Federico Uribe, viene a masacrARTE
Un artista colombiano utiliza las mismas balas que servirían para matar animales en su resurrección simbólica. También ha creado un arrecife de plástico para que entiendas cómo nos estamos comiendo nuestros desechos.
Luego de sufrir una fuerte depresión que lo obligó a reinventarse en 1996, el artista colombiano radicado en Miami Federico Uribe, pasó de practicar la pintura a convertirse en artista plástico.
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Jamás dudó sobre dedicarse enteramente al arte, cuenta en entrevista telefónica: “nunca intenté hacer otra cosa, nunca trabajé haciendo nada que no fuera arte. Soy esto, no es que tuviera otra opción o atravesara por un proceso.Esto es la vida”. Añade: “Fui a la escuela de arte en Colombia (Universidad de los Andes) y en Florida hice una especialización en pintura que no me sirvió, porque al final no pinto (risas)”. Lo suyo, de acuerdo con su biografía oficial, es la técnica de “armado”. Es decir, construye sus propios universos a partir de manipular objetos como balas, lápices, libros, muletas de madera, objetos plásticos, cables y cintas para zapatos, entre otras cosas.
Ráfaga de ideas
En 1988, Uribe abandonó su país natal para continuar su educación en Nueva York, bajo la supervisión del artista alemán Luis Camnitzer, profesor de la Universidad Estatal. Así comenzó un largo periplo que también lo llevaría a recorrer Cuba, México, Rusia y Reino Unido.
En la búsqueda de un estilo y un mensaje propios, el colombiano comenzó a interesarse en las balas como materia prima. En su obra se mezcla un mensaje político con uno emocional.
“Uno, como artista, busca trabajar cosas que nadie más ha hecho; en este caso, hice arte a partir de un material que nadie había utilizado”.
Mientras radicaba en Florida, donde se practica continuamente la caza deportiva, le tocó enterarse que hasta 350 osos mueren bajo las armas de los cazadores, de manera que a él le llamó la atención utilizar esos miles de “disparos” para resucitar de una forma metafórica a los cientos de víctimas. Uribe sostiene que su objetivo no es cambiar la forma de pensar de la sociedad, pero sí fomentar cuando menos la reflexión entre sus espectadores.
“Mi creación con balas no es dramática. Los objetos son lindos y yo trabajo con el propósito de mostrar belleza, sin enseñarle nada a nadie. Intento que estas esculturas extraigan un ‘¡qué bonito!’ de las personas y que luego venga la reflexión acerca de la guerra, la caza y las matanzas. Soy colombiano y crecí en un país en guerra. Mi planteamiento artístico siempre ha sido el de la muerte de los inocentes en medio de los conflictos”.
Entre quienes reconoce como influencias, sobresalen Caravaggio, Miguel Ángel y Botticelli. Federico Uribe es un hombre que abreva mucho más de los libros que de las artes contemporáneas. Sin temor a ser criticado, se reconoce un ignorante de las mismas.
“Los artistas siempre terminan pareciéndose a lo que ven. Pero una de las razones por las que soy competitivo es porque yo no me parezco a los demás. No los conozco y si no los conozco, no los pienso. Me educo en otros lugares”, afirma.
La basura y tesoro
Los materiales poco convencionales y la reflexión son la materia prima de Uribe. Antes escarbaba en los deshechos en busca de inspiración, ahora ellos llegan a la puerta de su casa.
“Recibo cualquier tipo de basura que me puedan traer las personas, la única condición es que me regalen muchas cosas de lo mismo y con eso empiezo a trabajar”.
Del otro lado de la línea telefónica, se escucha cómo retuerce una botella de plástico con la que forma una de sus próximas esculturas. “Siempre estoy ocupado”, indica.
En un mundo en el que los humanos tiramos ocho toneladas de basura plástica al mar cada año, Federico Uribe expone actualmente —y durante todo el mes de noviembre— en la Bienal de Venecia su obra “Arrecifes de Plástico”. La instalación recrea en el espectador la experiencia de explorar las profundidades del océano, acompañada del paisaje sonoro creado por el productor e ingeniero brasileño Álvaro Alentar, en colaboración con el compositor chileno Sebastian Selam.
Fue construida a partir de grandes cantidades de basura que sus amigos le proveyeron. Pero eso fue sólo el punto de partida de un cuestionamiento: ¿has pensado que la basura que se tira en los océanos termina en tu boca?
Por increíble que parezca —plantea el artista— ensuciar el mar representa una acción autodestructiva para los seres humanos, ya los peces de los que nos alimentamos devoran estos desperdicios, que después terminan en nuestro sistema digestivo. Cada vez que comemos mariscos, nos alimentamos también de popotes, bolsas y hasta preservativos.
“No es una exposición con fines comerciales. La hice porque me preocupa la intoxicación del mar y que la gente me haya escuchado resulta conmovedor”.
Trump, próxima víctima
Como residente de Estados Unidos, comparte la preocupación de los latinos ante las violentas políticas migratorias del presidente Donald Trump. Por ello, entre sus próximos proyectos contempla la idea de construir una instalación a base de maletas —el símbolo de la migración—, que servirán como material para recrear casas, autos y muebles, como acto de protesta.
“Desde que este hijo de puta dirige el gobierno, el tema nos compromete a todos quienes vivimos en este país. No puedes evitarlo, porque lo vives a diario. Ignoro cuándo pueda estar lista la obra, lo que me preocupa es el presente. El futuro es hoy”.
México en la mira
Con 25 años de trayectoria tras de sí, Federico Uribe ha expuesto en Galerías Adelson de Nueva York y Boston; en el Museo Río Hudson y en el Chelsea Art Museum de Nueva York; y en Galería Joan Guaita, de Palma de Mallorca; Galería Adriana Schmidt, de Alemania; y en la Galería Ángel Romero, de Miami.
Su trabajo puede apreciarse actualmente en dos habitaciones del histórico Palazo Bembo, frente al Gran Canal y el Puente de Rialto y espera muy pronto concretar su primera exhibición en México.
Federicouribe.com
