Bruce Dickinson: el Proyecto Mandrake sacudió a México
Al poema de Jaime Sabines se le podrían cambiar las palabras “los amorosos” por “los metaleros”, pienso mientras nos acercamos al Pepsi Center, para atestiguar el primer concierto de Bruce Dickinson como solista en México.
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“Los metaleros se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida”, habría escrito el vate chiapaneco si, como nosotros, hubiera reproducido incesantemente el disco “The Mandrake Project”, que el cantante británico estrenó hace apenas unas semanas, con cómic incluido, para aprenderse la decena de tracks antes de escucharlos en vivo.
Foto: OCESA/César Vicuña
Nos estacionamos, una hora antes de que el vocalista de Iron Maiden suba a un escenario mexicano para no interpretar “The Trooper” o “Fear of the Dark”, sino a contarnos una historia que plantea la forma de resucitar el alma humana a través de la ciencia y la tecnología.
Bruce: muchos menos que en Madonna e Interpol
Caminamos un sábado por la tarde por la calle que desemboca al World Trade Center y de otros autos se apean otros tipos que igual que nosotros, llevan camisetas negras con estampados de cráneos, demonios y tipografías ininteligibles.
A la escena del metal la caracteriza una sensación de hermandad. Entre nosotros no nos dirigimos la palabra, pero nos sonreímos de dientes para adentro. Nos complace saber que, sin conocernos, nos reconocemos como parte de una misma armada. Somos muchos menos de los que verán al mismo tiempo a Interpol en el Zócalo, y apenas un pellizco de quienes disfrutarán de los cinco conciertos de Madonna en el Palacio de los Deportes.
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Demons My Friends, la banda abridora
Henos aquí. Con una Jabalí de 100 pesos en las manos (se agradece que el venue ya cuenta con una IPA decente de draft) viendo la última canción de los abridores. Demons My Friends es una agrupación mexicana, aunque afincada en Austin, que entrega un stoner de buena manufactura. Sus integrantes cumplen a cabalidad la tarea siempre complicada de abrir un concierto. Porque hay quienes, entre la audiencia, llegan tarde al recinto, se concentran más en el celular que en lo que sucede sobre el escenario o prefieren charlar con sus vecinos en vez de conocer algo de música nueva.
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A las 9 en punto un espadachín de esgrima, maestro cervecero y piloto de avión con voz de tenor aparece en medio de sus músicos para cantar “Accident of birth”. No es el primero concierto de la gira, antes Bruce ya cantó en California y Guadalajara, pero se nota que aún no se acostumbra a hacerlo en un escenario pequeño.
Habituado como está a correr sin parar en estadios y arenas, aun con sus 65 años, se le nota contenido, algo atrapado en la posibilidad de chocar con sus compañeros. Pese a ello, se las arregla para contagiarnos su energía.
Las lágrimas del dragón
Luego de “Abduction” y “Laughing in the Hiding Bush”, viene “Afterglow of Ragnarok”, que para la mayoría es mucho más familiar y se puede corear.
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El grupo de Dickinson está integrado por los guitarristas Philip Naslund y Chris Declercq, Dave Moreno, el tecladista Mistheria y la bajista Tanya O’Callaghan. Se les notan las horas de ensayo y la buena química que generan junto con el cantante, que cobijado por su grupo, se puede desenvolver con la teatralidad que lo caracteriza.
Foto: OCESA/César Vicuña
“Chemical Wedding” y “Many doors to Hell” anteceden al momento más emotivo de la noche. Sucede la explosión sonora de “Tears of the Dragon”, el segundo sencillo del disco “Balls of Picasso”, lanzado 20 años atrás, en 1994. No somos dragones, pero los ojos también se nos quieren transformar en agua.
20 de noviembre: volveremos a vernos
Dickinson no se cambia continuamente de ropa, como sucede en los conciertos de Maiden. No hay pantallas en los lados, solo una proyección estática de las iniciales del Proyecto Mandrake. Pero la media de edad de los asistentes encierra una ventaja: hay muchos menos celulares en todo lo alto, grabando el concierto, y con ello aumenta la posibilidad de disfrutarlo con más tranquilidad. Además, el venir posee un sonido potente y el setlist ha sido bien curado, desde que abre hasta que cierra con sus tres encores: “Navigate the Seas of the Sun”, “Book of Thel” y “The Tower”.
¡Vivan los héroes que nos dieron cerveza artesanal!
Cuando se encienden las luces, nos tallamos los ojos y le damos el último trago a la cerveza. Marchamos hacia la salida como vampiros de vuelta a la sepultura. El 20 de noviembre de este año algunos tenemos una nueva cita con Bruce Dickinson. Ya no con The Mandrake Project, sino con Iron Maiden y la gira Days of the Future Past en el Foro Sol.
¿Suena a que es demasiado? El Sabines headbanger que imagino hubiera escrito: “los amorosos, ejem, los metaleros son los insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos”.
