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METALLICA: TODO QUEDA ENTRE FAMILIA

Por: Jafet Gallardo 31 May 2018
EN LA PRIMERA DE SUS TRES ACTUACIONES EN EL FORO SOL, JAMES HETFIELD DEJÓ EN CLARO CUÁNTO NOS QUIERE LA BANDA.
METALLICA: TODO QUEDA ENTRE FAMILIA

EN LA PRIMERA DE SUS TRES ACTUACIONES EN EL FORO SOL, JAMES HETFIELD DEJÓ EN CLARO CUÁNTO NOS QUIERE LA BANDA.

 

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POR ARTURO J. FLORES

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FOTOGRAFÍAS DE CHINO LEMUS / CORTESÍA DE OCESA

A lo mejor James Hetfield no se refería a eso. Pero a mí Donald Trump me hace pensar que algunos le responden sus mensajes de odio, quizá hasta cuando no lo hacen. Por ejemplo, durante el primero de tres conciertos de Metallica en el Foro Sol, en el momento en que James Hetfield pronuncia ante el micrófono: “No me importa cómo luzcas, de dónde vengas ni lo que traigas puesto, esta noche formas parte de la familia Metallica y te amamos”.

Inevitablemente me viene a la cabeza el presidente del país de donde proviene este grupo, el que quiere construir un muro como si en ello se le fuera vida. Al que no le importa de donde vengas ni qué tengas puesto, porque igual te detesta.

James remata: “Para Metallica, México es como un segundo hogar”.

Podría no importar qué nos pusimos de ropa, pero varios elegimos una camiseta con algún diseño alusivo a la banda. Algunos lucen prendas originales; otros, de la piratería que se vende afuera del recinto. En el documental “Orgullo, Pasión y Gloria”, que registra las actuaciones de Metallica en el mismo foro en 2009, Hetfield deja en claro que no le incomoda que usemos camisetas oficiales o no, siempre y cuando tengamos bien presente el nombre de su marca.

Y lo tenemos, no cabe duda.

Porque tres conciertos casi sold out en el Foro Sol no son poca cosa. Y digo “casi” porque a la mitad de su actuación se anuncia en las pantallas que a partir de este jueves se liberarán algunas localidades para los otros dos. Para que nadie se quede con las ganas de escuchar más de dos horas de esa potencia tan característica del cuarteto. También, porque temprano entendieron que para mantenerse vigentes hay que conectar con los más jóvenes, en las pantallas se da cuenta de una app que permite observar en la comodidad de su teléfono celular a los músicos antes de que salgan al escenario, cuando están calentando las articulaciones.

Metallica no ofrece sorpresas. Ya todos sabríamos lo que sucedería porque tienen más de 30 años haciéndolo.

El concierto arrancaría con la proyección de una escena de “El bueno, el malo y el feo” con la música de “The ecstasy of gold” de Ennio Morricone de fondo. Entonces todos sabíamos que era el momento de gritar como desaforados. De levantar el brazo haciendo la seña de los cuernos.

Bastante caliente nos había dejado el corazón Iggy Pop con su descarga inclemente de hits: “I wanna be your dog”, “The passenger”, “Sixteen”, “Lust for life” y su arrastrarse como gusano por el suelo o lanzarse al público para dejarse adorar.

Anticipábamos que si Metallica tocaba clásicos como “For whom the bell tolls”, “Welcome home (Sanitaruim)”, “The four Horsemen” o “Fade to black”, se armaría el slam. Volarían cervezas. Chocarían los cuerpos.

Habría un momento para las llamas, como cuando “Moth into flame”, recién sacada del nuevo álbum “Hardwired… To Self-Destruct”. Si bien aún la gente no se aprende las letras, las nuevas canciones de Metallica fueron bien recibidas. Sus riffs adormecieron a esa bestia que todo buen fanático del grupo lleva dentro y se había visto agredida por discos anteriores, específicamente “St. Anger”, de quien ya nadie, incluidos sus autores, quieren acordarse.

Sabíamos que cuando llegara el turno de “The memory remains” el coro del Foro Sol sería apoteósico. Entre todos intentamos seguir la melodía que Marianne Faithful imprime a la grabación en estudio.

Y que con “One” el doble bombo de Lars sería recibido con el entusiasmo de un viejo amigo a quien siempre da gusto saludar, aunque se pase muy de vez en cuando por la casa.

Metallica sabe quién le ha permitido mantenerse vigente y lo agradece. Por eso no se fija en que los niños traigan puestas camisetas piratas que les quedan enormes, sino en la posibilidad de que crecerán con el gusto por su música heredado prácticamente desde la cuna. Porque muchos asisten de la mano de su padre. Ya calvo o entrado en canas, algún día será ese pequeño el que le compre las entradas al viejo.

Tampoco nos sorprende que el grupo le obsequie algún caramelo a sus fans más exigentes, los que ya bostezan cuando suenen los hits. Para ellos “Fight fire with fire” es un bálsamo tan refrescante como los litros de cerveza que durante más dos horas se han consumido.

Sabíamos que cerrarían con “Enter sandman” y que no faltarían los que dijeran: “les falto esta u otra”.

Metallica ya no sorprende. Apuesta a lo seguro para fortalecer su propia leyenda. No existe más escenografía que la imagen amplificada de sus componentes. En las pantallas descomunales se proyectan durante todo el espectáculo las figuras de Kir, Rob, Lars y James, porque eso será lo que esta multitud se lleve capturado en sus teléfonos y comparta en las redes sociales.

Eso es lo que la mantiene viva.

Por eso no importa nuestro origen o lo que traigamos puesto, si hemos contribuido a que Metallica sea un referente del metal, entonces ya somos familia.

Yo quiero seguir pensando que en el fondo, Hetfield quizá lo dijo por Trump.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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