Difícil de creer: el amorío enfermizo del tío Hitler
Múnich, Alemania, 19 de septiembre de 1931. Después de tocar a la puerta de una habitación en el edificio de Prinzregentenplatz, la residencia de Hitler, nadie responde. El ama de llaves solicita la presencia de varios compañeros del partido Nazi para que acudan al domicilio. Hitler no está, por eso sólo gente cercana a él debe abrir la puerta cerrada por dentro de ese cuarto. Entre los hombres que llegan está Rudolf Hess, futuro líder del partido Nazi. Un cerrajero abre la puerta y al entrar confirman algo muy grave. Geli Raubal, de 23 años, está sin vida, acostada boca arriba en un sofá, lleva puesto un vestido de color beige manchado con su propia sangre, en su mano tiene la pistola Walther 6.35 mm, el arma personal de su tío Alf. Su pecho muestra un orificio, por donde su existencia había escapado.
¿Quién era Geli? ¿Por qué vivía con Hitler? ¿Se suicidó? ¿Por qué se habría quitado la vida una joven hermosa que soñaba con ser artista?
Angela Maria Raubal, “Geli” de cariño, era hija de la media hermana de Hitler. Cuando éste contrató a la madre de Geli como ama de llaves se mudaron de Austria a Múnich. Geli llegó a Hitler con 17 años de edad y con una figura que lo deslumbró. Dicen que la joven sobrina era alta, exuberante y hermosa, y Hitler, que estaba en pleno ascenso político, quedó embrujado por ella. Con el tiempo, la media hermana de Hitler fue enviada a trabajar a otra propiedad y Geli se quedó a vivir con él, en habitaciones separadas pero muy cerca.
Geli disfrutaba del trato de su tío. Hitler contrató a los mejores maestros de canto para que le sacaran brillo a la escasa voz de su sobrina; además la introdujo en su círculo político y social donde los rumores aparecieron. Decían los chismes que Hitler sentía un amor incestuoso por una mujer 19 años más joven que él. Fueron seis años los que pasaron juntos hasta que Geli murió. Un sexenio en el que ambos coleccionaron buenos momentos y pasajes de pesadilla, éstos últimos por los celos enfermizos que Hitler padecía al no poder frenar los coqueteos naturales de su sobrina hacia otros hombres, celos que se ensañaban en la cabeza de Hitler quien no podía aceptar en público su amor y obsesión por su sobrina, lo que hubiera sido un escándalo desastroso para su ascenso político.
PAGAN MÁS DE 3 MIL DÓLARES POR CALZONES DE LA ESPOSA DE HITLER
Geli disfrutaba de los mimos de su tío, pero no despreciaba otras propuestas masculinas, incluso personas cercanas a Hitler la llamaban zorrita; uno de los romances que tuvo Geli a escondidas fue con Emile Maurice, chofer de Hitler, quien fue despedido cuando los descubrió.
La relación entre Geli y Hitler tiene distintas fuentes de información, muchas opuestas y, por lo mismo, nada se puede dar por cierto con certeza; sin embargo, la reconstrucción de los datos afirma la cercanía entre ambos personajes y la devoción del político feroz. Lo que más dudas deja es si mantuvieron relaciones sexuales.
Por un lado, distintos historiadores han señalado que el Nazi era asexual, impotente o que sólo gustaba de masturbarse; por otro lado, hay quienes dicen que era un pervertido. Con base en esta idea, una de las hipótesis de la muerte de Geli, es que la joven ya no soportaba complacer los caprichos sexuales de Hitler, sobre todo su fetichismo favorito: el undinismo. Una versión dice que Hitler le exigía a su sobrina que colocara su vulva muy cerca de su rostro para verla a detalle y después orinara en su cara.
Un día antes de hallar el cadáver de Geli, el 18 de septiembre, ella y Hitler discutieron y él salió con destino a Núremberg. En apariencia, el pleito derivó de la prohibición de que Geli viajara a Viena, porque él sospechaba que su sobrina se encontraría con un novio clandestino. En la investigación de la muerte de Geli, Hitler aceptó que ella viajaría a Viena, pero dijo que nunca se lo prohibió y aseguró que el motivo del viaje sería continuar con su preparación artística.
Cierto es que en la escena del crimen se encontró una nota inconclusa con la letra de la joven que escribió: “Cuando vaya a Viena, con suerte muy pronto, iremos juntos a Semmering y…”. Se piensa que ese texto iba dirigido al novio que vería en Viena. ¿Por qué una persona se quitaría la vida cuando minutos antes estaba redactando un mensaje con la ilusión de encontrarse con alguien? ¿Acaso Hitler la sorprendió escribiendo eso y sus celos lo llevaron a dispararle en el corazón? ¿Suicidio o asesinato?
Así, la bala rompió dos corazones, el de la joven esclava y el del futuro dictador que ordenó mantener intacta la habitación de Geli cuya tumba hoy es un misterio. Difícil de creer.
