Isela Váz convirtió en poesía su sufrimiento
Brenda Isela Vázquez (Ciudad de México 1992) es licenciada en Creación Literaria (UACM) y defensora de los derechos de las personas con discapacidad. Su primer acercamiento hacia la escritura fue gracias a los scouts, cuando escribía cuentos para sus amigos sobre la mística de la naturaleza.
En cuanto a la poesía, Isela no sabía que estaba experimentando con ella. Sólo se limitaba a plasmar las emociones que le dejaban permanecer internada en un hospital, mientras era sometida a varias cirugías cuando sólo tenía 12 años.
Su objetivo como escritora y activista es visibilizar que la discapacidad no representa una limitante para gozar de la vida.
“Sigues siendo un ser humano que siente, que puede disfrutar del deseo y ser deseado, Al fin y al cabo, todos somos diferentes y únicos” afirma.
Escribías desde muy pequeña, ¿cuáles fueron tus primeros textos?
A los 5 o 6 años escribía historias. Se las contaba a mis amigos, pero tenían más que ver con la selva, con somos parte de la naturaleza.
¿Por qué empezaste a escribir en el hospital?
Pasaba mucho tiempo en el hospital, debido a las cirugías y a que no daban con mi diagnóstico. A los 12 o 13 años de edad empecé a escribir mis emociones, inconscientemente era poesía, porque no dejaban meter al hospital otra cosa que no fueran libros y cuadernos para colorear. Me la vivía en el hospital, había lapsos en los que mis papás se tenían que ir y me quedaba sola así que escribir, era la única forma que podía matar el tiempo. Me refugié en la escritura, fue mi terapia.
Isela Váz es autora de “Retrato frente a la sombra”.
¿Cuál fue el primer libro que terminaste de leer?
“El Principito”, incluso sigue siendo mi libro favorito hasta el día de hoy. Pero la primera novela larga que termine de leer fue “Las Aventuras de Tom Sawyer”, cuando apenas tenía 7 años. Eso sí, me tardé mucho porque leía como tres o cuatro páginas por día (Risas).
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¿Cómo fue la creación de “Retrato Frente a la Sombra”?
Escribir siempre una manera de liberar mis emociones después del caos que ha sido mi vida, después de pasar tanto tiempo en el hospital, entre enfermedad y dolores.
Escribir fue mi válvula de escape. Una profesora se dio cuenta de que yo escribía poesía y me sugirió estudiar Creación Literaria. Después, mis amigos escritores, quienes conocían mis escritos, siempre me animaban a realizar un libro. Así que me puse a leer todos mis poemas y me percaté de que tenían un hilo conductor: un demonio que se estaba gestando.
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¿De dónde surgen las diferentes partes del poemario?
Se divide en tres secciones. “Me sostengo en palabras” es donde la escritura y la literatura en mi vida me ayudan a ver más allá. Hace referencia a que siempre me imagino una historia en cada lugar o persona.
“La Muerte Me Besa” y “Comienzo”, ¿hablan de lo que pasa con una cirugía y el después?
Lo que sucede en un hospital no cambia, solo cambian las caras de las personas; pero las situaciones de lamentación, el arrepentimiento por lo que hiciste o lo que dejaste de hacer o lo que te falta por hacer con aquellas personas que amas, son las mismas.
Por ejemplo, desde 2018 ya no he sabido lo que es estar internada. Pero de niña era por lo menos una vez al mes.
Pero por el otro lado, fue algo impactante qur viví cuando tenía como 4 o 5 años, donde nació la idea de “La Muerte Me Besa”. A una chica de 15 años la ingresaron al hospital porque le pegaron con un balón en el brazo, lo que le ocasionó un traumatismo. Aunque pensaban que solo había sido el golpe, con el tiempo a la chica se le formó un tumor en el brazo, porque su mamá no había hecho nada por atenderla.
Retrato frente a la sombra
Hablemos de “El Arte de Curar Heridas (Kintsugi)”, hablas de tu madre, platícame sobre su proceso.
Los japoneses tienen una teoría sobre reparar las fracturas de la cerámica porque los tazones, todos los objetos, tiene una historia o es parte de algo. Vale la pena repararlo por lo que vivió, por lo que hizo. Lo reconstruyen en oro, principalmente, para el sellado, haciéndolo más valioso.
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¿Es así cómo retratarías a tu familia?
Sí, al final lo más importante es la resiliencia que hemos tenido ante diagnósticos y muchas cosas más. Parte de mi fortaleza para afrontar la vida es mi mamá, porque siempre sabe cómo llevar el timón del barco.
¿Qué te gustaría que tus lectores recordaran del poemario?
El hecho de que todos somos diferentes, todos cargamos cosas. Aunque no sea visible la discapacidad, en realidad todos estamos limitados de alguna manera. Es la diferencia que hace que funcionemos como sociedad, el hecho de ser únicos. Para mí, lo que escribo es como una estampa, tengo la capacidad de hacer que lo imagines.
