La Agenda 2030, una oportunidad muy rentable para las empresas mexicanas
Recuerdo mi primer día en la facultad de económicas de la Universidad Autónoma de Madrid. El decano dijo dos frases que jamás olvidaré: “la economía surge de las necesidades ilimitadas frente a recursos limitados” y “el objetivo de una empresa es maximizar el beneficio del accionista”. Querido decano, hoy, casi 20 años después, me atrevo a decirle que estaba usted equivocado en este segundo punto. Y se lo voy a argumentar.
Luis de Cristóbal presenta La Revolución Individual
El objetivo de una empresa es aportar valor y maximizar el beneficio del accionista es la consecuencia de ello. Es decir, los empresarios ganamos dinero porque aportamos valor. Como el salario del colaborador. Lo percibe por aportar valor. Y aquí viene la clave fundamental de cómo los ODS (Objetivos del desarrollo sostenible y la Agenda 2030 son una oportunidad extremadamente rentable para las empresas.
Si en los años 90 y 2000 comprábamos productos o servicios, desde hace aproximadamente una década compramos emociones. Y si nos vamos un poco más allá, compramos propósitos. Como dice Simon Sinek en su libro “Start with why”, no compramos lo que haces, sino porqué lo haces. Y hoy, más que nunca, el ciudadano, el consumidor, está muy implicado en diferentes causas ambientales, sociales y económicas. La humanidad ha tomado conciencia de que es posible vivir una época más justa, pacífica y sostenible. Y el impacto de las empresas para lograrlo es fundamental.
Allá por el año 2015 en la sede de las Naciones Unidas aprobamos (sí, nosotras, las personas) una carta de intenciones para mejorar el mundo en el que habitamos, la vida de los que lo habitamos y, sobre todo, las de las siguientes generaciones que lo habitarán. Esta carta de intenciones, a diferencia de los fallidos Objetivos del Milenio (Naciones Unidas, año 2000), han pasado en apenas 5 años a estar inmersos en el ADN de las decisiones de política pública, empresariales, académicas y de la sociedad civil.
Tanto es así, que organismos tan relevantes como la Unión Europea, se comprometen y obligan a los estados miembros a que todas las legislaciones y acciones de política pública vayan alineadas con los 17 ODS (Objetivos de desarrollo sostenible) de la Agenda 2030. Pero la cuestión va más allá: miles de organizaciones en todo el mundo, han decidido unirse a la causa y convertir algunos de los 17 objetivos en su propósito empresarial. Y también, organizaciones civiles y muchos ciudadanos de manera espontánea.
De hecho, la COP26 (Cumbre del Clima de Glasgow), ha demostrado, una vez más, la incapacidad de los dirigentes mundiales de liderar los cambios necesarios para la humanidad. Hoy, más que nunca, las personas y empresas somos las encargadas de responder a una de las preguntas trascendentales de la vida. Como dice el Talmud: “Si no soy yo, ¿entonces quién?. Si no es ahora, ¿entonces cuándo?”.
Y es que no podemos olvidar que los retos a los que se enfrenta la humanidad en general y México en particular son mayúsculos. ¿Sabías que México es uno de los países de la OCDE con mayor brecha salarial entre hombres y mujeres? Es de casi un 19%. Para entendernos, cuando un mexicano gana 100 pesos por una tarea, una mexicana gana 81. De hecho, estados como Aguascalientes, Jalisco o Yucatán tienen brechas superiores al 40%.
Y también podemos hablar de pobreza infantil, de una enorme crisis del agua, desigualdad de rentas o del empeoramiento de los ecosistemas marinos. Lo importante, llegados a este punto, es comprender el importantísimo peso específico que tienen las corporaciones y empresas en ser parte de la solución. Y yendo un paso más allá, lo rentable que es ser partícipe de este liderazgo.
El mundo pide a gritos encontrar el sentido común dentro del capitalismo de mercado. La rentabilidad no tiene que tener externalidades negativas, ni impactos perniciosos para otras personas o el planeta. De hecho, la rentabilidad bien entendida, es como el Rey Midas, capaz de convertir en oro todo lo que toca. Y no lo digo yo, según un estudio reciente de la gestora de fondos francesa Natixis, alrededor del 72% de los inversores profesionales aplica ya criterios sostenibles a la hora de valorar una compañía antes de incluirla en cartera.
Seamos nosotros, aquí y ahora, el cambio que el mundo espera.
FUENTES: OCD, CONEVAL, SENADO DE LA REPÚBLICA
