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Estambul, rincones de arena con historias que debes vivir

Por: Iván Montejo 14 Jul 2020
Desde los griegos hasta los otomanos vieron su belleza. Actualmente, Estambul es una de las ciudades más hermosas del mundo, donde occidente y oriente se encuentran
Estambul, rincones de arena con historias que debes vivir

Griegos, romanos, bizantinos y otomanos, desde tiempos inmemoriales las culturas de las regiones sabían de la importancia del Cuerno de Oro, un estuario que une al mar Negro con el mar de Mármara. Por siglos albergó a uno de los puertos más importantes de la región y durante la Edad Media tomó el nombre de Constantinopla, la ciudad más rica de Europa.

El histórico legado romano se había fragmentado, la península itálica albergaba a una serie de reinos y principados fragmentados que no significaban una amenaza grande. En cambio, el Imperio bizantino era quien continuó el gran legado de Julio Cesar, pero su capital estaba amenazada por una fuerza que lo cambiaría todo.

Los historiadores consideran que la caída de  Constantinopla en 1453 es el hecho que pone fin a la Edad Media en Europa; no es coincidencia, se trataba del último vestigio del Imperio romano de Oriente y provocó la migración de un sinnúmero de filósofos y artistas que se convertirían en el motor del Renacimiento. En occidente se consideró como la caída de la razón a manos de un imperio motivado por la religión y el atraso, no obstante, el hecho convirtió a la capital de Bizancio en una de las ciudades más ricas del mundo.

Los otomanos le dieron el nombre con el que la conocemos, Estambul, la joya que se encuentra a la mitad de occidente y oriente. Los pocos datos que se saben sobre la ciudad es que es la única ciudad del mundo construía en dos continentes, Europa y Asia, pero este hecho va más allá de un dato geográfico, es la esencia de la “Reina de las Ciudades”.

La gloria del conquistador

La victoria del Imperio Otomano se materializó en el Palacio de Topkapi, la residencia construida a mando de Mehmet el Conquistador en 1459, seis años después de la toma de Constantinopla.

Erigido a las orillas del Cuerno de Oro, era un recordatorio constante de la joya que había conquistado el sultán y del poder de su Imperio. Al visitar este recinto uno puede ser testigo de las glorias a las que llegaron los otomanos.

El Bósforo solamente embellece la arquitectura del  lugar, que llega a su esplendor en el harem. El lugar mejor resguardado del imperio, donde el único hombre que tenía acceso era el Sultán, quien era celoso de sus múltiples de esposas. La protección por sus mujeres era tal que sólo los eunucos podían cuidar de ellas, no quería que nadie probara las codiciadas mieles.

 

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En la actualidad, las vitrinas del museo resguardan cientos de regalos, entre los que está uno de los diamantes más grandes del mundo, y dan testimonio del poder de los sultanes. Todos son una especie de danegeld, o los tributos que los vikingos pagaban a cambio de que no saquearan las tierras en cuestión.

Coronas, joyeros, cetros y cajas, todos son testimonios del gran poder del Imperio Otomano. Yugo que obligó a Maquiavelo a escribir uno de los textos más importantes de nuestra era y finalizarlo con la amenaza que podría significar la peligrosa fuerza:

“[…]pide al cielo que levante algun príncipe poderoso para sacarla del yugo pesado y aborrecible de los estranjeros, para cicatrizar las hondas llagas que tiene abiertas tanto tiempo ha, y para conducirla bajo sus estandartes a una victoria permanente contra tan crueles opresores”.

La exhortación no era en vano, los otomanos amenazaban conquistar a Europa en su totalidad y una Italia desunida únicamente les facilitaría la labor. En este ambiente, un regalo que embelleciera las salas del Topkapi era preferible a la destrucción.

 

 

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El espíritu del conquistador

El poder que amenazó a Europa hasta el sitio de Praga se puede vivir en el Palacio de Topkapi, mientras que su espíritu se puede escuchar hasta la actualidad en cada rincón de la ciudad. Los días en Estambul comienzan con cantos, llamados al rezo que nacen en los minaretes de las miles de mezquitas de la ciudad.

No se sabe con exactitud cuántas hay, pero se cree que hay más de 3 mil. Los templos nos transportan a un mundo de creencias completamente ajeno al nuestro. Un universo sin clero, donde lo único que hace el imán es guiar el rezo, donde las mujeres se dirigen a los constados del edifico para evitar que nosotros tengamos pensamientos lascivos, donde todos se arrodillan hacia el mismo lugar: en dirección al corazón de la Meca.

La Mezquita Azul destaca entre las demás, no es la más grande de la ciudad pero sí es la única con seis minaretes. Su ubicación, en el corazón de la ciudad, la convierte en la más visitada de la ciudad y sus mosaicos azules de Iznik la transforman en una joya digna de admiración.

 

 

Separada por un jardín, se encuentra uno de los recintos religiosos más antiguos del mundo. Un rastro de la gloria bizantina que nos demuestra que Constantinopla no cayó en su totalidad.

El ocultamiento del vencido

Santa Sofía se encuentra a unos pasos de la gran Mezquita Azul y fue edificada en 360 como una catedral ortodoxa bizantina. En su tiempo cambió la historia de la arquitectura, fue la catedral con mayor superficie por casi mil años y fue el modelo que siguieron los otomanos para construir sus primeras mezquitas.

En cada pilar se encuentran los hombres de los profetas bien guiados, o los hombres que continuaron con el legado del Islam tras la muerte de Mahoma. Mientras que en las cúpulas se han rescatado los mosaicos bizantinos que fueron creados entre el 532 y 537, los conquistadores apreciaron su suntuosidad y se limitaron a ocultar las obras, su belleza no podía ser destruida.

 

Estambul-lugares-Santa-Sofía-interior

En 1931 la mezquita de Santa Sofía fue cerrada al público, cuatro años después fue reabierta, pero como un museo, un sitio donde Estambul y Constantinopla se harían uno.

La gloria conjunta

Desde pequeños cafés turcos y casas hasta los palacios y el Gran Bazar, cada rincón de Estambul es vigilado por el retrato de un hombre. El responsable de hacer un museo a Santa Sofía, el líder que llevó a Turquía a la modernidad.

Se trata de Mustafá Kemal Atatürk, el primer presidente de la República de Turquía y mayor líder en la historia del país. Sus medidas hicieron del país en uno de los pocos de mayoría musulmana con un estado laico, eliminó el uso del alfabeto árabe e instauró el latino: cualquier acción que los alejara del atraso que implicaba el dominio de los sultanes.

 

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Su retrato se encuentre en cada rincón de la ciudad, no se trata de una medida oficial, sino que es una elección de cada turco. Se ha convertido en un símbolo que integra a todas las culturas de las que bebió su pueblo para convertirse en Turquía.

El arte de servir helados de leche de cabra, palacios estilo europeos frente a estados de talla internacional, como el Palacio Dolmabahçe y el Vodafone Park, el mercado más grande el mundo y variedad de vestimentas que van desde tops y shorts cortos hasta burkas y hiyabs. Estambul todavía sigue siendo una ciudad mítica, donde la modernidad occidental y el misticismo oriental confluyen.

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