Charles Manson, a 50 años del monstruo manipulador que tal vez nunca lo fue
Este 8 de agosto se cumplen 50 años de los asesinatos de Sharon Tate y de los LaBianca, llevados a cabo en la madrugada de ese día. La fama de las víctimas y la brutalidad del acto hicieron que de inmediato se convirtiera en uno de los episodios más infames del crimen estadounidense, y de inmediato transformó a sus perpetradores en monstruos.
En 1969, la policía se caracterizaba por su ineptitud en este tipo de casos, todavía no se conocía el concepto de asesino serial y nadie ligó los crímenes, a pesar de tener el mismo modus operandi y con unas cuantas horas de duración. Fue hasta que una joven llamada Susan Atkins, arrestada por prostitución, comenzó a presumir que había participado en los infames asesinatos.
Esa revelación fue suficiente para que las autoridades conocieran la terrible verdad de la Familia, liderada por uno de los hombres más enfermos de la historia: Charles Manson.
El monstruo sin nombre
No pasó mucho tiempo para que voces intentaran explicar cómo es que un grupo de jóvenes hippies terminaron apuñalando más de cuarenta veces a sus víctimas. Vincent Bugliosi, fiscal en el juicio, escribió su versión en el libro Helter Skelter, texto que construyó a Manson como un peligroso manipulador que había corrompido a todos sus seguidores y los había obligado a cometer los terribles actos.
La historia era clara: hijo de una prostituta de 16 años llamada Katheleen Maddox, quien al no conocer a su padre lo registró solamente con su apellido, un niño sin nombre en un mundo que jamás lo quiso.
Su infancia y juventud se caracterizaron por una plaga de crímenes. Prostitución, falsificaciones, robos, asaltos, hasta que tuvo que pagar una gran condena por robo de autos. En la estancia se la pasó escuchando música, leyendo de religión; en 1967 salió en libertad condicional para vivir en su máximo auge el “verano del amor”.
La Familia
Manson comenzó hacerse de un nombre tocando la guitarra y predicando el amor que tanto buscaban los hippies. Un contacto de la cárcel lo acercó a Dean Moorehouse, religioso que le regaló un piano, el cual Manson vendió y se compró una vagoneta que se convertiría en el motor de su grupo.
No tardó en conocer a Mary Brunner, una librera, quien se convertiría en su primera seguidora y novia. California era la capital del amor libre y Manson fue una figura paternal que atrajo a varias chicas con pasados problemáticos, llenando sus vacíos con sexo, música y drogas, entre las que estuvieron Susan Atkins y Patricia Krenwinkel.
Un día, Dennis Wilson, baterista de los Beach Boys, encontró a dos de las “novias” de Manson caminando en la carretera. Ellas sabían que el motor de su grupo se basaba en el éxito de la carrera musical de Manson, por lo que le propusieron realizar un trío y el músico las llevó a su casa, tras la relación le dijeron que debía conocer a su “Dios”, Dennis aceptó y eventualmente conoció al líder.
Manson le contó a Dennis su intención por realizar un disco, por lo que le presentó a Terry Melcher, productor musical y propietario de la infame casa ubicada en 10050 Cielo Drive. La grabación de los demos se dio sin problemas y en el proceso Manson conoció a Charles “Tex” Watson, un texano que se unió rápidamente al grupo.
En el mismo tiempo se integró Leslie Van Houten y su amigo Bobby Beausoleil, músico que conoció a Frank Zappa e incluso grabó coros en uno de sus discos.
En 1968 la Familia dejó de vivir en una vagoneta y se establecieron entre el Spahn Ranch, antiguo set de películas y series de televisión, y el desierto del Valle de la Muerte. El grupo no tenía dinero ni para pagar el demo que Melcher le había hecho a Manson, ni tampoco tenía un camino claro.
El mismo año, los Beatles publicaron Helter Skelter, álbum que Manson utilizó para mantener unido al grupo con su visión de la guerra racial; a cada segundo del disco le dieron un significado, incluyendo la portada que en sus mentes era una muestra de su compromiso con la raza blanca.
La visión del apocalipsis era clara: la guerra comenzaría con una serie de asesinatos de blancos perpetrados por negros y terminaría con la aniquilación de toda la raza blanca; razón por la cual el grupo debía esconderse en el desierto.
La falta de dinero hizo que Manson volviera al mundo criminal. Este ingreso terminaría en el intento de homicidio de Bernar Crowe, un traficante de drogas negro al que Manson le disparó dos veces, y en el asesinato de Gary Allen Hinman.
Por el último asesinato fue arrestado Bobby Beausoleil, cuando la policía lo encontró conduciendo el auto de Hinman con el arma homicida cerca de la escena del crimen. El grupo sabía que no podía dejar solo a su compañero y decidieron que la guerra racial era la única forma de liberarlo.
