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¿Cómo se hace una escena nopor?

Por: Arturo J. Flores 21 Jul 2023
Hace una semana La Pecosa me hizo por Instagram una invitación de esas que no se presentan dos veces en la vida: “¿Quieres venir a ver cómo se hace una porno?”. La leí y recordé del coro de una canción de Comisario Pantera: “grabemos una porno, la plata te la llevas tú”.
¿Cómo se hace una escena nopor?

De todos los lugares donde esperé encontrar una frase motivacional, nunca imaginé que sería la piel de una actriz nopor. La Pecosa lleva impresa en manuscrita desde el antebrazo hasta el final de la pierna, atravesando su cintura y la cadera, un tatuaje dice: “Todo llega en el momento indicado. Vive la vida, no saldrás viva de ella, sólo sé feliz”.

Decía el presentador argentino de televisión Héctor del Mar que la belleza, cuanto menos vestida, mejor vestida está. A escaso un metro de mí hay dos mujeres sin ropa que me cuentan lo complicado que para ellas era tener OnlyFans en su natal Venezuela.

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—No nos permiten asociar tarjetas ni bancos a nuestros perfiles, no puedes comprar cosas por Internet, es muy difícil —dice Citah, la morena que impartía clases de pole-dance en la escuela propiedad de Jaqui, al que en el porno se le conoce como La Pecosa.

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Citah recuerda que cuando abrió su primera cuenta, tuvo que pedir el favor a alguien para administrarla.

 

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—Un chico me dijo que le pasara 60 fotos mías y la abriría. Ella (La Pecosa) me las tomaba y yo se las pasaba a él, hasta que me di cuenta que el chico me alteraba los caption que me reportaba, ¡me estaba robando!

Así que mejor las dos se independizaron. Comenzaron a vender sus packs a través de redes sociales y sin intermediarios. Haciendo caso a la frase que La Pecosa se escribió en el cuerpo, pensaron que el momento indicado había llegado y se mudaron a México. Aquí trabajaron con una productora de porno en la que conocieron a Gus, el Gran Master Pig, con quien se terminarían asociando para fundar su propia empresa de contenido para adultos: Dirty Pig Video.

El nopor nuestro de cada día

Hace una semana La Pecosa me hizo por Instagram una invitación de esas que no se presentan dos veces en la vida: “¿Quieres venir a ver cómo se hace una porno?”.

La leí y recordé del coro de una canción de Comisario Pantera: “grabemos una porno, la plata te la llevas tú”.

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Fue una de las razones por las que surgió la sociedad conformada por las modelos venezolanas y el productor mexicano que para ser fotografiado se coloca una máscara de puerco. Para corregir lo que a cada una de estas personas le tocó vivir en otras generadoras de contenido.

La Pecosa explica:

—Antes sólo era actriz. Llegaba, cobraba y no me preocupaba por más, pero ahora que soy productora trato de no repetir aquello que a mí me molestaba. Por ejemplo, había veces que me tenían esperando horas para grabar y como la escena sería un anal, tenía que estar en ayunas para que no hubiera sorpresas (Risas). ¡Me quería desmayar! Con nosotras eso no pasa. Respetamos el tiempo de las personas.

Otra cosa es la higiene sexual. Dirty Pig Video podrá ser sucia, pero cuida de la salud. Se precia de ser la que baterías más completas de estudios pide a su talento.

—Dependiendo del laboratorio, los estudios te pueden costar de 2,500 a 4,000 pesos y hay chicas que lo consideran un gasto, no una inversión —interviene Gus, que lleva a cuestas un arnés para filmar al mismo tiempo con una cámara y un celular— pero lo que no ven es que si se contagian de algo ya no podrán hacer contenido con nadie.

VIH, herpes, hepatitis, clamidia, gonorrea. La triada le ha declarado la guerra a los enemigos invisibles del placer. Es la cara oculta del entretenimiento para adultos del que no se habla porque lo que se ve en pantalla forma parte de una fantasía. Una en la que no hay infecciones, pudor o facturas por cubrir.

—Considerando que le pagas a los actores, los estudios de laboratorio y todo lo que inviertes, el equipo, la iluminación, las luces y si tienes que contratar a alguien que la edite, una escena mínimo te cuesta 30,000 pesos —dice La Pecosa.

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Como en el libro de Ray Bradbury “El hombre ilustrado”, esta mujer podría contar una historia con cada dibujo en la piel. Más tarde los miraré cobrar vida cuando ella se abra de piernas para recibir la lengua de su compañera.

—Íbamos a grabar con alguien hoy, pero por el tema de los estudios tuvimos que cancelar. No se quiso hacer el perfil completo, así que si no te importa, podemos hacer un lesbian para que veas.

