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Difícil de creer: Quesque la nueva normalidad

Por: Jafet Gallardo 11 Jun 2020
Falta suficiente para que los niños regresen a las aulas; suficiente: gel, aerosol para desinfectar los zapatos; espacio entre cada pupitre o mesa; jabón en los baños.
Difícil de creer: Quesque la nueva normalidad

Lo que se viene requiere que todos pongamos nuestro granito de arena, seamos empáticos con el otro y guardemos las medidas de higiene, ¿podremos?

Junio le gustó a las estadísticas del gobierno de México para regresar a la “nueva normalidad”. Ingenuos, ilusos los que piensan que aquella será parecida a lo que teníamos. Esto, lo nuestro, no volverá a ser igual. No antes de una vacuna, no antes de un tratamiento, no antes de un sistema de salubridad capaz de responder a los números trágicos. Hay que destacar que como los servicios de salud, tan golpeados por falta de presupuesto y carencia de escrúpulos por quienes los han administrado, no pueden prometer curar el Covid-19, las autoridades que sí saben, nos advirtieron que la nueva normalidad puede cambiar de fecha de acuerdo a lo bien o mal portados que seamos. Entonces, el 1 o el 15 de junio los semáforos de riesgo cambiarán de color, aunque la UNAM haya dicho que por no guardarnos en fechas como el 10 de mayo, hay una gran probabilidad de que el pico de contagios se recorra un mes y que sea el 27 de junio el día de más personas atrapadas por el coronavirus.

Más allá de las fechas, la nueva normalidad nos deberá cuestionar cómo queremos conducirnos por la vida y qué tan incapaces somos para cuidar nuestra salud.
¿Seremos capaces de usar de forma adecuada nuestro cubreboca? Sin bajarlo para hablar, lavándolo, subiéndolo hasta la nariz, desechándolo cada día y colocándolo en una bolsa para que no se infecte el señor de la basura; ¿o nos seguirá valiendo madre? Y lo retiraremos para charlar, fumar y exhalar el humo con saliva mientras pasa gente; lo dejaremos debajo de la nariz porque nos sofocamos, sin saber lo que es una verdadera asfixia de quien tiene Covid-19; ¿o seremos empáticos? Por ejemplo, con quien recoge nuestros desechos, ¿o seguiremos mezclando la basura? porque total ni vemos a los ojos a quienes limpian nuestra calle.

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¿Seremos capaces de mantener la distancia de uno y medio a dos metros para platicar, o nos acercaremos para mantener la confidencialidad del chisme? Entiendo la necesidad de quienes deben salir a trabajar, sobre todo de quienes no comen si no trabajan, literal, pero es reprobable los controles guangos de “Susana Distancia” en transportes como el Metro. Solo basta darse una vuelta por las fotos que publicó Santiago Arau el 1 de abril en su cuenta de Instagram. Muestra un hormiguero de personas amontonadas en Pantitlán a las 6 pm, como es la vieja o actual normalidad. ¿Qué pasará con la nueva? Nada, y espero equivocarme.

¿Nos seguiremos saludando con el codo, nos daremos la mano, juntaremos los puños o nos besaremos? Un dato dice que la persona que más extrañan los mexicanos en confinamiento es a el o la amante, y que casi el 30 por ciento de quienes sostienen una relación clandestina rompen el aislamiento, para tener sexo en la “casa chica”. Ese 30 por ciento se me hace bajo y dudo que se haya contestado con toda la verdad. Es más, aplicaría un cálculo de la escuela “Gatell” y multiplicaría por .8 los datos. Así, más del 50 por ciento habrá roto el confinamiento y la abstinencia por su affair. O sea, la calentura puede más que el sentido común, nada nuevo, pero no está por demás decir que con esta pandemia, salir a la calle y tener contacto con personas, la amante o amigo, sin la, certeza de estar sanos ambos, es como coger sin condón, un volado con una granada, una ruleta rusa de contagios.

No, México no está preparado para la nueva normalidad, una normalidad que exige respeto a las reglas básicas de higiene.

Nos falta empatía y también agua; nos falta dinero para comprar cubrebocas y caretas, porque lo poco que hay se va para las tortillas y frijoles; nos falta que las autoridades de cada estado sean estrictos y no como en Morelos con algunos campos de golf que no cerraron y canchas de fútbol llanero que no pararon de tener juegos los fines de semana, donde los Messis y Ronaldos región 10 siguieron juntando sus cuerpos, driblando al Covid-19.

Falta suficiente para que los niños regresen a las aulas; suficiente: gel, aerosol para desinfectar los zapatos; espacio entre cada pupitre o mesa; jabón en los baños. Discúlpenme pero con nuestro sistema educativo tan insuficiente, lo más precavido será seguir persignando a nuestros chicos al dejarlos en el colegio, a ver si con eso alcanza.

Así, el regreso a la nueva normalidad será aprender a vivir y morir con el virus hasta que llegue la vacuna, si llega; hasta que llegue el tratamiento, si llega; hasta que los números nos dejen de asustar, si es que nos dejan de asustar; ojalá no, porque el miedo en estos casos también puede ser un aliado. Difícil de creer.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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