Cuba: ¿La nueva Revolución?
No habíamos visto que sucediera en Cuba, pero el hartazgo social sumado a la exposición de las redes sociales lo hicieron posible: las protestas llegaron para no irse.
El 11 de julio se vieron unas imágenes inéditas en Cuba, miles de personas se manifestaban en las calles al grito de: “¡Libertad!” Ese era el coro que repetían una y otra vez, “¡libertad!, ¡libertad! ¡libertad!”.
Pese a que este tipo de manifestaciones se han vuelto muy comunes en Latinoamérica, de Argentina a Colombia, de Chile a Puerto Rico, nunca se habían visto en el país caribeño, principalmente porque el régimen cubano es poco abierto al diálogo. Sin embargo, la crisis por la Covid, las restricciones de viajes, que han casi desaparecido los ingresos por el turismo, la principal fuente de recursos del país, sacaron a la gente a la calle.
Los manifestantes pedían comida y medicinas, principalmente, además de ser vacunados, algo paradójico ya que el régimen asegura tener ya listas cuando menos tres vacunas desarrolladas por ellos mismos. Los manifestantes también pedían algo que otras generaciones daban por casi im- posible con un poco más de resignación, libertad de expresión, y cambios políticos que mejoren sus condiciones de vida.
Las imágenes le dieron la vuelta al mundo, principalmente, porque las transmitían en vivo a través de internet, ya sea grabando pequeños videos o por Facebook Live. Fue así que otros cubanos se enteraron que había manifestaciones en San Antonio de los Baños, al suroeste de La Habana, por lo que pronto se alistaron también a salir.
El presidente Miguel Díaz-Canel, convocó a los seguidores del régimen a salir a las calles a “enfrentar” a lo que él mismo calificó como “in- filtrados de la CIA”. Sin embargo las protestas lejos de detenerse, continuaron, aunque la represión también aumentó.
El rapero detenido
En realidad, las protestas del 11 de julio se venían gestando desde hacía ya tiempo. El viernes 27 de noviembre de 2020, en plena pandemia, las puertas del Ministerio de Cultura de Cuba amanecieron rodeadas por un centenar de jóvenes que pedían ser atendidos por el ministro de Cultura. La razón era que estaban contra el llamado decreto 349, una ley que, en pocas palabras, permite al Estado censurar cualquier manifestación artística que se dé en domicilios particulares, ya que estos han comenzado a crearse en las márgenes de los recintos institucionales. Es decir, para hacer cualquier evento artístico cultural, debe de darse aviso a las autoridades y un “inspector” decide si se otorga o no.
Uno de los activistas más importantes es el rapero Denis Solís, quien el 9 noviembre de 2020, hizo un “en vivo” en redes sociales cuando un oficial de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en La Habana Vieja, entraba a la fuerza en sus domicilio. El músico le decía que necesitaba una orden judicial para poder entrar a su casa. Pese a la flagrante ilegalidad, fue detenido y acusado de “desacato” a la autoridad, condenándolo a 8 meses de prisión y mandando a cumplir su condena al centro penitenciario de máxima seguridad.
El llamado Movimiento San Isidro, un grupo de activistas que critican al régimen, comenzó a hacer sentadas, huelgas de hambre y mandar cartas a diversos organismos para pedir la liberación de su compañero, ya que Solís, era parte de ellos.
La miseria
Pese a la buena prensa que hay entre cierto grupo de la población, la verdad es que la vida en Cuba está lejos de ser idílica. Comenta Odette Alonso, poeta cubana radicada en México: “La vida cotidiana en Cuba es un infierno… Podría hablarte de la escasez de productos de higiene ( jabón, detergente, shampoo, papel sanitario, desinfectantes) que ha llevado a una epidemia nacional de sarna (alterna al Covid) de la que no hablan los noticieros. Podría hablarte de la escasez de medicinas, decirte que tengo que mandarle a mi mamá (desde siempre y más en los últimos tiempos) desde ibuprofeno o paracetamol, hasta productos más especializados”.
