The Naked Director, la serie que desnuda el origen del porno japonés
Con películas estilo documental y ángulos que no se habían aplicado, Toru Muranishi revolucionó una industria que se había mantenido estancada, sin una idea clara de cómo innovar y crear el “Imperio del sexo”.
Este controversial personaje, mejor conocido como el “Emperador del Porno”, es el protagonista de la más reciente producción original japonesa de Netflix, The Naked Director (El director desnudo) una exploración a un Japón que en pocas ocasiones había llegado hasta nosotros.
El Sol Naciente sexual
Concebimos que en Japón pondera una sociedad extremadamente individualista, donde contacto físico es mínimo, las llamadas por teléfono en público son mal vistas y son escasas las conversaciones entre extraños. Nadie quiere ser molestado por otras personas y sus problemas, por lo que se interioriza todo.
En un principio, la serie de Muranishi se presenta como una persona más sumida en una vida monótona: con el dinero justo para sobrevivir, con un desempeño mediocre en su trabajo y con una vida sexual decepcionante.
Su encuentro con Toshi, un creador de pornografía amateur, lo adentra en un mundo subterráneo del que pocos tienen conocimiento. No es que se niegue su existencia, simplemente la sociedad optaba por obviar su existencia, imaginando que al no hablar del tema será enterrado por el ajetreo de una vida monótona.
Muranishi, consciente de la mina de oro en la que se encuentra, decide tomar la cámara y producir sus propias, y en ocasiones retorcidas, películas porno.
Crimen, castigo y sexo
La dirección de Masaharu Take no sólo presenta el lado sexual de Tokio, también se adentra en el mundo criminal al mostrar los constantes problemas legales que Muranishi enfrentó.
En el tiempo, el mercado se regía por sensores que analizaban cada video para constatar que todas las normas se habían seguido. La constante vigilancia dio lugar a cintas “prohibidas” llamadas ura, que circulaban en el mercado negro del país.
Las leyes no eran claras, por lo que mayor parte de la vida de Muranishi se desarrollaba en dos lugares: en los sets de filmación y en las cárceles del Estado que buscaban regular las “innovaciones” del controversial director.
Es en este punto donde la serie vira y se convierte una constante persecución para juzgar y arrestar a la mente detrás de los videos que todos los hombres de Japón deseaban ver.
Al final, el objetivo de Muranishi de “vender el deseo sexual” se convierte en una aventura inédita por el mundo erótico japonés.
