La lucha por la libertad sexual que pocos conocen
Dar tu opinión sobre quién se mete en la cama con quién, es retroceder décadas en la lucha por la libertad sexual, dice el creador de esta revista. Y muchas de las leyes de hoy siguen entrometiéndose en la privacidad de las personas.
La historia de un creador
En 1965, la policía de Indiana arrestó a Charles Cotner y lo acusó de un “abominable y detestable crimen contra natura”. ¿Su ofensa? Sexo anal consensuado con su esposa. Enfrentó 14 años de prisión.
Cuando escuché por primera vez del caso Cotner –su abogado escribió a Playboy para buscar nuestro apoyo– quedé consternado. Su esposa, que firmó la querella después de que la pareja había discutido, cambió de parecer y le pidió al juez que retirara los cargos.
Pero el juez se negó, y Cotner pasó casi tres años en prisión antes de que la Fundación Playboy pudiera liberarlo.
Mientras trabajaba para echar abajo absurdas leyes como la que envió a Cotner tras las rejas, aprendí mucho acerca de la gente que quiere controlar lo que sucede en las recámaras estadounidenses. Quienes se oponen a nosotros siempre tienen una cosa en común: están en una cruzada para eliminar el sexo que no tenga el propósito de la procreación.
Podrían pensar que esta historia no tiene nada que ver con ustedes o con su vida en Estados Unidos en 2012. Pero desafortunadamente están equivocados. Las fuerzas que pusieron a Charles Cotner en prisión son las mismas fuerzas que trabajan ahora. Si quieren un ejemplo perfecto, denle una mirada a la controversia que persigue ferozmente los derechos de los hombres y mujeres gays a casarse. La lucha por el matrimonio gay es, en realidad, la lucha por todos nuestros derechos. Sin ella, daríamos un paso atrás en la revolución sexual y volveríamos a un tiempo anterior, puritano.
Yo recuerdo ese tiempo. Cuando escribí La filosofía Playboy, tanto el sexo oral como el sexo anal eran ilegales en 49 de 50 estados. En 10 de esos estados, la sodomía –que se definía de varios modos, pero podía, en algunos estados, incluir el sexo oral– acarreaba una condena máxima de 20 años. Los ciudadanos en Connecticut que participaban en sexo oral enfrentaban 30 años de prisión –60 años para la gente que vivía en Carolina del Norte. En Nevada, podía significar pasar la vida tras las rejas. Era un tiempo en que 37 estados proscribían el sexo entre personas no casadas y 45 criminalizaban el adulterio. Dos estados incluso prohibían el manoseo intenso.
Éste es el mundo opresivo al que algunos quieren que regresemos. Estos moralistas dicen que si el sexo no engendra niños, es un pecado. Tu vida sexual, tus derechos privados y los derechos de hombres y mujeres en todas partes son víctimas de esta creencia. En Arizona, según una propuesta de ley, las mujeres que esperaban que su aseguradora de salud cubriera el control de natalidad estaban obligadas a entregarle pruebas a su patrón de que estaban tomando la píldora por una condición médica –no sólo con el fin de evitar el embarazo. Una nueva ley en Kansas permite al farmacéutico negarse a venderle anticonceptivos a otra persona bajo el argumento de que tal venta podría violar las creencias religiosas del farmacéutico. Leyes similares ya existen en Arkansas, Georgia, Mississipi y Dakota del Sur. Los hacedores de leyes en Michigan están apoyando una de las más restrictivas iniciativas contra el aborto en décadas, mientras en Texas y Pennsylvania la gente sigue exigiendo que se quite el financiamiento a los Centros de Paternidad Planeada, que proveen de cuidados de salud a innumerables mujeres. En todo Estados Unidos, estos conservadores continúan agrediendo los derechos gays, sea negándoles el derecho de casarse o, como en Kansas, tratando de autorizar a los terratenientes, los dueños de negocios y los patrones, la discriminación contra la comunidad LGBT+ bajo argumentos religiosos.
Hace casi 50 años, en las páginas de esta revista, yo advertí que “cuando la religión, en vez de la razón, dicta la legislación, no esperen lógica en nuestras leyes”. Hoy, en cada instancia en que los derechos sexuales son atacados, encontrarán legislación promovida por personas que practican la discriminación disfrazada de libertad religiosa. Su meta es deshumanizar la sexualidad de todos y reducirnos a usar el sexo para el único propósito de perpetuar nuestra especie. Para ese fin, ellos criminalizarán tu vida sexual por completo.
Ésta es una nación religiosa, pero también es una nación secular. Por décadas, el pueblo estadounidense ha encontrado la forma de equilibrar sus creencias religiosas con sus libertades seculares. Hemos disfrutado de libertad de religión, así como de libertad de la religión. No necesitan ser incompatibles. Nadie debe someter su libertad religiosa, y nadie debe dejar que se infrinjan sus libertades personales. Esto es Estados Unidos y debemos proteger los derechos de todos los estadounidenses.
