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FEMINISMO, SEXUALIDAD E IDEALES: EL ENCUENTRO DE LA LIBERTAD

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Feminismo, sexualidad e ideales: el encuentro de la libertad Entrevista a María Riot Por Jaime Garba @jaimegarba Hace unas semanas […]
FEMINISMO, SEXUALIDAD E IDEALES: EL ENCUENTRO DE LA LIBERTAD

Feminismo, sexualidad e ideales: el encuentro de la libertad

Entrevista a María Riot

Por Jaime Garba

@jaimegarba

FEMINISMO, SEXUALIDAD E IDEALES: EL ENCUENTRO DE LA LIBERTAD 0

Gonzalo Resti

Hace unas semanas recibí la notificación en Twitter de que alguien me acababa de seguir, usualmente no reparo en quién lo hace pero la foto de portada y el nombre en letras minúsculas proyectado en mi celular me hicieron acercar la mirada para corroborar que no estaba soñando: era María Riot. Cuando lo conté a mis amigos no entendieron el gusto, pero varias amigas involucradas en el movimiento feminista y en la defensoría de los derechos de la mujer compartieron mi júbilo, y no es para menos, porque Riot es reconocida como una gran activista feminista y de los animales; milita a favor de las trabajadoras sexuales y el justo reconocimiento legal y social de sus derechos, así como del derrumbe de atavismos que se han repetido generacionalmente y han intentado vulnerar la posición de la mujer en el mundo. Causas nada sencillas pero que junto a otras valientes mujeres asume con gran responsabilidad.

Nacida en Buenos Aires en 1991, María Riot divide su tiempo entre su activismo social (forma parte de dos asociaciones: Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina y de Animal Libre Argentina, su trabajo sexual (también es actriz de cine porno feminista y hace sesiones de Webcam). Riot sabe bien lo que hace y para qué lo hace, su discurso es elocuente y poderoso, necesario de escuchar y ser divulgado, sobre todo para romper mitos y tergiversaciones, es por eso que en esta charla exclusiva para Playboy México nos comparte sus perspectivas sobre distintos tópicos, donde además recomienda libros para entender más a fondo temas que desafortunadamente para algunos círculos siguen siendo tabús.

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Foto: Gonzalo Resti / Smashing Films

J.G. ¿En qué momento y por qué decidiste dedicarte a lo que haces?

M.R. En mi adolescencia ya me interesaba mucho todo lo que tenía que ver con la sexualidad. El punk con relación al feminismo del riot grrrl que reivindicaba el uso del cuerpo como una quisiera y la autonomía; entrevistas a Sasha Grey, sesiones de fotos eróticas que veía en revistas y las escenas de sexo de las películas me hicieron dar cuenta de que era algo que me movía mucho personalmente.

J.G. Tu incursión en el trabajo sexual proyecta fuertes ideales, los cuales rompen con la terriblemente equívoca idea de la mujer como “producto”, como algo que se puede comprar. ¿Cómo fue tu acercamiento a este sentido intelectual y al descubrimiento de un discurso en el trabajo sexual?

M.R. Recién a los 18 encontrando páginas de feministas que además vendían videos, descubrí que el trabajo sexual era algo que estaba a mi alcance, y un par de años después intenté hacerlo, primero con webcams. Algunos clientes me empezaron a preguntar si hacía encuentros en la vida real y empecé a barajear la idea, me informé y lo hice; luego descubrí que también había otras formas de hacer porno, con un discurso y desde otra mirada; comencé a mandar mails a productoras y así inicié también a participar en algunos proyectos.

J.G. Percibo aún existe una gran ignorancia respecto al trabajo sexual y al feminismo; ideas arcaicas que pretenden menospreciar a las mujeres. ¿Qué piensas al respecto?

M.R. Creo que mucha gente se sorprende de las cosas que decimos y de que tenemos un discurso porque a lo largo del tiempo se nos ha deshumanizado y se ha hablado por nosotras. Se han generalizado algunas historias como las únicas posibles o se nos posicionó como víctimas que queremos ser rescatadas; inclusive se nos ha catalogado como “malas mujeres”. En definitiva hay muchas confusiones, mitos y amarillismo alrededor del trabajo sexual en general.

J.G. ¿Por qué crees que en pleno siglo XXI siga habiendo tanta confusión e ingenuidad respecto a los temas relacionados con el sexo?

M.R. Hay un tabú inmenso a todo lo referido con la sexualidad, por lo que trabajar con ello es aún peor visto. Se nos enseñó desde la culpa, se nos reprimió a las mujeres, y a los hombres se les obligó a ser seres sexuales desde muy chicos, con desinformación, ocultamiento y vergüenza. No se habla de sexo integralmente, solo de embarazo o enfermedades de transmisión sexual, pareciera que no existe el sexo más que entre hombres y mujeres, que el placer es algo por lo que sentir vergüenza.

