 2020
Esta pandemia, nos ha dado otras lecciones, clases particulares, donde la muerte ha sido la maestra
Difícil de creer: Shopping de cuarentena

¿Qué compraron los habitantes de este país durante el confinamiento? Desde videojuegos hasta polvo para hornear.

Siempre escuchamos que la vida nos da lecciones cada día, a veces aprendemos de ellas y muchas ocasiones no lo hacemos y terminamos por reprobar de nuevo alguna materia cotidiana.

Esta pandemia, nos ha dado otras lecciones, clases particulares, donde la muerte ha sido la maestra, una profesora de las perras. Yo que tengo alma y costumbres de nerd, he puesto atención y trato de aprender porque en este curso la peor calificación puede ser morir.

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Me cuido hasta donde es posible, convencido de que la ignorancia, inmadurez o indiferencia son peores enemigos que el mismo virus. Porque este bicho no te elige, este coronavirus lo transportamos todos, le damos un ride a personas y lugares.

Entre las lecciones de este diplomado llamado COVID-19, resalto una: “No se trata de acumular sino de compartir”

De acuerdo con los recursos de cada quien, la alerta nos llevó a un shopping de cuarentena. Compramos despensa, artículos necesarios y otros solo por si las moscas. Las primeras semanas alrededor del 80 por ciento de los mexicanos hicimos de nuestra vivienda un búnker, muchos obligados por el cierre de empresas y negocios. Sin duda, es un gran privilegio tener lo necesario para aguantar sin trabajar, aunque tarde o temprano todo se agota, incluida la paciencia.

Los primeros días de encierro la nostalgia me invadió porque mi familia se apartó en otro domicilio; así, los pude proteger. No obstante, me quedé solo con mi gran despensa, con mi casa solo para mí. ¡Ingenuo yo! La vida está hecha para compartirse y la despensa también, y lo superfluo también.

El sensual coronavirus y nuestra oportunidad de revivir la llama 

¿De qué sirve tener sin compartir? A mí no me sabe igual. Ni la mesa, ni la cama, ni la sopa, ni el vino, ni siquiera el polvo iluminado por el sol que se mete por la ventana para hacerte compañía. Insisto, he aprendido que no se trata de acumular sino de compartir. Claro que esta es mi opinión y respeto a quienes lo que más extrañan es gastar, acumular para sentirse acompañados aunque sea por objetos inanimados.

Algunas de las cosas más curiosas que se han vendido en esta cuarentena a través de Internet son camisetas con alguna frase o dibujo ilustrando al pinche COVID, muñecos de estambre o plástico del subsecretario López-Gatell y hasta amuletos inspirados en las estampitas que cuidan al presidente AMLO. Entre lo más vendido en México, usando plataformas digitales, en primer lugar está la comida a domicilio; en segundo, la ropa; en tercero, la despensa; en cuarto, los artículos de limpieza para el hogar y en quinto, artículos electrónicos.

En España sobresalió la venta de videojuegos, los dispositivos para tener acceso a películas y series de TV, los pegamentos en barra y las cuerdas para saltar. En Estados Unidos, lo más vendido ha sido los ingredientes necesarios para cocinar incluyendo el polvo para hornear y, por supuesto, el papel higiénico.

¿Cuándo iba a imaginar Joseph Gayetti, el inventor del papel higiénico, que su creación alcanzaría ventas tan altas 163 años después de haberlo lanzado al mercado?

Gayetti sacó a la venta paquetes de 500 hojas sueltas y humectadas para el trato delicado de las zonas involucradas. En cada hoja estaba impreso su nombre como un sello de autenticidad. Diez años después, los hermanos Edward y Clarence Scott revolucionaron el mercado al hacer el papel de baño en rollo y pocos meses más tarde el empresario Seth Wheeler aportó la perforación entre cada hoja para desprenderlas mejor. Para 1942 una empresa lanzó el primer papel higiénico con hojas dobles, por aquello de evitar que se rompieran muy fácil.

Sin contar las ventas que esta pandemia ha producido para las compañías fabricantes de papel de baño, se calcula que cada uno de nosotros consumimos 27 rollos de papel cada año, lo cual genera un tremendo gasto a nivel mundial en este artículo superando los 30 mil millones de dólares anuales.

Las compras de pánico de papel higiénico que se generaron al inicio de la pandemia respondieron a un síndrome llamado FOMO (fear of missing out o miedo a perderse algo), ese temor impulsó a la gente a comprar lo que los otros compraban, sin pensar en sus necesidades reales. Tomo este ejemplo para resaltar que la mayoría de las veces actuamos así, compramos no tanto lo que cubre nuestras necesidades sino lo que nos hace sentir que pertenecemos a un grupo.

Acumúlanos por acumular y compartimos muy poco lo más valioso, el tiempo. Ojalá hayamos aprendido algo. Difícil de creer.

 

 

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