Lo mismo advierte José M. Fernández Pequeño, escritor cubano radicado en República Dominicana: “La vida de la ciudadanía en la Isla está marcada no solo por terribles carencias, sino también por una movilidad social escasísima. Hoy es igual a ayer y mañana será lo mismo que hoy: hacer colas o escarbar en el mercado negro para sobrevivir”.
Amir Valle, escritor cubano radicado en Alemania, comenta sobre la salud en la isla: “Si tienes la mala suerte de enfermar, o que te atrape el Covid en estos tiempos, irás a un hospital al cual deberás llevar todo lo que necesitas, desde las sábanas para la cama, hasta el papel sanitario, pues la depauperación del sistema de salud cubano es un hecho que el mismísimo Raúl Castro reconoció en 2015”.
Pero esta situación solo empeoró el año pasado, como comenta Roger Vilar, escritor cubano radicado en México: “El coronavirus fue el terremoto. Cuba, que dependía en gran medida del turismo internacional, tuvo que reducir la entrada de extranjeros al mínimo. El dinero que circulaba gracias a la nueva economía privada también debido al coronavirus se redujo drásticamente. Vino otra vez el hambre y ya no estaba Fidel Castro, que siempre tuvo gran carisma.
Ya están muertos los principales líderes guerrilleros o demasiado viejos para defender la revolución que hicieron. Los que se lanzaron a las calles lo hicieron por hambre y porque es una generación postcastrista”.
No hay optimismo
Pero, qué podemos esperar de estas manifestaciones, porque parece ser que Cuba ya no puede regresar al momento anterior, ni Fidel está ya ni el régimen puede ser refractario a las demandas de los ciudadanos.
Roger Vidal apunta: “Parte de la retórica revolucionaria y de guerrillas no emociona ni compromete a los cubanos de 20 a 30 años. Ellos no vivieron la gloria de la una revolución triunfante, sufrieron la decadencia de una revolución que ya no lo era y solo trajo sobre ellos pobreza. Es algo parecido a la decadencia del Partido Revolución Institucional (PRI) surge, mal que bien, de la Revolución Mexicana, pero la corrupción eliminó los primeros ideales”.
Amir Valle agrega: “Si las protestas se aplacan ahora, ya nuestro pueblo habrá ganado ese inmenso lugar de libertad que es saber exigir a un gobernante que tiene la obligación de hacer bien las cosas o se tiene que ir. El gobierno, ni si- quiera a mediano plazo, está en capacidad de resolver los graves problemas que provocaron el estallido y por muchas curas que le ponga ahora a la herida para calmar a la gente, veremos nuevas explosiones de este tipo en el futuro”.
Sin embargo, Fernández Pequeño no es tan optimista: “La negativa de la dirección política, encabezada por el partido comunista, a reconocer y dialogar con oposición alguna, así como la indiferencia de la comunidad internacional, pue- den hacer que este conflicto desemboque en baño de sangre. Eso es lo único que me atemoriza”.
Para Odette Alonso, a la pregunta de cómo ve el futuro de su país dice: “Negro. Creo que tendrán que pasar muchas cosas, y no buenas, antes de que pueda haber un cambio sustancial que favorezca a la gente de a pie. Mientras, seguirán las persecuciones, la represión, el miedo, el hambre… ¡Ojalá me equivoque!”
Para finales de julio, el presidente del Tribunal Supremo Popular, Rubén Remigio Ferro, informó que había un total de 59 cubanos enjuiciados por participar en las diversas manifestaciones, aunque de acuerdo con una lista, publicada en Twitter por agrupaciones cubanas como el 27N y medios como Periodismo de Barrio, más de 600 personas fueron detenidas. Tal parece que las manifestaciones serán ya un fenómeno recurrente en la isla Cuba.
