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Mony Cast: crónica de una videollamada hot

Escrito por:Arturo J. Flores

Mónica, Mony Cast en X, practica un home office peculiar. Todos los días se pone un negligé para conectarse a una videollamada hot. Se desnuda delante de la webcam, hasta que su lencería queda tirada en el suelo y a la vista de quien se encuentra del otro lado de la pantalla de su computadora, se exhiban los tatuajes que tienen la suerte de habitar sobre su piel.

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“Pero hay otra vez veces”, me dice Mony al final de nuestra conversación, “que los clientes sólo quieren platicar. Necesitan a alguien que los escuche y bueno, para eso estoy”.

Desde hace años está casada. Y junto a su marido, trabaja en diferentes áreas de la creación de contenido erótico.

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Las videollamadas ocupan gran parte de su día a día. Para quienes no se conforman con una dirty talk, Mony protagoniza una sesión de masturbación a distancia. Algo que ya suena un poco vintage en tiempos en los que la Inteligencia Artificial se ha ido colando al universo del contenido —como ella misma lo dice con picardía— “nopor”.

Hasta que quedan a la vista los sugerentes tatuajes de Mony.

Nos van a oír

Pero Mony Cast y su esposo no hacen sólo eso. Poseen su propia marca de sex toys, con los que ella interactúa delante de la cámara de su computadora. Y también ofrecen videos personalizados de sexo.

“Comenzó con la pandemia, porque de la noche a la mañana todo estaba cerrado y pues había que trabajar. Así que alguien, no sé, un cliente, me preguntó si no tenía videos en los que interactuara con un hombre. Así que de la noche a la mañana mi esposo y yo tuvimos aprender a hacer tomas, a grabar y, sobre todo, a editar”.

Pero, además, añade ella, a desarrollar un storytelling. Porque a sus compradores les gusta las películas porno con historia.

“A veces sólo me plantean lo básico de un cuento. Otras, yo tengo que hacerlo todo. Pero se me da, porque en las videollamadas hay gente que quiere que le siga la corriente a alguna fantasía, que me ponga un vestuario determinado  o que me cambie el nombre, les hable de una manera, los regañe o algo así”.

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Por ejemplo, una vez su pareja se hizo pasar por el “padrastro” de una chica que en este caso era interpretado por Mony.

“Pero lo más importante de la escena es que el cliente nos había dicho que en algún momento yo tenía que decir: ‘mi mamá nos va a oír’”.

Entre llamada y llamada, hay que seguir con la rutina.

Una piña de cabeza

En otro ocasión, me cuenta que hubo uno que después de comprarle diversas historias, le preguntó, hubo uno de aquellos creativos a distancia que le preguntó a Mony si no podía interactuar con a un actor que no fuera su marido.

“Me dijo que ya se la había visto muchas veces, que ya se la conocía y quería verme con ‘una’ nueva”.

Al cliente lo que pida, así que nuestra ama de casa desesperada se dio a la tarea de reclutar a un amigo de ella y de su esposo. Ah, porque entre las muchas escaramuzas eróticas del matrimonio, ambos pertenecen al ambiente swinger. De hecho, ella lleva tatuado en un brazo el símbolo de las parejas que practican el intercambio: una piña volteada de cabeza.

De modo que en esta película Mony interpretaba a una colegiala que seducía a su profesor, encarnado por el amigo de ambos. Y como buen filme amateur, no estuvo exento de bloopers. En un momento, cuando el falso docente se bajaba los pantalones, cayeron las piso las monedas que llevaba en los bolsillos.

¿Cómo se hace una escena nopor?

“¡Mi pasaje!”, bromeó él y ni modo, tuvieron que repetir.

Quizá crear contenido erótico no suena como algo tan fuera de lo común en la actualidad, no deja de ser una manera peculiar de ganarse la vida para una mujer que a veces tiene que aprovechar que sus hijos están en la escuela (sí, además de hot wife es MILF) para poder hacer fotografías para sus packs, videos o las videollamadas que contra lo que cualquiera pudiera pensar, no tienen lugar exclusivamente por la noche. De hecho, le pueden llamar a cualquier hora del día. Lo más caliente de una hotline es que la chispa puede prender las 24 horas del día, los 365 días del año.

Le pregunto si con tanto sexo a distancia en su rutina, aún le resto deseo para acostarse por gusto con su esposo.

“Siempre”, responde, “aunque ya no puedo ser tan gritona como antes, por los niños”.

El ojo de la webcam

Antes de la entrevista, le pedí a Mony que me hiciera una demostración. Conectados a poco más de 120 kilómetros de distancia, mentiría si no reconociera que tuve que cruzar una pierna por encima de la otra cuando empezó a bailar. Es un lugar común decir que una modelo le hace el amor a la cámara, pero definitivamente ella sabe acariciar con su cuerpo al ojo de la webcam. Sea por su mirada felina (tan michi como el tatuaje de gato que lleva en la pierna) o su voz aniñada, por la belleza volcánica que la hace brillar como estrella, su cintura o las piernas largas que sostienen a la musa que pudiera hacer dudar a Ulises de volver a los brazos de Penélope.

Al final, Mony y yo terminamos riendo y como algunos de quienes han disfrutado de su Peep Show cibernético, charlando de cualquier tontería. Eso, embobado por su hermosura. Vaya videollamada hot.