Maldita adicción a la música: primero los conciertos, después lo demás

Delante de mí hay una adicta a la música en vivo. Tanto, que anoche fue a un concierto y cuando termine esta cerveza, subirá a un Uber para ir volando a otro.
“Si el año pasado fui a 80 shows y llevo siete años en la Ciudad de México… si multiplicamos 80 por 7, son 560 conciertos… pero pongamos mejor 400, porque no creo que durante el primer año me haya aventado los 80 conciertos. Imagínate, en ocho años más podrían ser mil 1200 shows”, hace cuentas Taide Estivali, creadora de MalditxsMedia, una plataforma de difusión musical en ascenso.
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We can be ‘heroines’ just for one day
Dos días después de reunirme con ella en esa cervecería, le pregunté a una amiga psicóloga si los conciertos podían generar una dependencia.
Esto escribió en WhatsApp la maestra en psicología clínica Nancy Castañeda: “Claro que sí. En el Sistema Nervioso tenemos un sistema de recompensas. Esa madre libera los neuroquímicos; o bueno, neurotransmisores, el placer a grandes rasgos. Aunque en realidad es dopamina, serotonita, adrenalina, noradrenalina, oxitocina. Podemos volvernos adictos a cualquier cosa.
“En el caso de los conciertos involucra no solo la cuestión neuroquímica, sino también el sistema estructural, es decir el estímulo que se presenta.
“Podría parecer que el concierto como estímulo podría generar una repetición y, al final, una habituación, una costumbre; pero como se trata de artistas diferentes, ambientes, lugares, personas y escenarios distintos, termina por resultar un estimulante a tope. Así que, como un adicto, el concierto sería su dosis de heroína”.
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Igual que Mark Renton, el protagonista de “Trainspotting”, Taide hizo lo necesario por asegurarse una dosis, un pinchazo de decibeles. En su caso, mudarse de su natal Ciudad Juárez, donde privaba la seguía sonora, a la capital del país, en donde puede tachar varios de su lista en una misma semana.

Taide Estivali
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Diseñadora Gráfica, reportera y fotógrafa, a la chihuahuense la forma de capitalizar su dependencia se presentó en la misma forma que a William, el joven protagonista de “Almost Famous”, la película de Cameron Crowe, que se fue de gira con Stillwater. A la banda ficticia a le dedicó una portada en Rolling Stone.
Taide colaboró en varios sitios de música hasta que un día, en uno de ellos le jugaron una mala pasada. Taidé se había apuntado para cubrir un concierto de Vanesa Zamora, pero al encargado de acreditarla, “se le olvidó enviar el correo”.
“Me enojé muchísimo. Me cansé de que jugaran con mi tiempo y de que a este güey se le olvidara algo que era muy importante para mí, sólo porque a él no le interesaba ese concierto. Siempre había querido tener mi propio medio, así que esa fue la oportunidad de llevarlo a cabo… y por eso les di las gracias”.
Dicen los New Radicals: “Tienes la música dentro de ti. No la dejes escapar”. Y eso fue lo que ella hizo.
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La inspiración para bautizar su sitio vino de uno de sus exnovios. El aludido la dejó plantada para largarse a un concierto de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio.
La venganza es un plato que se sirve frío, se lee en los créditos de “Kill Bill”.
Y después de conocer la historia de Malditxs Media, queda claro que su creadora ha disfrutado de la dulzura de su vendetta como si se tratara de un helado.
“Me enojé tanto porque ese güey se fue a ver a La Maldita, pero dije: “Ah, cabrón… malditas suena muy chido”.
Así empezó. Igual que la necesidad de colocar un escaparate propio para hablar de música, para compartir su adicción con otras orejas sedientas. Donde a un imbécil no se le olvidara enviar un correo de acreditación porque a él no le gustaba Vanessa Zamora.
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Titubeó. Pero cogió fuerza de un recuerdo. En la escuela le dejaron de tarea hacer una revista y ella eligió encargarse de la sección de música.
“Aunque en Juárez no podía cubrir tres conciertos por semana”, matiza.
Tenía las herramientas. Escribía, sabía tomar fotos y era diseñadora. Además, ya instalada en la CDMX había colaborado en Chidas, un medio musical en el que trabajaban sólo mujeres. Taide le dio una vuelta de tuerca. Se reuniría de morras, sí, pero también de personas de la comunidad LGBTQ+. Todo donde no hubiera un “vato hetero que se aprovechara de su jerarquía, este es un espacio inclusivo y seguro”.
Maldita felicidad, malditx adicción
Hace ya un año que Malditxs vio la luz. Le ha brindado un escaparate a nuevas y jóvenes encarnaciones de Williams y a Taide, además de drenarle el bolsillo y privarla de horas de sueño, le inyecta dopamina, serotonita, adrenalina, noradrenalina, oxitocina y todos los neurotransmisores de los que habló Nancy.
Malditxs no es un grupo de autoayuda. Nada más lejos de ello, porque en vez de curarla, fomenta la adicción a la música en vivo. Recluta a otros dependientes que se rinden a los mandatos de su Ser Superior: atáscate las orejas hasta la sobredosis.
Ahora Taide coordina a otrxs reporterxs y fotógrafxs que, igual que ella, colocan a la música por encima de todo.
Exposición: MalditxsMedia
Como aquella vez que Taide se gastó una beca estudiantil en un abono para el Vive Latino, las horas que invirtió como estudiante descargando canciones de Ares, mucho antes de los algoritmos; o cuando se largó de una reunión familiar en casa de su ex novio para ir a un concierto.
“A ver, es que era una banda ochentera, ¿qué tal que los gueyes se morían y nunca los veía en vivo. Hasta mi mamá sabe que primero están los conciertos y después lo dem{as. En mi familia presumen mucho que tomo fotos de conciertos, ¡qué chido que no presumen que no gano varo de eso”.
Lo que sí presume es la exposición de fotografías tomadas por lxs malditxs acólitxs a los que encabeza y que recientemente tuvo lugar en el Anti Club, para celebrar el aniversario del MalditxsMedia.
Taide apura su cerveza y confirma en la pantalla del teléfono la cercanía de su Uber. La miro partir hacia el encuentro con la música en vivo y recuerdo una frase de RockNRolla, el filme de Guy Ritchie: “La droga es tu padre putativo”.