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Las diosas del reggaeton: Rosa Pistola, ni con el pétalo de una .45

Escrito por:Arturo Flores

No tiene empacho en decir que su padre estuvo relacionado con el narcotráfico en Colombia. Debido a ello tuvo una niñez convulsa, que transitaba entre momentos en los que su familia tuvo lujos absurdos y otros en los que no había pan que llevarse a la boca. Ella lo resume en una frase que alude a su nombre artístico: “Yo crecí en medio de la guerra”.

Rosa Pistola, Laura Puentes, se hizo adicta desde muy temprano al baile en pareja. Porque drogas químicas, gracias la trágica muerte de su padre a causa de una sobredosis de cocaína, no consume. Fuma mariguana sí, pero ni siquiera bebe alcohol y desde hace tiempo es vegana.

Cerca de su casa en Bogotá se vivía una gran violencia, por lo que no tenía permiso de su madre para salir con los amigos. Rosa encontró su refugio en grabar canciones que pasaban en la radio en casetes para reutilizar. Así fue adquiriendo un gusto que definitivamente podría explicar su más reciente EP, La línea del SEXXX, en el que reunió a sus productores y MC’s favoritos para que trabajaran y ella pusiera sus canciones en los perreos a los que es invi- tada. Porque fiel a su espíritu punk —Rosa se volvió viral luego de declarar al periódico español El País que el reggaeton es el punk latinoamericano— no le agrada poner hits cuando se coloca detrás de las máquinas. Lo suyo es el reggaeton under. Más allá de su imagen en la que se conjugan los elementos de su nombre artístico, la delicadeza de una flor con lo letal que podría resultar un arma, la también diseñadora de la línea RtP, reconoce en el reggaeton una descomunal energía sexual. Y no le incomoda en lo más mínimo ejercerla desde sus mezclas, para poner a bailar y divertirse a la audiencia.

“Para mí, explorar la sexualidad siempre ha sido muy importante. En casi cualquier actividad humana existe esa energía sexual, esa relación de poder y dominación entre las personas. Si eres hombre, mujer o trans, si trabajas en un comedor o arreglando autos, siempre habrá alguien que quiera menospreciar lo que haces. Porque vivir en sociedad es entrar en un juego de poder y dominación. Incluso tocar música es ejercer esa dominación. Cuando yo estoy detrás de los players y la gente se prende, yo me siento una dominadora de quienes me escuchan”.

 

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