El texto prohibido del hombre que creó el sadismo y el sadomasoquismo
Un hombre con facciones delicadas, casi femeninas, que contrastaban con la posesión que sus instintos tenían sobre su cuerpo. En toda la aristocracia francesa se habló sobre sus deseos retorcidos que podía cumplir con las prostitutas y amantes, sin importar su sexo. A los 23 años se casó con Pélagie, hija de una familia noble, pero su matrimonio sólo incrementó su libido.
Se trata del Marqués de Sade, quien vivió entre 1749 y 1814, y murió en un manicomio. Su vida se caracterizó por sus excesos sexuales, que trascendieron a la historia gracias a su controversial obra escrita, que estuvo prohibida hasta 1957. Incluso su familia rechazó su nombre por varias generaciones.
Más allá de su época
Sade no tenía miedo de escribir sobre el lado más oscuro del ser humano: incesto, violaciones, violencia y pedofilia. Todo era presentado con un toque de ateísmo que provocaron que sus obras fueran destruidas y que se mantuvieran ocultas por cientos de años.
Sus textos por muchos fueron vistos como una especie de confesión, de una serie de pecados y crímenes que el autor había provocado. En realidad se trataba de un grito que demandaba la libertad política y sexual, argumentos teñidos con la imaginación única de su autor.
Constantemente desafió a su tiempo, hablaba y escribía de los impulsos naturales del ser humano, rincones que por siglos habían sido escondidos. Presentaba a la homosexualidad como una atracción normal y buscaba acabar con todas las restricciones impuestas por la iglesia.
Al ser un hombre de la aristocracia sus acciones no eran perseguidas, pero la inconformidad de su suegra hizo que las autoridades lo privaran de su libertad por el resto de su vida. La esposa de Sade siempre le perdonó sus pecados, pero su madre no, y en 1772 lo denunció a las autoridades cuando el odiado esposo huyó a Italia con su hija más joven. Sade fue capturado cinco años después y pasó el resto de su vida encerrado.
El texto maldito
La prisión lo convirtió en un férreo oponente del régimen, lo combatió con pluma al exponer las profundidades de la oscuridad sexual que le rodeaban. Los barrotes no podían encerrar a su imaginación, la materia prima para realizar su trabajo era el único obstáculo al que se enfrentaba. Un pequeño pergamino fue su salvación, hoja que nos brindó una de las novelas más controversiales de la historia: 120 días de Sodoma. Se trataba de su obra más preciada, pero un evento lo alejaría de su macabro tesoro.
El 14 de julio de 1789, un grupo de revolucionarios parisinos tomó la prisión de la Bastilla, hecho que se considera como el fin del Antiguo Régimen francés. El lugar resguardaba al Marqués, quien dedicaba su vida a escribir los textos más provocativos de la época.
Desde su celda, Sade motivó y guió a los rebeldes, razón por la cual fue transferido a otra prisión. Se separó de su pergamino y murió convencido que se había perdido durante el bullicio del asalto. El autor murió con una mentira en mente; durante el asalto los ojos de Arnoux de Saint-Maximin se centraron en una grieta de los muros de la terrible prisión, encontró el santo grial del sadismo y lo resguardó como a su propia vida.
Años después cayó en posesión de una familia francesa, quien decidió publicarlo por primera vez en 1904, la primera edición consistió en 180 copias que se convirtieron en un paradigma de la erótica. El terror del texto marcó a los que lo leyeron e inspiró a Paolo Pasolini a adaptarlo en una película, cinta controversial que fue censurada en varios países.
Más allá de la ficción
La intención de suprimir las ideas de Sade hizo que en el pergamino relatara su texto más “impuro”, se convirtió en una forma de combatir al régimen por medio de una inmersión en los deseos más profundos y escabrosos del ser humano, esos lugares que el régimen temía y buscaba aplastar. El texto narró la historia de cuatro aristócratas depravados que capturaban a 28 adolescentes de ambos sexos, a quienes torturaban hasta la muerte.
Los primeros críticos lo calificaron como “ilegible”, no por su sintaxis, sino por los temas narrados y la crueldad expresaba. Un texto casi psicótico que buscaba atestiguar todas las perversiones de su época.
No sólo fue un ataque hacia el poder, también fue una especie de confesión de su oscura vida sexual. Un testimonio de las libertades sexuales que podían tener la aristocracia de la época, que no sufría ninguna consecuencia por su posición económica y política. Testimonios cuentan que en una ocasión Sade le pidió a una prostituta que lo azotara con un látigo mientras gritaba blasfemias; mientras que un reporte de la policía relata que hizo lo propio con una mujer, a quien le derramó cera caliente en la espalda.
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