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Abe Sada, el crimen de una geisha que cambió Japón

Por: Iván Montejo 01 Ago 2018
Hay crímenes que cambian generaciones, los hechos perpetrados por Abe Sada horrorizaron a toda una nación, pero al mismo tiempo le mostró la terrible situación que se vivía diariamente
Abe Sada, el crimen de una geisha que cambió Japón

Ella le propuso jugar sexualmente con un cuchillo y él aceptó alegremente, cuando le colocó el frío metal en la base del pene sólo se rió e iniciaron su excitante sesión. Por dos noches sus relaciones iniciaban en una asfixia mutua que incrementaba el placer de ambos, pero en la última velada ella lo estranguló con una cinta de su kimono. Durmió al lado del cadáver y al despertar tomó consciencia de su acto y decidió huir, pero no podía abandonar al amor de su vida completamente. Tomó el cuchillo y cortó los genitales de su amante.

Existen acciones atroces que marcan generaciones y derrumban épocas: la frase “Healter Skelter” escrita con sangre en un refrigerador asesinó a la cultura hippie, un macabro hotel de Chicago eliminó la inocencia estadounidense y “Pogo” dio origen a nuestro terror por los payasos. Al igual que estos casos, el de Abe Sada fue determinante para cambiar a la cultura, pero a diferencia de los otros asesinos, ella se convirtió en una extraña crítica hacia el tradicionalismo japonés.

El nacimiento de una geisha

Nació en mayo de 1905, en una sociedad donde las mujeres estaban subordinadas por la sociedad e incluso la violación no era penada. Ella observó este hecho con su hermana Teruko, que era obligada a trabajar en un burdel cuando la castigaban por “promiscuidad”.

Su infancia no fue fácil, la pobreza de su familia la obligó a abandonar la escuela y a convertirse en la sirvienta de la casa; por si fuera poco, fue violada cuando todavía era una adolecente. Los abusos la llevaron a escapar de su hogar tras robar joyas y dinero de sus padres, pero fue encontrada por las autoridades al poco tiempo. Su padre consideró que no podía soportar estas acciones y contactó a un amigo de Yokohama para que ella ingresara a una casa de geishas.

 

Abe Sada casa geishas

 

En varias ocasiones se compara a las geishas con prostitutas, pero el concepto va más allá. Son damas de compañía que tienen la capacidad de ser las protagonistas de cualquier reunión, gracias a su capacidad para abrir conversaciones, realizar la ceremonia del té, tocar instrumentos e incluso actuar. Existen relaciones entre un cliente y una geisha, pero su servicio no implica esto y generalmente se dan cuando existe una conexión amorosa entre ambos.

Tras años de instrucción, Sada se convirtió en la favorita de muchos gracias a su educación y refinamiento, al mismo tiempo ella aprendió que el sexo podía ser una actividad que podía generarle placer y no era una pecaminoso.

El fin de la inocencia

Alrededor de 1926, contrajo sífilis, una enfermedad que en su tiempo no tenía cura, pero era controlada. En ese mismo tiempo, se dio cuenta que integrar las relaciones sexuales en cada cita era más redituable, y a la edad de 21 años decidió convertirse en una shogi, o prostituta, de tiempo completo.

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Abe Sada fotografía amor con hombre

 

Ingresó a un burdel regulado por el gobierno, pero el estilo de vida era pobre, no podía elegir a sus clientes y el control de las autoridades para ella era insoportable. Razón por la cual escapó y tras una serie de vicisitudes se convirtió en una shisho, o una prostituta fuera de la ley.

Para 1934, sus padres habían muerto y ella trabajaba en un burdel ilegal. Sus ganancias en el local nunca fueron suficientes y decidió abandonar esta vida para trabajar como una sirvienta en un restaurante.

La sangre que inundó a Japón

Dos años después, ingresó como aprendiz a un restaurante del distrito Nakano en Tokio. El propietario se llamaba Ishida Kichizo y era famoso por ser mujeriego, al poco tiempo establecieron una relación sexual. Sus encuentros eran intensos, en una ocasión lo que supuestamente era una sesión erótica corta se convirtió en un maratón sexual de dos semanas.

Kichizo era un hombre casado y la obsesión de Sada por su amante no era normal, cada vez que se despedían se derrumbaba y la única forma de calmarse era bebiendo alcohol y asistiendo al teatro. En una ocasión, presenció una obra llamada Shinsaku Tsuya Monogatari, o “Nuevos cuentos de la erótica”, donde una geisha mata a su amado para prevenir que la deje. Para Sada, más que un acto trágico era una inspiración, no creía que su amado tuviera el valor de abandonar a su familia para estar con ella y ese mismo día compró y guardó un cuchillo de cocina.

 

Abe Sada en custodia con arma

 

Cuando él regresó, tras  varias sesiones sexuales, ella consumó su atroz acto. La policía encontró la escena del crimen al día siguiente y los detalles fueron conocidos por todo Japón. Inmediatamente, los rumores comenzaron a circular: algunos decían que el miembro de “Kichizo” era de proporciones mayúsculas y el rumor de la presencia de Sada en un mercado provocó una estampida humana. En realidad ella se encontraba escribiendo cartas suicidas e intentando tener relaciones sexuales con el trofeo de su amado en un Hotel bajo un nombre falso. Planeaba lanzarse desde la cima de una montaña, pero el 20 de mayo de 1936 fue arrestada.

Las consecuencias

Durante los interrogatorios le preguntaron sobre su decisión de cortar los genitales de Ishida Kichizo, ella contestó que su intención era llevarse la cabeza, pero debido a la dificultad de cortarla decidió llevarse la parte que le había dado sus mejores recuerdos.

El caso conmocionó a Japón, Sada se convirtió en la mujer más famosa de las islas e incluso publicó su autobiografía, que se convirtió en un best seller. Durante el juicio se declaró culpable, quería recibir la pena de muerte, pero el estado la condenó a seis años de cárcel con cargos de asesinato y mutilación de un cuerpo. Sin embargo, salió cuatro años después gracias a una amnistía que el Emperador de brindó en el marco del 2 mil 600 aniversario de la fundación del Imperio.

 

Abe Sada, el crimen de una geisha que cambió Japón 3

 

Los últimos años de su vida fueron una especie de redención, escritores la entrevistaban y la veían como una especie de autoridad en la sexualidad y la libertad: un faro para las siguientes generaciones que resistió a la sociedad en la que vivía con sangre y pasión. Por un tiempo aceptó este papel, pero en 1970 desapareció de la esfera púbica y no volvió a ser vista.

Los casos de la Familia Manson, H.H. Holmes y John Wayne Gacy le mostraron a Estados Unidos la crueldad a la que un humano puede llegar; en contraste, el caso de Abe Sada fue visto por muchos japoneses como una experiencia de la cual aprender y para fomentar cambios culturales necesarios.

*

Claran Conliffe, “Abe Sada, Victim And Killer”.

 

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