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La misteriosa identidad de “La Encuerada de Avándaro”

Por: Iván Montejo 13 Sep 2019
La encuerada de Avándaro ha inspirado a artistas, poetas y escritores. Su atrevimiento marcó a una generación, pero su identidad se ha mantenido oculta
La misteriosa identidad de “La Encuerada de Avándaro”

El Woodstock mexicano o el Festival Rock y Ruedas de Avándaro parece que fue un increíble accidente. En la época, las autoridades creían que la rebelión de los jóvenes era la mayor amenaza que enfrentaba el país (tan sólo tres meses antes había sucedido El Halconazo), y cualquier reunión era confrontada con violencia estatal; era impensable que en ese ambiente de represión se organizara un festival contracultural.

La celebración fue pensada como una carrera automovilística acompañada de rock. Era una oportunidad única para celebrar la música del momento y la convocatoria superó las expectativas, los organizadores cancelaron la competencia deportiva por la cantidad de personas que se dieron cita para disfrutar del concierto. El rock fue el llamado al cual la juventud respondió y se apropió del festival.

Carlos Hank Gonzáles, entonces gobernador del estado de México, ante el hecho, aseguró que fue engañado, él había permitido la realización de un evento de automovilístico y los jóvenes en lugar hicieron un concierto lleno de excesos.

 

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Poco importaron esas declaraciones, era una época de libre amor y la música era ideal para destruir las normas sociales de una sociedad recatada. Parejas se bañaban desnudas en el lago y las expresiones pasionales tenían lugar en cualquier sitio, tales expresiones escandalizaron a toda una generación y el mayor símbolo de este “exceso” sexual fue “La Encuerada” de Avándaro, una mujer que inspiró rumores, entrevistas y canciones.

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El escándalo

Al día siguiente, las páginas de los principales diarios del país se plagaron con fotos de “una juventud perdida”; no les importó inventar accidentes y exagerar hechos, todo era válido con tal de hacer avanzar su retórica. El caso más “notable” fue la revista Casos de Alarma!, publicación que realizaba fotonovelas inspiradas en hechos reales y dedicaron su edición de Avándaro a la “Encuerada”.

La llamaron Macrina e introdujeron la dramatización de la siguiente manera:

 “AVANDARO, HERMOSO NOMBRE Y BELLO PUEBLO CUYOS HABITANTES VIVIERON DURANTE TRES DIAS LA EXPERIENCIA MAS TERRIBLE JAMAS VISTA EN MEXICO […]CIENTOS, MILES DE HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS DE TODAS LAS ESFERAS SOCIALES, ACUDIERON AL FATIDICO LLAMADO DE GENTE SIN ESCRUPULOS PARA DAR RIENDA SUELTA A UNA BACANAL DANTESCA [sic]”.

Macrina había sido llevada al libertinaje por la terrible influencia de “El Chiro”, un hippie que justificaba su lujuria y falta de moral con la frase “Paz y Amor”. La protagonista había sucumbido al encanto debido a su madre, una divorciada que pasaba buena parte de su vida disfrutando la pensión de su exesposo con sus amantes.

 

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Detalle de la “dramatización” de Casos de Alarma

 

Esta versión de la historia de “La Encuerada” finalizaba con una nota editorial que calificaba al festival como el peor hecho en la historia del país (a pesar que meses antes un grupo paramilitar había asesinado a varios estudiantes a las afueras del metro Normal):

“Porque los jóvenes mexicanos no tienen por qué caer en el hipismo. No hay razón alguna… La familia sigue siendo el principio de nuestra sociedad, y cuando se vive en la armonía familiar ni crecen tanto los cabellos ni ellos tapan un mezquino lodo cerebral”.

Verdad  a medias

Casos de Alarma! Era una publicación amarillista que en el mejor de los casos dramatizaba hechos violentos, pero con la “Encuerada” simplemente inventó una historia que ejemplificara la moral de las personas detrás de la publicación.

