Bazaar Sábado: arte y tradición que se renuevan

Desde su fundación en 1960, Bazaar Sábado se convirtió en un hito cultural y turístico de San Ángel. Ubicado en una casona del siglo XVII en este pueblo empedrado que se transformó en un barrio entrañable al sur de la Ciudad de México, el lugar es una galería de artesanos y diseñadores cuyo trabajo reúne el conocimiento y la tradición de su materia con los más altos estándares de calidad.

Nieto del anterior director, Diego Carranza trabajó en el Bazaar desde los cinco años, conoció sus entrañas y tomó la batuta en 2015. Se propuso darle un impulso fresco y renovador, sin perder la sensibilidad y el buen gusto que buscan entregarle a sus visitantes y clientes una experiencia auténticamente mexicana. Así, inició el Bazaar Sábado en línea (bazaarsabado.com), una plataforma digital que busca promover el trabajo de sus artistas y artesanos mexicanos, además del consumo local e informado en el resto del mundo.

Diego Carranza charló sobre el legado, la renovación y las perspectivas del Bazaar Sábado como punto de reunión y comercio artístico en pleno siglo XXI.

Creciste en el Bazaar Sábado. ¿Cómo describirías el significado de este sitio tan lindo y tradicional?

Es un lugar lleno de emociones para mí. Yo crecí ahí, jugaba y me perdía en los pasillos. Es un lugar donde suceden muchas cosas, lleno de artesanos, de comercio, de música, de gente de todo el mundo, imagínate para un niño. El Bazaar tiene algo especial en sus pastillos: tiene magia, tiene más de 400 años de haber sido construido. Para mí fue un lugar lleno de vida, lleno de cultura.

Tomaste la dirección del Bazaar en 2015. ¿Cuál es tu sello en su renovación?

Me di a la tarea de renovarlo, pero sin cambiar el corazón, los fundamentos del Bazaar. Era difícil, porque vivimos en un mundo moderno y el Bazaar también habla de un mundo antiguo. ¿Cómo podía hacer este cambio sin dejar atrás la esencia? Lo que yo imprimí fue mi conocimiento de qué es el Bazaar y regresar a lo que fue en un principio: las mejores marcas y los mejores diseñadores estaban ahí. Con el tiempo, mi abuelo creció y se bajó un poquito la calidad. Me acuerdo que él me dijo una vez: “El problema es que aquí en la Ciudad de México la artesanía contemporánea está muerta”. Eso me sorprendió mucho viniendo de una persona que se dedicó más de 50 años a esto. Entonces tomé el reto y me dije “no está muerto”. Por suerte, además, nos agarró una moda de gente creativa, joyeros, ceramistas, y hallé este movimiento por la artesanía, el arte, el arte objeto.

¿Cómo buscaste a los artistas actuales del Bazaar?

Hicimos un casting con los mejores talentos, los invitamos a participar, propusimos un reglamento para exponer, para que sus locales tuvieran una estética particular, que no se viera ni demasiado moderno ni como un mercado. Que se viera como es el Bazaar: una galería de artesanos y artistas contemporáneos. Además le di una manita de gato, lo limpié, lo arreglé, quise volver a darle la dignidad que tiene.

¿Qué criterios empleaste para tu elección de los artistas?

Mi abuelo siempre me enseñó que el Bazaar era familiar y de buen gusto. El problema del “buen gusto” es que depende del criterio. La gente cree que lo tiene y a veces no es así. Así que más bien, yo busqué la calidad. Como yo crecí ahí, como mi casa y la casa de mi abuelo estaba llena de artesanía, yo lo tenía adentro. Tengo un ojo que fue entrenado desde muy pequeño para reconocer un trabajo artesanal de alta calidad. Buscamos además que los diseños y los trabajos sean originales. Y además, es muy importante ver la calidad de la persona: agradable, positiva, con energía. Lo que puede encontrar un mexicano que llegue al Bazaar es una experiencia de hallarte en un México colonial, de pueblo, que está dentro de la ciudad moderna, globalizada y en el siglo XXI.

Pieza de arte de Bazaar Sábado

¿Cuál es el objetivo de la tienda en línea? ¿Qué ventajas pueden encontrar quienes acceden a ella?

El objetivo es poder promocionar el trabajo y el talento de estos artistas a un mayor nivel, porque el Bazaar abre sólo un día a la semana. Viene gente de todo el mundo, tenemos entre mil y 2 mil personas en un solo sábado. Y como tenemos una casa que no tiene ya más espacio para exhibir, teníamos un limitante físico. La tienda en línea puede exponer el trabajo de muchas más personas y puede alcanzar un nivel mundial. Es un mercado global, 24 horas, 7 días a la semana. También es muy cómodo para los artistas: no tienen que pagar una renta ni un trabajador, reduce los costos operativos. Además, vivimos en el siglo XXI, mucha gente nos visitaba, no podía llevarse la pieza al momento y luego preguntaba por ella en nuestras redes sociales. Hay una garantía para el envío de tu pieza, una página protegida y certificada para tu pago, además de envío gratis dentro de la Ciudad de México y promociones exclusivas.

Pensando en el Bazaar como un proveedor de regalos y experiencias, ¿qué piezas originales, excepcionales o inesperadas puedes presumirnos en tu catálogo?

Tengo que decirte que en realidad todo lo que escogemos es algo único, irrepetible, valioso, que se ha aprendido a través de generaciones. Pero obviamente hay ciertos trabajos con técnicas que sobresalen. Hay una familia, la de los Castillo, de Taxco, que mediante una técnica fusiona la plata con la cerámica. Esto es un secreto guardado por ellos y nadie más lo tiene, porque a la hora de meterla al horno, la plata se escurre. Quedan piezas impresionantes. También está el trabajo de una persona que admiro, reconocido como un maestro del arte popular, don José Cruz Guillén. Es un grabador de vidrio en pepita y él hace algo muy difícil: tiene dos discos de óxido de aluminio girando a gran velocidad en una máquina muy rudimentaria y con ellos puede grabar un foco. Es prácticamente imposible hacer eso sin que se te truene la bombilla. El señor te hace un grabado de un águila y además la bombilla funciona a la perfección. Es un alto grado de maestría de lo que puede llegar a ser el trabajo artesanal de México.

Don José Cruz Guillén, artesano.

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