La eterna lucha LGBTQ por ser visibles
Tras la muerte de Hugh Hefner, Derek Hawkins del Washington Post recordó el texto “The Crooked Man” de Charles Beaumont, famoso por escribir varios guiones de la serie The Twilight Zone, una ficción que varias revistas se negaban a publicar.
Era el año 1955 y las puertas se le habían cerrado al escritor, no se trataba de una cuestión de calidad, más bien Beaumont había tocado un tema controversial que nadie quería cubrir: un mundo distópico donde la homosexualidad era la norma y los heterosexuales eran perseguidos por la sociedad.
Una revista de menos de dos años de antigüedad le abrió las puertas de su imprenta debido a que su fundador quedó encantado con la historia. El nombre de la publicación era Playboy y el hombre era Hugh Hefner.
El número no pasó sin generar controversia, la revista recibió una gran cantidad de cartas quejándose de lo ofensivo que les parecía el cuento y que no se trataba de un contenido de Playboy. Ante la inconformidad, Hefner se limitó a escribir: “Si está mal perseguir heterosexuales en una sociedad homosexual, entonces lo contrario también está mal”.
Al crear Playboy se buscó eliminar todo tabú alrededor de la sexualidad. En las portadas de la revista se puede ver este intento en relación con el desnudo; pero sus esfuerzos no se quedaron ahí y fue un férreo activista a favor de cualquier expresión sexual, sin importar su orientación.
Viviendo en la oscuridad
La comunidad LGBTQ ha sido ocultada por miles de años, un grupo que en la mayoría de las ocasiones se ha perseguido y negado. El consenso histórico es claro debido a que se tratan de orientaciones que han estado presentes en cada cultura y en cada tiempo sin importar su ubicación en el planeta.
Como prueba están unas figuras sicilianas del 9,600 a.C. o el 5,000 a.C., que muestran a hombres teniendo relaciones sexuales. En este sentido está la misma palabra lesbianismo, que viene de la isla griega Lesbos, lugar de nacimiento de Safo, poetiza griega que se caracterizó por sus versos dedicados al amor y deseo por la mujer.
El problema radica en que se trata de una minoría, un grupo diferente que la mayoría por años vio con un sesgo de desconfianza.
Asimismo, la homosexualidad vista como una orientaciones sexual definida es un concepto reciente. En la antigüedad, claramente existieron las diversas orientaciones pero nunca bajo una palabra que las definiera. Por ejemplo, los mayas no tenían este tipo de clasificaciones, una persona a lo largo de su vida podía tener compañeros sexuales de ambos sexos, pero nunca se le daría una palabra específica al comportamiento. Esto no quiere decir que no tuvieran una postura ante la homosexualidad, pero era vista como una práctica sexual, condenable en ciertos grupos y en ocasiones como una representación de dominación.
En este mismo sentido se encuentran los vikingos, quienes vivieron en una sociedad con una gran libertad sexual donde las relaciones entre el mismo género no eran mal vistas (siempre y cuanto cuando asumieran al papel activo, debido a que la penetración era vista como un acto de poder).
Un caso especial fue Roma. El gran imperio pasó en el 27 a.C. una ley donde se impusieron impuestos a la prostitución homosexual, aunque cualquier persona que fuera encontrado en el papel pasivo podría perder su derecho a la ciudadanía. La situación cambiaba para los hombres con gran poder, como lo demuestra la boda legal que tuvo Nerón con dos hombres, Pitágoras y Esporo. Matrimonios que fueron comunes entre los senadores y los emperadores.
Condena “divina”
Para diversas culturas las diferentes orientaciones se trataban de una práctica sexual más, a veces como una muestra de dominación; pero en otras ocasiones rechazada como una especie de “perversión”.
