Olivos y panes: el secreto mejor guardado de San Miguel de Allende
Si existe un árbol con mayor simbología desde la antigüedad y en casi todas las civilizaciones es, sin duda, el olivo. Vida, paz y luz son algunos de los significados han atribuido griegos, cristianos o musulmanes a este árbol ancestral con una larga historia en México (aparece nombrado incluso en el himno nacional).
Y no es casualidad que en San Miguel de Allende, Ciudad Patrimonio Mundial por la UNESCO, encontremos un hotel boutique llamado “La casa de los olivos”. Vida, paz y luz es lo que se respira al traspasar su imponente puerta colonial, donde lo intangible se hace real para los sentidos.
“La casa de los olivos” es más que un hotel. Es un hogar de 5 habitaciones con estilo propio donde se mezcla diseño, arte y tradición, con un personal que trata al huésped con un mimo y cuidado que recuerda a la propia familia. Y el patio central abrigado por plantas y, por supuesto, olivos, invita a sentarte a leer, escribir o tomar un café como si estuvieras en tu casa.
Vida, paz y luz es lo que se siente también al entrar en esa habitación llamada Aceituna. El olor a madera antigua de los muebles, el baño en una tina con hidromasaje, y el sueño en una cama que te transporta a un estado próximo al nirvana.
Pero “La casa de los olivos” es mucho más. Uno de sus secretos mejor guardados es la terraza flanqueada por la belleza de los tejados de San Miguel, donde puedes tomar el mejor desayuno de la ciudad servido por Cumpanio, un restaurante que simboliza el legado de una familia franco-italiana que llegó a México hace más de 100 años.
Entrar en Cumpanio, del latín “con quien se comparte el pan”, es teletransportarse a otra época en la que todo se cocinaba a fuego lento. El mimo y el cuidado con el que trabajan en Cumpanio se puede saborear en cada bocado de pan, torta o platillo que sirven tanto en el hotel como en su propio local, situado a solo unos pasos de “La casa de los olivos”.
San Miguel de Allende: fiesta, arte y un fin de semana inolvidable
Como en una coctelera, en Cumpanio se mezclan las recetas tradicionales con una cocina moderna que consiguen con sus sabores únicos regalarnos recuerdos que se quedarán con nosotros para siempre. Eso sólo es posible trabajando con los mejores ingredientes, que van desde aquellos propios de granjas sanmiguelenses, hasta la mantequilla que importan desde Nueva Zelanda.
Y es que San Miguel de Allende es una fábrica de recuerdos a los que volver cuando la nostalgia nos invada: sus casas coloniales, su parroquia, el disfrute de un elote en los jardines Allende al atardecer, la belleza infinita que nos ofrece el mirador o el colorido de las tradiciones en el mercado de artesanías.
Porque San Miguel de Allende es punto de encuentro de civilizaciones, culturas y energías. “La casa de los olivos” no podría estar en otro lugar. Ni tampoco el mejor pan de México.
Un lugar para inspirarte, para encontrarte, para amarte.
