Más allá de la nalgada: el intenso arte del Spanking

Es lo primero que recibimos del mundo, un castigo o un tic ocasional que tienen los actores porno; se considera que al 60 % de las mujeres les gustan las nalgadas durante el acto sexual. No obstante, estos azotes eróticos pueden ir más allá de un acto espontáneo; para muchos se trata de un arte digno de aprenderse y aplicarlo.
Generalmente, los azotes son vistos como parte de nuestro gozo, pero el arte sexual que gira alrededor de esta práctica puede ser tan intenso que puede llevarlas al orgasmo. No es sencillo convertirse en un maestro, pero con constancia (y sobre todo práctica) puedes hacer que ella se convierta en una adicta a tus manos.
Origen del placer
El spanking no es nuevo; en el Renacimiento, estos golpes sexuales eran comunes en las cortes francesas, el placer cruzó el Canal de la Mancha y se volvió un éxito en la Inglaterra Victoriana, donde incluso recibió el nombre del “pecado inglés”.
No es rara su popularidad, cuando se recibe una nalgada la sangre sube hacia el punto más alto de los glúteos, dando un hormigueo placentero. Este fenómeno hace que la zona se haga extremadamente sensible y el menor contacto, incluso con la punta de una pluma, puede ser una experiencia que altera los sentidos y cause excitantes escalofríos.
Preparación para la acción
Lo primero es adoptar la posición que más les acomode, existen una gran cantidad, e incluso ustedes pueden idear nuevas. Lo que se tiene que tomar en cuenta para cada una es que influyen en la intensidad de los golpes, mientras menos tensión haya en los músculos menor será el dolor y entre más haya aumenta la sumisión.
Tu pareja tiene que estar relajada, sin tensiones para evitar lesiones musculares. La acción comienza con un suave masaje en la zona, así se ayuda a que la circulación mejore y se establece una relación entre ambos. Los golpes se deben enfocar en los glúteos y en las zonas que están cubiertas por una buena cantidad de músculo y grasa, esto para evitar dañar piel y áreas que estén cerca del hueso o incluso de los riñones.
La práctica del spanking
Los primeros azotes deben ser suaves y espontáneos, intercalados con el masaje, igualmente el mayor enfoque será en las nalgas, aunque también habrá actividad en la parte donde se reduce su curvatura y en la parte alta de los muslos.
La clave está en una serie de azotes que oscilen entre la gentileza y la intensidad, los primeros golpes son suaves, casi imperceptibles, y lentamente se aumenta la fuerza. El incremento gradual aumenta la resistencia de tu pareja y evita que la lastimes; el punto culminante es cuando la zona se vuelve sumamente sensible a cualquier tipo de contacto.
Ellas han confirmado que el sexo con esta sensibilidad adquirida es una experiencia que incrementa el placer al máximo y que les abre un mundo totalmente nuevo.
Ten en cuenta que las acciones después de la sesión son igual de importantes, con la ayuda de una loción o un aceite masajea la zona, siempre cuidando que se sienta cómoda y protegida.
El spanking no es una serie de golpes sin sentido. Una persona que conoce de este arte tiene claro que los límites y la intensidad son puestos por la pareja; además, la intensidad no significa causar lesiones, por lo que el punto cúspide se puede alcanzar sin provocar daños que afecten la capacidad de sentarse al día siguiente.
Los azotes eróticos son un mundo que pocas mujeres han experimentado, y aplicando las técnicas correctas podrás hacer que se hagan adictas a tus nalgadas.
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