Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Velocirredactor: Filósofo de cuatro patas

Por: Arturo Flores 29 Sep 2022
Su sabiduría se expresa en silencio, pero aún más silencio se requiere de nuestra parte para entender sus perras palabras.
Velocirredactor: Filósofo de cuatro patas

De niño nunca tuve perro. De adulto y hasta hace un par de años, tampoco. Le había rehuido a la responsabilidad, pensando que no tendría tiempo para educarlo.

Falso.

Desde hace dos que mi cómplice de cuatro patas llegó a la casa, ha sido él quien se ha encargado de enseñarme cosas.

Este video te puede interesar

Me he tenido que tragar mis palabras al mismo ritmo que él lo hace con sus croquetas.

Lo primero que hizo fue desmentir aquello de que los perros viven menos que los seres humanos. Una cosa me ha quedado clara y es que él vivirá mucho más que yo, incluso si muere antes. Es más, yo cambiaría todos los años que me quedan, asumiendo que son muchos, sólo por pasar dos horas echado en su lugar.

Es imposible ponerse en los zapatos de un perro, porque de entrada ninguno tiene la necesidad de usarlos. Nosotros en cambio hemos olvidado el placer de caminar descalzos. A mis 43 años, ofrecería todos mis éxitos profesionales si me dijeran que podría pasarme el resto de la tarde tumbado sin preocupaciones.

Eso y no otra cosa es la vida, me enseñó mi sabio cubierto de pelo, que como el célebre filósofo Diógenes de Sinope cuando Alejandro Magno se le plantó enfrente y le ofreció cumplirle cualquier capricho, el muy cínico (palabra que por cierto, tiene su origen en kyon, que significa perro) le dijo que sólo quería que se hiciera a un lado, para que no le tapara el sol.

Si la naturaleza hubiera pensado que el dinero servía para maldita cosa, los perros nacerían con bolsillos.

Mi perro vivirá más tiempo que yo, porque yo me limitaré a existir. Un solo año suyo sin pagar impuestos valen más que siete de los míos cuando me quiero arrancar lo que me queda de cabello que ya no tengo cuando llega el momento de cubrir las facturas.

Y no importa cuándo nos esforcemos en humanizarlos, en pasearlos en una carreola, empotrarles un suéter cuando —pensamos— que tienen frío o abrieles una cuenta de TikTok, los benditos perros jamás imitarán nuestros actos. Nunca se convertirán en políticos ni fingirán que te quieren cuando en realidad te desprecian.

Qué absurdo me siento cuando le hablo. Ojalá de verdad nunca aprendan a hablar. Jamás una guerra ha iniciado por un ladrido malentendido y así deberíamos comunicarnos.

Velocirredactor: La navaja de Kim

Somos nosotros quienes deberíamos aperrarnos un poco cada día. Saludar a nuestras familias como si no los hubiéramos visto en 20 años, así durmamos a diario con la misma persona. A veces me aunsento 5 minutos para ir a comprar un refresco a la tienda y el perro me da la bienvenida como si él fuera Penélope y yo Odiseo, después de vagar durante dos décadas por la tierra.

Me hace reír, y yo que intento ser comediante, admiro a quienes tienen el don de romper a otro ser a punto de carcajadas.

Los perros viven más que nosotros porque nadie le pregunta a un cachorro qué quiere ser cuando crezca. El futuro es un invento nuestro, para no vivir en el presente.

¡Quién se pudiera entretener mordiendo la pata de una mesa o persiguiendo una pelota desinflada! Olernos el rabo para reconocernos y levantar la pa- ta sin pudor cuando nos lleguen las ganas de mear.

Eso sería la vida y no estrenar un Ferrari.

Qué poco necesitan los perros para vivir y cuánto sentimos nosotros que nos falta acumular antes de que nos llegue la muerte.

Hace tiempo le conté a una amiga que cuando saco pasear a mi mentor colmilludo al parque, a veces nos encontramos a una perrita a la que le falta una pata. Suele traerla con la correa una chica que al mismo tiempo pasea a otros cinco. La perrita hace la lucha por andar al mismo paso que sus colegas, ignorante de lo que los seres humanos pensaríamos es una desventaja. Ella se sabe amada al parejo de su manada, pero sobre todo, ni siquiera es consciente de su carencia. Sólo vive.

—Los perros son felices con lo que tienen— me sentenció mi amiga.

Si nos dedicáramos a observarlos más, aprenderíamos dos o traes cosas muy útiles. A mi filósofo de cuatro patas le ha costado trabajo, pero no se rinde. Es necio y obsecado.

A diario intenta educarme. Tiene toda su vida por delante para lograrlo.

¡Ay de mí si no aprendo!, porque voy a durar más, pero a vivir menos.

Te recomendamos
Foto perfil de Arturo Flores
Arturo Flores arturo.flores
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!
¿QUÉ TEMA TE INTERESA?