Por tus gemidos nos multaron

Nos encontramos en la recámara de un departamento en la Condesa. Gus se encarga de correr las cortinas. Una vez un amigo les prestó un departamento como este para grabar una escena y los vecinos se quejaron con la Administración del edificio. El dueño de la locación tuvo que pagar una multa de 10,000 pesos.

El nopor que hacen es minimalista. Pero no desprovisto de historia. Aunque La Pecosa y Citah son buenas improvisando sus parlamentos, entre los tres discuten sobre la situación que representarán. En este caso, la primera será una MILF (acrónimo acuñado por “American Pie” para referirse a una Mother I Would Like to Fuck) que contrata a una joven maquillista, que la arreglará antes de un evento de sociedad.

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Pero en el proceso, le propondrá convertirse en su “Sugar Mommy” y ambas acabarán probando una serie de juguetes en la cama. Uno de ellos descansa en el brazo del sillón en el que estoy sentado. Lo conectaron a la electricidad para que se cargue la batería.

—La mayoría de nuestras historias son cómicas pero se van por el lado pervertido— explica Citah.

En su página, hay una en la que se calzaron el hábito de monjas y son bendecidas por su sacerdote que se olvidó del agua bendita pero echó mano de su “éxtasis divino” para persignar a las novicias.

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Antes de grabar propiamente, las actrices se colocan en lo que en teatro se conoce como Cuadro Plástico. Gus les toma fotografías con el celular. A estas alturas dominan perfectamente las restricciones que impone Instagram. Cuando se trata de generar contenido para esta red, las dos apenas y se rozan. Pero cuando llega el momento de hacerlo para Twitter, no tienen empacho en besarse de lengua, morderse un pezón o masajearse una a la otra el culo y las tetas.

—Ya no nos da pena nada. La primera vez siempre, sobre todo cuando es una persona extraña —dice La Pecosa.

 

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—A mí nunca me dio pudor que me miraran. De hecho, me gusta —interviene Citah.

Sin dejar de hacer las fotos, Gus suelta a bocajarro una gran verdad:

—Mucha gente podrá pensar “¡qué puercos!”, pero en el fondo se muere por hacerlo.

En el sitio de Dirty Pig Video hay una apartado especial para que las personas que lo deseen, se postulen como actrices y actores porno. Podría sonar tentador para la mayoría, aunque en realidad es mucho más complejo que cobrar por mantener relaciones sexuales delante de una cámara.

—No está fácil sostener una erección cuando me tienes ahí, con la cámara encima de ti todo el tiempo— comenta Gus, que después de cargar durante toda la escena su arnés suda copiosamente. Hasta más que las actrices, que durante más de 20 minutos realizan toda serie de piruetas genitales y repiten tantas veces un “así, mami” que hasta parece una invocación o un mantra tibetano.

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—¿Y se disfruta?

—Hay actores que te preguntan lo que te gusta y lo que no te gusta y claro, siento más porque lo hacemos sin condón, nos besamos. Se tiene que ver real. Y aunque disfruto, estoy pensando en que si me veo gorda. Estoy atenta a las señas del director, que tengo que cambiar de posición cada cinco minutos… o sea, el tipo me puede estar penetrando, pero yo tengo mil cosas en la cabeza —dice Citah.

La Pecosa añade:

—Además, como cualquier actriz o actor, una sabe cuál es el lado que nos favorece y tratas de que te graben ahí.

Luces, cámara, ¡excitación!

Comenzó la escena. Después de unos minutos de mirar cómo La Pecosa y Citah se trenzan sobre la cama, decido salirme de la habitación. Así Gus puede maniobrar mejor y la fotógrafa de Playboy captura detalles detrás de cámaras.

Le echo un ojo al departamento. En la otra habitación hay una maleta abierta de la que brotan varios cambios de lencería y acomodados sobre el edredón hay una decena de dildos de diferentes tamaños, colores y texturas.

En el comedor hay una bolsa de comida con el sello de un servicio de entrega por app. Junto hay dos genitales masculinos de peluche. Uno blanco y uno negro, curiosamente y contra el cliché, el segundo es la mitad de tamaño del primero.

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Me quedo mirando fijamente a uno de las pares, en las que está escrita una frase que recuerda al coro de una canción de los Beatles: All you need is love. Los gemidos de La Pecosa y de Citah es lo único que se escucha en la locación.

La escena nopor completa dura poco más de 20 minutos.

Ha sido una buena jornada de trabajo. Tanto para quienes tuvieron sexo como para los mirones, como nosotros.

No sabía que hoy vería por primera vez una escena nopor en vivo. Pero como dice esa frase que ahora se contonea delante de mí, barnizada en sudor, todo llega en el momento.

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