Una noche swinger de Erocosplay en Café Centro
Es la primera vez que comparto un trago con un tipo que tiene las orejas puntiagudas. Parece un señor Spock mucho más joven. Viene acompañado de una chica que tampoco parece tener más de 30 y lleva una cadena de bisutería atada al cuello. Está sentada en las piernas del chico.
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Delante de él se acomodo otro compañero del grupo. Entre los tres y uno más que se suma, el único que además de mí no lleva un atuendo extravagante (“Salí muy tarde de trabajar y si pasaba a mi casa, ya no me iba a dar tiempo”, me dice después), comienzan a hablar de bi y pansexualidad. Uno de ellos platica que sólo ha tenido una experiencia con otro hombre y fue en medio de un Ménage à trois. El de las orejas puntiagudas que también se puso unos pupilentes desconcertantes, como si careciera de pupilas, nos explica que aunque no tiene preferencia por uno u otro género, sólo se involucra sexualmente con otras personas cuando les gusta su aroma, su conversación y su trato.
Gamer’s Fetish celebró su segundo aniversario en Café Centro.
No es Cosplay, es Erocosplay
Poco a poco se van sumando más cosplayers al grupo. Ríen. Se elogian los outfits, la mayoría confeccionados con sus propias manos. Todos sin excepción muy sensuales, con mucha piel al descubierto. Por eso se llaman Erocosplayers.
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“Como todas las industrias que llevan la etiqueta de ‘para mayores de 18 años’, ha llegado a ser complicado encontrar espacios donde podamos expresarnos, porque además nos gusta la interacción y no en todos lados te lo permiten”, me cuenta Franco, el organizador de este encuentro y creador del grupo Gamer Fetish.
Mi cosplay de ayer en el segundo aniversario de @fetish_gamer en @Cafe_centromx.. #spidergwen #cosplay #cosplayer #cosplayergirl pic.twitter.com/gKMquoiOrS
— Yҽƚȥ Pιɳƙ (@YetzPinkOficial) July 24, 2023
Su pasión por los videojuegos comenzó desde que era estudiante. Pero fueron unos conocidos, así los recuerda, que en una ocasión lo invitaron a una fiesta en la que acciones eróticas.
“Como yo no tenía pareja, tuve que esperar a que hubiera una fiesta a la que pudieran asistir hombres solos”, me cuenta.
Toca, juega y aprende
Así llegué yo al segundo aniversario de Gamer’s Fetish. El grupo que en sus redes sociales enarbola el lema “Play Fun and Fuck”. Descendí de un auto de aplicación en donde Donceles y Allende hacen esquina. Ahí se erige un edificio en cuya planta baja varios negocios de joyería y tecnología recién habían bajado la cortina.
Las fiestas del ambiente swinger no dejan de ser misteriosas. Me le acerco a un tipo vestido de negro que parece estar ahí para que uno le pregunte cosas. Me pide que le muestre el código que Franco me envió por WhatsApp.
Paso enfrente de un grupo de personas que comparten unas tortas y unas coca-colas. Supongo que ya se acostumbraron a ver parejas que se introducen a este edificio desierto. Les doy las buenas noches y llego a unas escaleras. Subo al primer piso y ahí, detrás de una pesada puerta falsamente tapiada, me anfitrión. Es la sede de Café Centro.
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La privacidad es muy importante entre los asistentes a los encuentros de Erocosplay.
Una bella asesina de piratas
Me encuentro también con Myku, una joven y muy hermosa modelo de cosplay que esta noche luce un deslumbrante crossplay (así se le conoce a la práctica de caracterizarse de un personaje de un género distinto al propio) de Roronoa Zoro, el cazador de piratas y protagonista de “One piece”.
Myku
Café Centro es uno de los puntos de encuentro del ambiente en el Centro Histórico. A un costado de la puerta está el guardarropa. Ahí se guardan los objetos personales que es muy posible se puedan perder entre las escaramuzas que tienen lugar en los playrooms. Hay dos, por cierto. Ambos muy espaciosos y equipados con mobiliario erótico, tubos y colchones. La iluminación roja mantiene el ambiente sumido en una excitante penumbra.
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A uno de los cuartos de juego sólo pueden acceder parejas. El otro es general. Con los singles existe también una reglamentación muy clara que no había visto en otros sitios. Los hombres solos tienen que ocupar una mesa de las que están pegadas a la pared del fondo, lejos de la pista de baile. Sólo pueden acompañar a las parejas si ellas los invitan. Y prevalece, como en todo el ambiente swinger, la norma universal: No es no y no se pregunta por qué. Se respeta.
Oye… más despacio, vaquerita
Antes de descargar las primeras cumbias e iniciar el ritual del perreo, el DJ nos regala algunos clásicos ochenteros que sumados a la conversación, van elevando los ánimos.
Encuentro acomodo junto a un matrimonio un poco mayor que el resto de los cosplayers. El marido trae una túnica que me recuerda a los hobbits de “La Comunidad del anillo”, aunque es probable que su cosplay corresponda a otro personaje, porque de videojuegos y anime conozco poco o casi nada.
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“Empezamos a venir a la reuniones porque ella (señala a su esposa, que platica con una chica semidesnuda que a leguas se nota se le insinúa) tenía ganas de estar con otras mujeres. A mí me gusta tomar fotos de los cosplays”.
Al final, la esposa termina por despachar a la muchacha.
“Iba muy rápido”, explica. “Primero vamos a platicar y a conocernos, ya después vemos qué se arma”.
Disfraces que encienden
Pero en efecto, ella se marcha con la negativa sin pretender cambiarla. El entendimiento y el respeto sí parecen ser generales. Pero también, aunque más tarde algunos de estos eroscosplayers se vayan a entregar a toda suerte de actividades lúbricas en los playrooms, primero echarán unas risas, se beberán algo y sobre todo, se elogiarán lo que llevan puesto. Más tarde, Franco me contará que además de “One piece”, uno de los más populares ya que por tratarse de piratas, utiliza atuendos muy tropicales, otro manga al que recurren bastante los eroscosplayers es “Demon Slayer”. También está la vieja confiable: todo el universo de “Star Wars”.
Al final, existe un ingrediente kinky en los disfraces.
Escucho a Franco, mientras intento no mirar a Myku, que desde la pista ejerce una atracción gravitacional mientras baila con otras modelos: “El disfraz hace que todo sea más picante, si la persona ya me prendía, el que se caracterice de un personaje hace que la experiencia sea más explícito”.
Rómpeselo, mi amor
Explícitas son las pláticas que tienen los integrantes del grupo. Gamer’s Fetish es una comunidad de personas a las que no les asusta decir lo que piensan o reconocer lo que les gusta.
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Por eso al tipo de las orejas puntiagudas no le sorprende escuchar que su interlocutor le cuenta que esa experiencia con otro varón inició porque mientras él se acercó para tener sexo con la mujer, el otro le dijo: “tú me gustas para mí”. Él chico respondió: “lo que me hagas se lo haré a tu novia”. Así que ella remató: “Rómpeselo, mi amor”.
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Si yo fuera dibujante, ya tendría el argumento de un hentai, la versión hípersexualizada del anime y el manga. Pero sólo soy un curioso a quien han invitado para escribir esta crónica de Erocosplay, durante el segundo aniversario de Gamer’s Fetish en el Café Centro, acerca de la vez que me tomé un trago con alguien que se parecía al señor Spock.
