Bikini Kill y el aquelarre punk de las rebel girls
Kathleen Hanna le dijo al Pabellón Oeste del Palacio de los Deportes: “ya no estamos en 1992…. Por suerte”.
Segundos antes, la vocalista de Bikini Kill se había referido a la cantidad de mujeres que asistieron al primero, e histórico, concierto de la agrupación originaria de Olympia, Washington en México, pero también “a las mujeres trans y las personas no binarias”.
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Ya no estamos en 1992. Entonces nuestro país no gozaba de la imparable oferta actual de conciertos. Tampoco habían nacido muchas de las mujeres que desde temprano se atrincheraron cerca de la barra para disfrutar de la actuación de la banda regiomontana Cremalleras y más tarde del cuarteto hoy conformado por Hanna, la baterista y crítica musical Tobi Vail, la bajista Kathi Wilcox y la guitarrista Sara Landeau, que sustituyó en gira al guitarrista original Billy Karren.
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En 1992, las personas no podían elegir los pronombres por las que querían ser reconocidas ni mucho menos era tan común que las bandas de rock integradas por mujeres pudieran esparcir su mensaje feminista. Aunque quedó claro este 3 de marzo, apenas unos días antes de la marcha mundial por el 8M, que ese ejemplo que Bikini Kill, con su activismo y su sonido, rindió frutos, aunque el grupo no pudo presentarse antes en México, como la misma Hanna lo dijo al micrófono.
“Siempre quise tocar en México con Bikini Kill”, expresó.
El legado de Bikini Kill quedó patente en la presencia de música de la escena mexicana punk entre el público, como la tapatía Elis Paprika o la vocalista de Bloody Benders, Taty Soberón.
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Violeta, la vocalista de Cremalleras, que en su oportunidad pronunció ante el micrófono “para nosotros es irreal estar aquí, porque Bikini Kill era nuestra banda favorita desde que teníamos 12 años”, igual que Elis y Taty, representan lo que Hanna canta en “Rebel Girl”, quizá su canción más popular: “Chica rebelde, cuando caminas, la revolución avanza”.
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Ya no estamos en 1992. Gran parte de la audiencia que aprovechaba los espacios entre canciones para lanzar consignas como “¡Morras al frente!” y “¡No se va a caer, lo vamos a tirar!”, tiene la misma edad que Hanna cuando inició Bikini Kill junto a sus compañeras.
Pero como ella misma dijo desde el escenario, en una pausa: “Puedes ser una punk toda tu vida”.
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El show de Bikini Kill duró poco más de una hora y cuarto. Se sabe que sus canciones son estridentes, rabiosas y muy cortas. En ese tiempo interpretaron 26. Serían 27, pero cuando a Tobi le tocaba interpretar “For only” se le rompió la voz y comenzó a llorar. El grupo prefirió pasar a la siguiente, “Distinct complicity”.
Tanto ella como Vail, llevaban el color rosa en la vestimenta. Esta última utilizaba unos lentes oscuros similares a los que llevaba en vida Kurt Cobain. La referencia viene a colación porque se cuenta que Kathleen Hanna, quien era muy amiga del líder de Nirvana, escribió en la pared la frase “Kurt huele a espíritu adolescente”, luego de una bestial borrachera. La razón fue que Cobain y Tobi, quienes entonces salían como pareja, solían compartir el mismo desodorante de la marca Teen Spirit.
Ya no estamos, como dijo la también vocalista de Le Tigre. Para nada. Lo sabíamos quienes, no importando si éramos hombres, mujeres o personas no asociadas al sistema binario, acudimos a la noche de Bikini Kill, el aquelarre punk de las rebel girls, a ponernos a mano con la década de los 90. Con un poco más de años, pero fuimos igual de inconformes.
Poco importa que, entre la audiencia, hubiera quien el lunes se levantaría temprano para someterse a los designios de un reloj checador y un jefe como Michael Scott. Ya lo dijeron las Bikini Kill: si una vez lo fuiste, encuentras la manera de seguir siendo punk.