La persecución hacia las otras tendencias sexuales se expandió e institucionalizó con el cristianismo y el judaísmo. El Antiguo Testamento explícitamente prohibió la homosexualidad en el libro Levítico: “No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación”. Palabras que en principio se referían a la vida diaria de las personas, pero con el tiempo se convirtieron en ley.
De ahí que en el siglo V a.C., el rey Darío I fuera el primero en seguir aquella frase y condenara a muerte a cualquier hombre del Imperio aqueménida que tuviera relaciones con alguien del mismo género.
La tendencia de la persecución fue avanzando conforme el texto sagrado y eventualmente llegó a Roma. Sus laxas leyes con el tiempo se fueron modificando, así el emperador Alejandro Severo deportó a todo homosexual que fuera activo en la vida pública.
Todo cambió con el Edicto de Tesalónica, decretado por Teodosio en el año 360 y que convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio. Eventualmente cualquier relación entre el mismo sexo fue vista como una muestra de contaminación del hombre y como tal, debía ser perseguida y prohibida.
De esta manera, la persecución hacia cualquier orientación diferente se expandió con el Cristianismo. En la Edad Media, se veía como una especie de aberración, el acto sexual sólo era un paso para engendrar nueva vida y cuando seguía otro fin estaba sujeto a severas leyes.
En este sentido, Boone Marc escribe que el Brujas burgundio se convirtió en uno de los mayores centros de represión de la sodomía en todo Europa, donde aproximadamente el 15 % de los condenados a muerte fueron acusados de esta práctica.
La ciencia os seguirá condenando
El discurso de la Ilustración creó la leyenda negra de la Edad Media y la pintó como una era de ignorancia; pero en términos prácticos la ciencia y el progreso continuaron con el discurso religioso.
La investigadora Bonnie J. Morris de la universidad de George Washington, escribe que de los primeros doctores en investigar la sexualidad humana fueron Carl von Westphal y Richard von Krafft-Ebing y Havelock Ellis, científicos europeos que afirmaron que las orientaciones homosexuales y bisexuales eran algo identificable en el ser humano y formaban parte de un tercer sexo; pero se trataba de un grupo degenerado y anormal.
El mismo Freud escribió que las diferentes orientaciones eran naturales, innatas y que venían desde el vientre. No obstante, agregó que su presencia en las mujeres podía ser superado a través del matrimonio heterosexual, la dominación masculina e incluso a través de una sesión hipnótica.
Tendencias similares hicieron que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA por sus siglas en inglés) catalogara a la homosexualidad como una enfermedad mental y dieron origen a la “terapia de reorientación sexual”, una pseudociencia que defiende “curar” las orientaciones sexuales diferentes.
El inicio de la diversidad
Fue después de los disturbios de Stonewall, en 1969, causados por la clausura de un bar que aceptaba a todo miembro de la comunidad, cuando el movimiento comenzó a cobrar una fuerza sin precedentes. Por primera vez había un orgullo de pertenecer a un grupo que desafiaba la ley al bailar con personas del mismo sexo, al vestirse con prendas de otro género y al amar libremente a pesar de la ley.
NY Daily News
Por primera vez miles de personas hablaron sin miedo acerca de su sexualidad, se realizaron movimientos para obtener derechos civiles y comenzó una discusión académica. Pasos que, en 1975, llevaron a que la APA dejara de catalogar a la homosexualidad como una enfermedad mental.
Curiosamente, Hefner fue determinante para este último cambio. En la época, el “Playboy Forum”, (un espacio donde los lectores podían expresar cualquier inquietud que tuvieran alrededor del sexo) se convirtió en una mesa de discusión entre académicos en torno a las “terapias de reorientación sexual”, o los esfuerzos “psicológicos” y “científicos” por cambiar la orientación sexual de una persona. Eventualmente, discusiones determinantes en la decisión de la APA.
Claramente se trata de una larga lucha por la visibilidad y aceptación que no ha terminado; pero el largo camino y progreso de los últimos años demuestra que estamos en la dirección correcta.
