Interpol en México: el peso de los recuerdos
Igual que el sábado 28 de mayo, hace casi 17 años Interpol sacudió a México. Lo digo literalmente, no como lugar común de los que se usan para describir un concierto. Porque el 5 de septiembre de 2005 el grupo neoyorkino se presentó por primera vez en este país en el salón Mexica del World Trade Center. Los saltos del público hacían pensar que el inmueble se caería.
Por el segundo de los conciertos de Interpol en 2005 se movió al Palacio de los Deportes el 22 de septiembre.
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Un baterista enfermo
Por eso Paul Banks se tomó unos minutos este sábado para subrayar lo emocionado que se encontraba de volver a pisar ese mismo escenario, casi dos décadas después. Dijo que estaba muy cambiado y razón no le faltó. Ya fueron retiradas aquellas mallas ciclónicas que entorpecían la vista en el primer piso y tampoco se puede fumar, aunque esto último no impidió que el aroma de la mariguana que ya se tardó mucho en ser legalizada flotara durante la hora con cuarenta en la que Banks, Daniel Kessler, así como de Brandon Curtis (de The Secret Machines), el bajista Brad Truax y el baterista que reemplazó a Sam Fogarino, que no se pudo presentar por problemas de salud, protagonizaron una noche pletórica de memorias y energía.
Rosemary, el cielo te lo pague
Después de abrir con “Untitled”, en el Palacio de los Deportes retumbó el inconfundible bajeo de “Evil”. Nuevamente cuando escribo “retumbó”, no me acojo a los lugares comunes. De manera literal se escuchaba saturado, sucio, como suelen ser los conciertos en este inmueble que tradicionalmente ha echado a perder célebres interpretaciones sucedieron otra vez los saltos y si te quedabas inmóvil podías sentir las sacudidas en el piso, que a diferencia de lo que pasó en aquella histórica actuación de Interpol en el Salón Mexica, aquí no daba miedo.
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Descanse en paz la química
Aunque el sonido terminó por ajustarse hasta la cuarta o quinta canción, la emoción de una audiencia que durante dos años se sometió a un ayuno musical a consecuencia de la pandemia, nunca decayó. Las voces de quienes presenciaron el concierto por momentos ensombrecían la música.
Pero eso no quitaba que escuchar a una multitud invocar las frases oscuras de “If you really love nothing”, “Toni” (una de las más nuevas), “All the rage back home” y “Rest my chemistry” definitivamente te ponía la piel de gallina.
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En esta última se encendieron las luces de sala y se pudo apreciar la coordinación de la gente que manifestó su alegría con las linternas de sus celulares.
Un sismo llamado Interpol en México
Hay que destacar por cierto el impecable trabajo de iluminación. El juego de luces creaba un ambiente cinematográfico en el que lo mismo dibujaba las siluetas de los músicos, vestidos como siempre de negro, sobre fondos blancos, grises y hasta bañaba de rojo el escenario.
Fueron 21 canciones en total, dos encores y el peso de los recuerdos. Porque la relación de la agrupación con nuestro país se puede medir en años y en decibeles pero también en grados Ritcher. Porque cada vez que viene Interpol a México retiembla en sus centros la tierra.
