El búho no ha muerto: El “para que” de la pandemia
La primera pandemia registrada por la historia, se remonta al año 430 a.C. Se le conoce como la “Plaga de Atenas” y de ella se calcula, murió la mitad de la población del mundo. Unas 150 mil personas.
La teoría explicativa descansa en una proliferación de la Fiebre Tifoidea (Bacteria Salmonella entérica). Las condiciones de higiene de la sociedad, eran deplorables.
La extinción es parte de la evolución. Así funciona la Naturaleza.
Los hombres que quedamos, somos resultado de haber pasado innumerables obstáculos.
Erupción de volcanes.
Macrosismos.
Cambios climáticos.
Escasez de alimentos.
Acoso de animales depredadores.
Inundaciones.
Y ya después: Guerras, hambrunas… y lo más importante e invisible, bacterias y virus como base evolutiva de los seres vivos. Animales y vegetales.
El microcosmos que convive con la vida en el planeta, ha sido visto y reconocido, mas no necesariamente dominado.
Cada vez que surge una nueva forma bacteriana, los antibióticos tienen el reto de evolucionar, para atacar a nuevos micro seres vivos que se presentan con características diferentes. Es por ello qué hay muchas generaciones de penicilinas, debido a que han tenido que ser atacadas con investigaciones sucesivas.
Lo mismo con los virus, solo que ahí el reto es mayor. Para tener una idea del tamaño de un virus, éste es 100 veces menor que una bacteria y si alineas 100 mil virus, llegarás a 1mm de distancia… ¡Y con otra! Los virus no pueden ser considerados entidades con vida.
La raíz de la palabra virus, viene de veneno o de tóxico. Un virus “nace” cuando es expulsado de una molécula que intenta deshacerse de su intrusión y con ello, evitar su degradación celular. Cuando una célula expulsa a un nuevo virus, es porque enfrenta condiciones diferentes en su entorno.
Se ha dicho últimamente que la mutación viral, nada tiene que ver con el aumento demencial de ondas magnéticas en el Planeta.
¡Esto es falso!
Si algo ha cambiado en nuestra forma de vivir y el entorno que nos rodea, es justamente eso… Infinidad de impulsos eléctricos, que por la vía de ondas, aturden la vida en diferentes formas.
La contaminación electromagnética del planeta y claro, de la humanidad, es tan compleja como creciente, ya que cada día que pase, habrá menos emisiones de dióxidos de nitrógeno y carbono… y muchas más ondas radio eléctricas.
Con el paso del tiempo veremos los resultados. Por lo pronto, el coronavirus surge en la única ciudad del mundo, totalmente conectada al 5G.
Dato que nadie puede rebatir. Wuhan es el primer territorio cubierto, contemplado en un proyecto nacional de desarrollo para la China del siglo XXI.
La pandemia que azota a la humanidad, llega a naciones, gobiernos y sociedades, como una gran oportunidad.
En términos modernos, el mundo se paró para “resetearse”.
Digamos que se “desconfiguró” y operaba torpemente.
Diferencias económicas, dejaron de enfocar el horrible rostro de la pobreza extrema.
Intereses políticos, se polarizaron hasta perder comunicación. Empantanados e inoperantes. Pugnas sociales, acumularon presión.
No tengo duda; la pandemia, tan repudiada, vino a salvarnos de una nueva guerra mundial. Cuando salgamos de nuevo a la actividad.
Cuando volvamos a circular por calles y avenidas. Cuando cobre vida el barullo de ciudades y se escuche la música, resuenen las campanas y retomemos la vida cotidiana, el trabajo, la producción y la plena actividad comercial, les propongo a todos…
Por favor, ténganlo en cuenta.
¡Ya nada será igual!
La humanidad habrá cruzado el umbral de una nueva era, en la que tú y yo, no nos reconoceremos… porque habremos evolucionado.
Mientras eso llega, te aconsejo vayas haciendo planes para adaptarte a una nueva vida, en un nuevo mundo, Da prioridad a la riqueza interior y ten menos aprecio por la opulencia.
¡Esa que ha muerto, luego de haber probado su insultante inutilidad!
