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Reflexiones del actor porno que confesó que trabajaría con su hija

Por: Iván Montejo 15 Oct 2020
William Margold se convirtió en una leyenda del porno, con el tiempo se convirtió en un polémico portavoz de la industria que reveló sus oscuros secretos
Reflexiones del actor porno que confesó que trabajaría con su hija

William Margold era una leyenda en el mundo del porno, una autoridad a la que los medios acudían cuando buscaban conocer sobre la industria. Él amaba defender su profesión y generar controversia, pero en una ocasión rebasó sus propios límites cuando se le preguntó si permitiría que su hija hiciera porno, a lo que contestó: “Hasta que cumpla 18 y cuando lo haga podría trabajar con ella”.

Los comentarios generaron una polémica que lo llevaron a disculparse. Tiempo después Robert J. Stoller, profesor de psiquiatría, lo entrevistó para su libro Porn, que buscaba conocer las historias de las personas implicadas en la industria porno.

Un extraño inicio

Buena parte de las historias de las personas que terminan en el porno son trágicas, pero Margold la veía como una épica digna de un mito griego. Durante la preparatoria “Era el nerd antes de que los nerds fueran conocidos”, no le veía el sentido al sexo y la masturbación era mucho más atractiva para él. Era más satisfactoria y no implicaba ningún esfuerzo tener el placer que buscaba.

En ese tiempo se metió en problemas y terminó en la Correccional de menores. Al salir entró a la Universidad, deseaba ser un periodista y para sus primeros reportajes volvió al lugar donde cumplió su condena para trabajar. Ahí conoció a un adolescente de 14 años, quien le confesó que trabajaba en Hollywood como actor porno. La presencia de menores en la industria para adultos era una noticia que lo posicionaría como uno de los mejores periodistas del país, por lo que decidió investigar más.

Les mandó su nombre para que lo consideraran como actor porno, pero rápidamente sospecharon que era un policía y lo desestimaron, su gran historia periodística había muerto. A raíz de este hecho le interesó el medio y comenzó a trabajar como redactor en un periódico pornográfico, una casa productora se acercó para que hicieran un reportaje de su industria y Margold aceptó, la decisión eventualmente cambiaría su vida.

Al poco tiempo se salió del periódico debido a que ya no incluirían su nombre en sus artículos. Tenía un contacto en la industria por el reportaje y lo contactó, él sólo quería hacer guiones para las películas, pero unas horas después de llegar al estudio ya había grabado su primera cinta, no tuvo relaciones y sólo aparentó morir en pantalla.

Nace una leyenda

Durante la entrevista aseguró que las estrellas porno nacen, no se crean. A lo largo de su vida entrevistó a múltiples personas que querían entrar al medio, pero las rechazó por sus motivaciones. A sus ojos, los únicos que pueden ser parte de la industria tienen que verse como animales sexuales, lo llamaba confianza sexual.

En la industria estaban personas que no tenían esta característica y sufrían su labor, eran actores que solamente habían entrado por el dinero y al alcanzar la fama se veía la desesperación en su mirada, un deseo por huir del trabajo que tanto detestaban, pero al que estaban atados por cuestiones económicas.

Margold estaba convencido que los únicos que podían triunfar en el mundo del porno eran los que buscaban la gloria, que no tenían miedo de verse como un pedazo de carne y que su vida era la vida sexual. Cuando Stoller le cuestionó sobre sus razones al entrar a la industria, él le contestó:  “Éxito por la gloria, por la inmortalidad […] Sufro de complejo de inferioridad, entonces valido mi propósito haciendo esto, no me preocupa ver mi nombre en un retrete siempre y cuando esté bien escrito”.

 

Extrañas visiones del erotismo

A lo largo de su entrevista se puede ver el amor que Margold tenía por su trabajo, el porno no era para todos y en sus palabras estaba en una: “[…] antisocial, altamente inmoral, contracorriente y ultra rebelde forma de entretenimiento. Somos los últimos rebeldes en la sociedad, por lo menos somos mejores que los estúpidos terroristas que se la pasan volando a personas. Nadie ha muerto por una sobredosis de pornografía”.

Concebía que el éxito de los actores porno se encontraba en la longevidad, en una ética de macho y en la apariencia física. Aseguraba que el objetivo de la industria era satisfacer el deseo de los hombres del mundo, aquellos que no se preocupan por las mujeres y quieren ver a un hombre satisfacer a mujeres que no pudieron tener cuando estaban creciendo. Estaba convencido que hasta el mayor conquistador tuvo a alguien que quería y no pudo obtener, esta insatisfacción era el origen de un sentimiento de venganza que solamente podía satisfacerse con los videos que producía.

Le gustaba adoptar un papel dominante que incluso podía asustar, no lastimaba a sus compañeras de escena, pero sabía que las audiencias amaban ese tipo de trato. Era un trabajo arduo y en las relaciones fuera de cámara aseguró ser una persona normal, disfrutar del sexo en lugar de utilizarlo como un medio para dominar.

Secuelas subconscientes

Margold se veía como una leyenda de la industria con 16 años de experiencia. No obstante, Stoller logró que confesara varias secuelas del porno de las que el entrevistado no era consciente.

Concibió que la longevidad era clave para triunfar y presumió que pocas personas podían aguantar años en la industria con 136 horas de trabajo en cinco días. Esta explotación tuvo graves consecuencias en su cuerpo, especialmente en su principal herramienta de trabajo.

Confirmó que su pene, con sus 26 centímetros, era el más grande de la industria y que con el tiempo lo comenzó a ver como una entidad disociada. El verdadero protagonista de las películas y con una personalidad propia que odiaba.

En la industria recibió el nombre de “pene de cuero”, apodo que hacía referencia a la falta de sensibilidad en su miembro, en verdad había cobrado vida propia. Margold explicó que dejó de sentir debido a que lo lavaba con alcohol y otros productos después de cada acto.

Esta falta de sensibilidad se vio acompañada de una especie de disfunción eréctil selectiva. Ninguna mujer podía hacer que se le parara y siempre tenía que recurrir a su práctica sexual favorita para logarlo: “Mi mano izquierda ha sido mi mejor amiga desde que tenía trece años, sé lo que pasa y cómo me va a ayudar. No quiero ser mordisqueado, no quiero ser acariciado, no quiero que me hagan el amor”. Confirmó que estos problemas continuaron en su vida privada, aunque la sensibilidad estaba regresando (en el tiempo de la entrevista casi ya no hacía videos).

Margold vivió en la controversia, no sólo por su trabajo sino por sus palabras. La extraña entrevista que Stoller realizó muestra aquel lado oscuro del porno del que pocos se atreven explorar, ese lugar que se encuentra en el poder y la búsqueda de reconocimiento por todos los medios.

Robert J. Stoller, Porn. Myths for the Twentieth Century

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