“La diagonal Alekhine”, reseña de una novela sobre ajedrez
La mística del ajedrez cobra fuerza desde su origen, a partir el desconocimiento exacto de quién o dónde se inventó con exactitud, cuyo vestigio más popular, cuasi ficción, es aquella leyenda de los dieciocho trillones de granos de trigo que el rey Sheram le debía a Sissa por la ingenuidad de no creer en las vastas posibilidades de las sesenta y cuatro casillas del tablero.
El ajedrez como inspiración
Conforme pasó el tiempo y el juego evolucionó y tomó su forma moderna, comenzaron a emerger nombres dignos de historias inverosímiles, desde Paul Morphy, el “orgullo y la tristeza del ajedrez”, uno de los más destacados ajedrecistas de todos los tiempos, quien tras haber vencido a los mejores de su época, a finales de 1859, simplemente se retiró sin dar mayor explicación que dedicarse a su carrera como abogado, la cual fracasó. O el mexicano Carlos Torre Repetto, quien para muchos estaba destinado a convertirse en campeón del mundo pero a los veintiún años abandonó las competiciones profesionales, decisión que se especula a dos teorías: una decepción amorosa o un boicot norteamericano tras su paso por la ex Unión Soviética.
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La lista es larga y así como Walter Tevis en su novela “Gambito de Dama” crea a una jugadora, Beth Harmon, cuya personalidad compleja, obsesiva y adictiva engancha al lector, podríamos no necesitar de ejercicios de inventiva sino simplemente sacar a la luz la historia de ciertos individuos intensos, contradictorios y en el límite de los excesos físicos y psicológicos y colocarlos en su contexto, para tener una novela que bien narrada podría ser extraordinaria.
“La diagonal Alekhine”, de Arthur Larrue.
Arthur Larrue y el juego ciencia
Al menos así lo hace el escritor francés Arthur Larrue en “La diagonal Alekhine” con uno de los ajedrecistas que ha sido estudiado por los amantes del juego-ciencia en su condición de campeón del mundo, el ruso nacionalizado francés, Alexánder Alekhine, sin embargo su vida hasta hoy no tenía el trazo de una pluma que, haciendo uso de la ficción, recrea los años posteriores a su triunfo contra el cubano Raúl Capablanca, el exilio de su patria y la manipulación de la que fue víctima por el régimen nazi, quien le orilló a tomar posicionamientos antisemitas bajo la creencia de que estaba destinado a formar parte de la creación de una gran escuela alemana de ajedrez, ignorando que formaba parte del maquiavélico plan de adoctrinamiento y genocidio; situación que derivó en el abandono de su esposa y el desprecio del mundo ajedrecístico, terminando aislado y perseguido en Portugal donde muere en circunstancias misteriosas.
“La diagonal Alekhine” y el jaque mate
La obra no utiliza el cliché del ajedrecista que poco a poco va perdiendo la razón por las exigencias mentales del juego para desarrollar al personaje y mantener la tensión, es a través de escenas bien escritas y diálogos ágiles que el autor dibuja los escenarios y acciones que atrapan o cimbran, como aquella en la que el joven Dov y Przpiórka, ambos judíos, son detenidos por los Feldgendarmen mientras desarrollan una partida de ajedrez. Camino al matadero, es tanta la pasión que la continúan a ciegas: “Nosotros tampoco necesitamos los ojos. Había jugado Te7. Dov intentó hablar. Tartamudeaba. Sí, lo que da un gran vuelco a la partida. ¿La has memorizado bien? Sí. Bueno, entonces vayamos adonde estos señores quieren ir y prosigámosla allí.”
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“La diagonal Alekhine” es una reconstrucción histórica no sólo del cuarto campeón del mundo, un personaje descrito como inmoral, egoísta, alcohólico e iracundo, es además la radiografía de una Europa en guerra, persecuciones, abandono y sobre cómo sobre el tablero se juega más que el jaque mate.
