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Así viví Restart-19, el concierto en Alemania para analizar el coronavirus

Por: Moreli Paredes 22 Sep 2020
Los únicos requisitos para ser parte de Restart-19 eran tener entre 18 y 50 años y dar negativo a un test de Covid-19 dos días antes del concierto.
Así viví Restart-19, el concierto en Alemania para analizar el coronavirus

El 22 de agosto en Alemania tuvo lugar el primer concierto masivo en espacios cerrados del mundo, desde que estalló la pandemia de coronavirus. Restart-19 se llamó.

Tim Bendzko, uno de los cantantes más populares en este país, fue el encargado de amenizarlo y por una buena causa: analizar los distintos escenarios que podrían contener la propagación del COVID-19 en eventos masivos.

Fueron convocadas 4,000 personas, 1,900 se inscribieron, pero solo 1,400 nos presentamos.

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Dresscode: cubrebocas riguroso

Invertí 10 horas en autobús desde el poblado en que habito, para llegar a la Quarterback Immobilien Arena en Leipzig, la ciudad de la cultura alemana. Afuera tenía lugar el clásico alboroto que tanto extrañé de los conciertos, los filtros de seguridad y la gente haciendo fila con su boleto en la mano.

Casi podía sentirse normal, de no ser por los asistentes usábamos cubrebocas con apariencia industrial. Me reía de recordar las hordas de fans que asistimos “uniformados” a los conciertos en la vieja normalidad. Esta vez las mascarillas representaba ese toque “particular” en el outfit.

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Me hice la prueba

El proceso para asistir al concierto/experimento Restart-19 inició meses antes, cuando el Departamento de Enfermedades Infecciosas Clínicas y el Instituto de Epidemiología Médica, Biometría e Informática de la Universidad de Medicina Halle nos convocó mediante un registro online.

Los únicos requisitos para ser parte de Restart-19 eran tener entre 18 y 50 años y dar negativo a un test de Covid-19 dos días antes del concierto.

Una semana antes del concierto de Tim Bendzko, recibí en mi casa un paquete con la prueba y las instrucciones para realizarla. 48 horas antes de iniciar mi viaje, raspé mi garganta con un hisopo gigante. Lo introduje en un tubito, lo etiqueté y lo envié por correo tradicional esperando llegara a tiempo. Recibí por email la confirmación durante la madrugada anterior al evento.

Una falla nos retrasó

El primer filtro de seguridad se encontraba afuera de la Arena. A cada asistente se le entregaba un envase con gel antibacterial fluorescente, una mascarilla FFP2 y un dispositivo para medir el nivel de contacto con otros participantes.

Este último artículo provocó que el experimento se retrasara casi una hora, pues hubo un fallo en su programación. Para resolverlo, se tuvo que registrar nuevamente a los invitados.

Tres conciertos en uno

La dinámica dentro del concierto era simple. El doctor Stefan Moriz, jefe de la investigación nos repetía a cada rato lo que debíamos hacer. Sobre todo, no abandonar a menos que nos lo indicaran. A lo largo del día, el arista ofreció tres conciertos, cada uno con una duración de 20 minutos.

En la primera simulación, la entradas a la sala era normal. La gente podía aglomerarse y aunque se dispusieron sillas, podíamos estar lo más cerca posible una persona de la otra. Mientras tanto, las máquinas de vapor simulaban los fluidos que viajan de un asistente a otro normalmente en los conciertos.

Aunque no había una restricción explícita, el público permaneció sentado todo el tiempo. Tristemente tampoco se podían leer las expresiones faciales ya que el uso de mascarilla fue obligatorio durante el experimento.

Para el segundo concierto, había una silla desocupada entre cada asistente y para el tercero, se aseguró que todos conserváramos el 1.5 metros de distancia entre personas.

Hubo comida, bebida y baño

Durante las pausas, coincidíamos en las salas comunes. Ahí se podían canjear unos cupones por comida y bebida e inclusivamente, se podía ir al baño.

Puedo concluir que quedaron atrás los tiempos en los que compartimos el sudor de los desconocidos mientras escuchábamos nuestra rola favorita en vivo. Por eso, me sentí  decepcionada cuando no pude saltar o abrazar a mi compañero de conciertos mientras Tim Bendzko interpretaba “Hoch”.

No me gusta esta nueva realidad. Mucho menos en los conciertos. Pero me siento afortunada de haber vivido la experiencia.

Habrá que esperar hasta que los resultados de este experimento nos ofrezcan un protocolo de seguridad para asistir a eventos con grandes cantidades de gente como lo fue Restart-19. Según el doctor Stefan Moriz será Octubre.

Entre tanto, mi corazón extraña los conciertos. Pero si los queremos de vuelta, hay que ser pacientes.

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