Según Vincent Bugliosi, Manson planeó todo como parte de una venganza, Melcher constantemente lo había amenazado para que le pagara el disco que grabaron junto a Dennis Wilson, por lo que les ordenó a sus seguidores que asesinaran a todas las personas que vivían en 10050 Cielo Drive.
El problema fue que Melcher ya no vivía ahí y le había rentado la casa a Roman Polanski. Cuando llegaron Patricia Krenwinkel, Linda Kasabian, que tenía poco menos de un mes en el grupo, Susan Atkins y “Tex” Watson ya era demasiado tarde, tenían las órdenes de arrasar con cualquier persona del hogar.
¿Un maquiavélico manipulador?
Gracias al texto de Bugliosi y a los comentarios de Manson, se creó a un monstruo. Se dijo que el líder realizaba un control sobre sus seguidores llamado coyotenoia, un estado mental basado en el miedo y la atención, aspectos similares al animal al que hace referencia el término.
Era una de las mentes más brillantes del mundo, quien se aprovechó del libertinaje de una juventud perdida para maquinar una serie de asesinatos y perpetuar su venganza.
Hasta nuestros días ha llegado esta creación, un hombre monstruoso capaz de manipular a cualquier persona. El problema surge cuando se analizan con más detalles los hechos: la Familia sabía que Melcher ya no vivía en la casa, el grupo no era organizado y Manson no había participado en ningún crimen.
El líder sin poder
Gary Alan Fine en “The Manson Family: The Folklore Traditions of a Small Group” escribe que: “El Charles Manson que los periódicos, fiscales y oficiales públicos denunciaron como un monstruo esencialmente su creación, una proyección de sus miedos de toda la subcultura juvenil que parecía haber crecido sin control”.
Una especie de advertencia sobre toda la revolución cultural que habían comandado los hippies. El libertinaje, el rock y las drogas eran inmorales y la mayor prueba eran los terribles asesinatos de Sharon Tate.
A esta teoría se suma John Douglas, exagente del FBI y uno de los primeros agentes en estudiar los perfiles psicológicos de los criminales. En su libro Mindhunter, recuerda que en su entrevista con Manson la historia que se venía hablando no concordaba con la persona: “Charlie no pretendía ser un gurú oscuro. Su objetivo era la fama y la fortuna. Quería ser baterista y tocar para un grupo de rock famoso como los Beach Boys”.
Su único objetivo era vivir su “verano del amor”, tener sexo con la mayor cantidad de mujeres posibles y mantener el control de su grupo. Douglas continúa: “Tras escuchar a Manson, creo que no planeó los asesinatos de Sharon Tate y sus amigos, ni pretendía llevarlos a cabo, sino que de hecho, perdió el control de la situación y de sus seguidores”. Todo fue aleatorio, se eligió el lugar porque pensó que había mucho dinero y tras conocer los hechos de la casa 10050 Cielo Drive sólo podía continuar con su retórica: “ya no podía echarse atrás y decirles que le habían tomado demasiado en serio. Eso destruiría su poder y autoridad. Así que tenía que reafirmarse, como si hubiera planeado el crimen y sus secuelas”.
Esta reafirmación llegaría al día siguiente con los asesinatos de Leno y Rosemary LaBianca. Manson, tras conocer el asesinato de Tate decide “hacer bien las cosas” y termina con siete de sus seguidores en el barrio Los Feliz, en la casa 3267 de la calle Waverly Drive, porque conocían a una persona que vivía cruzando la calle. El matrimonio fue asesinado por Tex Watson, Leslie Van Houten, Patricia Krenwinkel; Manson, a pesar que estaba presente, decidió irse de la casa antes de que “terminaran el trabajo”.
Las últimas palabras de Douglas son claras al pensar sobre un escenario donde Manson hubiera visto la libertad una vez más: “Sospecho que se iría al desierto a vivir, o intentaría sacar tajada de su popularidad. Pero no creo que matara. La mayor amenaza serían los perdedores mal informados que se sentirían atraídos y lo proclamarían su dios y líder”.
Todo parece indicar que el monstruo llamado Manson en realidad fue un gurú que jamás vio su poder de influencia, el control que tenía sobre un grupo de jóvenes que terminaron confundiendo la realidad con las alucinaciones.
No se trata de justificar a la Familia por los crímenes que hicieron, hay que dejar de construir “monstruos” y ver a los criminales como realmente fueron, porque en el mundo los sociópatas, los cultos y asesinos seriales se presentan como una persona o grupo más, como una figura atrayente sin la capacidad de generar violencia.