J.G. El término “puta” suele ser usado en México de manera sumamente despectiva; me parece que haces una apropiación con el término y lo reivindicas, un poco como pasó con los homosexuales en los 80, que pasaron de sentirse intimados por el adjetivo “gay” a apropiárselo y acogerlo, disipando por completo las connotaciones violentas que los demás le daban.

M.R. Sí, decidimos apropiarnos del término porque creemos que si la gente la usa como insulto es porque hay un estigma hacia nosotras y porque se cree que ser puta es malo. Como para nosotras no lo es, pensamos que quitarle el significado negativo es más poderoso que evitar esa palabra. Si la usamos, nadie tendrá el poder de utilizarla para herirnos.

J.G. ¿A qué vicisitudes familiares y sociales te has tenido que enfrentar por tus proyectos?

M.R. Las trabajadoras sexuales, más allá de nuestras diferencias de vida, económicas, sociales y de modalidad de ejercer, todas coincidimos en que lo peor, además del abuso policial que sufre la mayoría, es el estigma; los prejuicios que la gente tiene sobre el trabajo y sobre nosotras se ven reflejados en muchos ámbitos. Yo estuve tres años sin contarlo más allá de algunos amigos, cuando decidí contarlo fue mucho menos peor de lo que pensé. Mi familia lo sabe y me apoya, entendió que es mi elección y como tal deben respetarla. Pero lamentablemente la mayoría de las trabajadoras sexuales, sean prostitutas, hagan porno o fotografías eróticas tienen una doble vida, por el miedo a la desaprobación de su familia y amigos. Sin embargo hay gente que hace otros trabajos que sí podrían verse de manera repudiable, al menos para mí, como trabajar en un matadero, y está totalmente naturalizado.

J.G. Los movimientos feministas, por supuesto no son nuevos, lo que sí me parece es que están teniendo un auge, entiéndase bajo la connotación que se desee; sin embargo con ello se ha venido una ola de violencia y ataques, no sólo de machistas profesos sino de gente “común” que se jacta de no serlo, pero que desde la factibilidad de las redes sociales hace comentarios que consideran irónicos, bromas, irrelevantes o no violentos, pero que en realidad sí tienen una fuerte carga de agresión. ¿A qué crees que se debe?

M.R. Mucha gente cree que hay un solo feminismo, cuando en realidad son muchos, es decir, diversas posturas y posiciones que a veces no llegan a acuerdos. Todo movimiento que cuestione el status quo y lo que es considerado como normal generará rechazo porque plantea que hay cosas que tienen que cambiar y por eso, te obliga a revisar tus creencias, tradiciones y pensamientos, lo que genera incomodidad. La gente no quiere darse cuenta que estuvo equivocada por tanto tiempo, prefiere pensar que son los demás quienes lo están y seguir cómodos como son.

J.G. Platícanos un poco sobre el porno feminista, hay quienes lo asocian con el cine de arte, sobre todo con el cine erótico francés de los 90. ¿De dónde surge, en qué se diferencia del porno habitual?

M.R. En parte para mí tiene bastante relación porque se quiere escapar del porno más mainstream que plantea la sexualidad desde la mirada de los hombres blancos heterosexuales empresarios, no directores de arte ni de cine, sino de personas que ven el porno como algo que genera dinero. Surge desde hace algunas décadas atrás con mujeres queriendo demostrar que ellas también miraban pornografía, que no es algo sólo para hombres. Se usaba la etiqueta “porno para mujeres”, que servía para visibilizar que no es sólo cosa de hombres y que querían algo distinto que no fuera lo típico: un porno rápido, de plástico, sino con otras historias, diversidad de personajes y otra sexualidad representada.

J.G. ¿Qué literatura te agrada?

M.R. Me gusta leer sobre los temas que me interesan: sobre feminismo, derecho de las mujeres, sobre trabajo sexual, derechos de los animales, biotecnología, algunas cosas de filosofía como Peter Singer. También me interesa leer sobre diseño, arte y música. Estoy por empezar Black out de María Moreno.

J.G ¿Qué libros nos recomendarías para entender tu cosmovisión de la vida y tu trabajo?

M.R. Recomiendo Sex Workers Unite de Melinda Chateauvert y Teoría King Kong de Virginia Desepentes, son sobre trabajo sexual y distintas miradas sobre las vivencias de las mujeres. También recomiendo Porno feminista, para entender la historia y la opinión de diversos performers y directores sobre esta manera distinta de hacer porno. También recomiendo leer El fulgor de la noche, de Marta Lamas, ya que escribe sobre la situación de las trabajadoras sexuales, específicamente en México.

J.G. ¿Qué proyectos tienes en puerta?

M.R. Tengo varios próximos, uno de ellos es escribir un libro, estoy empezando con eso y supongo estará para dentro de un año. Desde muy pequeña quiero escribir libros y ser escritora, luego con internet y la música se me fue un poco pero al volver a retomar la lectura hace unos años atrás, me volvió la motivación de escribir otra vez; también comencé un blog (www.mariariot.com), donde espero organizarme para escribir más ahí.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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