 

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Esta tergiversación de los medios fue criticada en su tiempo por Piedra Rodante, revista dedicada al rock y cultura, que calificó a este tipo de publicaciones como: “Los piratas del periodismo, los gacetilleros, los sacaplanas y los que simulaban ser periodistas para ocuparse de quehaceres misteriosos”.

La revista de contracultura tiempo después tuvo la noticia de la década, había logrado encontrar a la “Encuerada” y ella aceptó dar una entrevista para Piedra Rodante. Su nombre era Alma Rosa González López, regiomontana que tenía 16 años y era exestudiante de secundaria. La pregunta que todos tenían en mente era la razón detrás de la decisión y ella contestó de la siguiente manera:

 

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“Pues mira, traía una camiseta blanca, de hombre, y los chavos que pasaban me veían con morbo. Entonces yo quería decirles de alguna manera: ¡aliviánense! Me molestaba que me vieran con mala idea, no me gustan las morbosidades, a mí, sólo lo que es natural. Entonces pensé que estaba okay, que debía hacerlo para que se alivianaran los demás”.

El misterio de la encuerada había sido resuelto, una chica de Monterrey que se había dejado llevar por la atmósfera del festival. No obstante, el tiempo reveló que esta entrevista se trataba de otra farsa.

 

 

Oscar Sarquiz años después le reveló a La Jornada la verdad de la supuesta entrevista. En sus palabras, la intención de Manuel Aceves, propietario de la revista, sólo era publicitar sus ideas políticas y utilizaba cualquier artimaña para vender ejemplares; razón por la cual había inventado en su totalidad la entrevista.

El hecho que escandalizó al país, en palabras de Sarquiz, sucedió de la siguiente manera:

 “El patético incidente de la “encuerada” ha sido exagerado más allá de toda proporción: su grotesco y torpe strip (sin tease) sobre la camioneta mudancera que transportó y albergó al Tri —no ‘en lo alto del escenario’ como alguien alucina—, fue tan tímido y falto de sensualidad que recordarla aterida, tiesa y plana, con los calzones a los tobillos por breves segundos, me incomoda”.

 

La misteriosa identidad de “La Encuerada de Avándaro” 4

 

Aceves se defendió asegurando que: “Oscar Sarquiz no puede desvirtuar las pruebas que presenté en La Jornada de la autenticidad de la entrevista con la Encuerada de Avándaro, publicada por Piedra Rodante en enero de 1972”.

La controversia sobre la supuesta entrevista continuó hasta que por fin se supo la verdad de la misteriosa “Encuerada”.

La verdadera “Encuerada”

El nombre e historia de Alma Rosa González López se inmortalizó e incluso se filtró en obras de Carlos Monsiváis y José Agustín. Pero a raíz de la controversia entre Oscar Sarquiz y Manuel Aceves surgió un deseo por saber la verdad detrás de la supuesta entrevista.

La investigación llegó a los archivos y se reveló la verdadera identidad de la “Encuerada”: Laura Patricia Rodríguez González Alcocer, de 18 años y originaria de Guadalajara, Jalisco. En su expediente del 25 de septiembre de 1971 se describe que su padre era propietario de negocios de abarrotes y su madre era ama de casa. A juicio de las autoridades ella era:

“Una joven sumida en el vicio de las drogas, gracias al abandono [que] de ella hicieron sus padres. Se desenvuelve en el medio ‘hippie’ otorgando sexo por droga diariamente en la Zona Rosa… Es una mujer que se está consumiendo en el vicio, a tal grado que ya no coordina sus ideas”. 1

 

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Esta fue la única noticia que se tuvo de Patricia Rodríguez, una chica más de las múltiples que se dejaron llevar por el amor libre de Avándaro. Su acto fue inmortalizado por la prensa amarillista y las autoridades que actuaban bajo la moral de la época, sentimientos que todavía sigue vigente a pesar de la distancia.

*

  1. Citado por José Woldenberg en “La encuerada de Avándaro
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