La Diplomacia de Kakkmaddafakka

Por: Tamara Tapia Luna

Fotos: Óscar Villanueva Dorantes @theOzcorp

Lo que se vivió el 25 de octubre en El plaza fue una noche de “diplomacia”, donde cientos de personas se reunieron para celebrar junto a la banda noruega la diversidad, esa misma que los unió en baile y canto durante las 20 canciones con las que nos deleitó la agrupación. Entre gritos, empujones y brincos, Kakkmaddafakka celebró con su público de la CDMX el estreno de su quinto álbum, Diplomacy.

La espera no fue larga, un juego de luces de colores que parpadeaban al tiempo del conteo regresivo, anunció el inicio del evento y mientras el ritmo de la música incrementaba la gente se aceleraba y algunos eufóricos buscaban abrirse paso hacia adelante. A las 21:00 en punto el recinto se cimbró con los saltos del público emocionado con la aparición de los músicos,
quienes uno a uno fueron saliendo del backstage anunciando su llegada al frente del escenario.

Al estilo Mercury
La primera canción, “Touching” inició con un “I wanna do something! What´d you wanna do?” A lo que el público respondió coreando “Dance!”. En el escenario se vivía una energía casi teatral, los integrantes Axel, Pål, Stian, Emin y Kristoffer bailaban coordinados al ritmo de la música, simulando una coreografía con sus instrumentos que parecían formar parte de ellos.
Presentaron el evento con seis canciones de sus producciones anteriores, de las cuales destacan “Neighbourhood”, “Someone New” y “Young”, que lograron levantar aún más los ánimos de la gente. Axel pedía a los asistentes cantar después de él, al estilo Freddy Mercury, siendo esta una forma de comunicarse con su audiencia, no hacía falta decir más, público y músicos estaban en sintonía y aún así el vocalista se esforzaba diciendo probablemente la única palabra que recordaba en español: “Gracias”.

Hit tras hit
Con presentaciones en Monterrey, en el festival Coordenada de Guadalajara, Puebla y culminando el recorrido en la Ciudad de México con un sold out en un recinto con capacidad para 2,600 personas, siendo ésta su quinta vez en México, la banda mencionó estar orgullosa de tocar de nuevo en tierras mexicanas.

“Moon man” y “Sin” fueron las canciones con las que presentaron la primera parte de su nuevo álbum. Pero “Frequency” logró poner frenéticos a los espectadores, quienes bailaban al ritmo de los sintetizadores, un nuevo sonido con el que experimentan en “Diplomacy”. “¡Ahuevo, perros!” “¡Me puedo morir ahorita! ¡Ya me quiero morir!” entre otros comentarios que denotaban lo extasiados que se encontraban los asistentes que bailaban a empujone levantando los brazos y dejándose llevar por la música de los noruegos, quienes jugaban con la energía del público elevándolos cada vez más.

La mitad del concierto llegó con “Is she” y “Gangsta” como un recuerdo de “Hest”, su segundo álbum lanzado en 2011, lo cual llenó de nostalgia al público, que coreaba la letra de las canciones junto con los hermanos Axel y Pål. Los integrantes que habían llegado de camisa y peinado al lugar, se encontraban transformados, la ropa en el suelo y el cabello suelto, pero la energía seguía a tope, generando con su música una imperante necesidad de mover el cuerpo sin control.
Los músicos sorprendieron con “Young you”, una canción dedicada a México, seguida de “My Name”, “Runaway girl” y “Your girl”.

¿Dónde está mi cerveza?
Con “Restless”, la favorita y la que los catapultó al éxito, se despedían del público dejándonos llenos de energía, adrenalina y ganas de más. En cuanto terminó la canción salieron del escenario, se apagaron las luces y enseguida la gente comenzó a gritar su nombre una y otra vez con la seguridad de que ese no era todavía el final.
Y no lo fue, la agrupación regresó con “Naked Blue” uno de sus más grandes éxitos, llenando de satisfacción a los asistentes. A ésta, le siguió la canción “Mamba negra” un sencillo del proyecto como solista de Sti Cobra, el bajista de la banda, quien sorprendió a todos cantando en español “¿Donde está mi cerveza? ¿donde está mi corona?”, cantaba el bajista mientras los asistentes levantaban sus vasos de cerveza.
El público sabía que era el final en cuanto comenzó a sonar “Forever Alone”, la canción con la que acostumbran a despedir sus conciertos, la energía de todos se exacerbó y después todo terminó. Entre aplausos, gritos y chiflidos los músicos agradecían y se acercaban al público, aventaban cosas, reían, ondeaban la bandera con el nombre de la banda y se tomaban
fotografías.
Lograron un espectáculo como pocos, donde todo el auditorio se encontró en perfecta sincronía con la música y el descontrol.

Los Kakkmaddafakka lo saben, el público mexicano es suyo.