Álex González: Maná, De la Tierra y su propio tequila
Álex “El Animal” González es baterista de la banda de rock pop por definición, Maná, pero lo es también de la agrupación de metal De la Tierra, en la que comparte con Andrés Giménez, de A.N.I.M.A.L.; Andreas Kisser, de Sepultura, y Harold Hopkins, de Puya.
Nos conectamos para platicar de “Distintos”, el más reciente sencillo de De la Tierra, y de las colaboraciones que está haciendo con artistas como Sebastián Yatra, Pablo Alborán y recientemente Joy, en nuevas versiones de los clásicos de Maná.
Pero la charla sirvió para que nos contara de su opinión del reggaetón, La invitación que le hicieron a un homenaje a Neil Peart, de Rush; sus discos favoritos de los grupos de sus amigos y hasta su paso por la industria restaurantera.
Hay un meme que se burla de lo mucho que debió aburrirse John Bonham en los primeros cuatro minutos de “Stairway to Heaven”, ¿cómo reaccionaste cuando te presentaron el borrador de “Distintos”?
La primera versión la escuché en el camerino del Festival Hell & Heaven. Andreas estaba calentando los dedos y de repente, empezó a tocar unos acordes. Volteamos y le dijimos: “eso esta bellísimo”. Le preguntamos qué onda con eso y él dijo que era una idea que tenía para una canción. Entonces Andrés Giménez tomó su iPhone y empezó a improvisar frases y guardamos toda la idea.
Teníamos pensando grabar el nuevo álbum del De La Tierra en 2019. Ya teníamos apartado a Joe Barresi, que fue el ingeniero que mezcló “De La Tierra II”, que estaba trabajando en el nuevo disco de Tool. En el ínter, cada uno de nosotros tenía compromisos con nuestras bandas.
Sepultura, Maná y Puya estaban de gira. Ese mismo año nos encontramos en Miami. Entramos a un cuarto de ensayo en las oficinas de Gibson y durante diez días estuvimos desarrollando todos los demos que teníamos.
Ahí estaba “Distintos”. Yo no había escuchado la letra, pero la música que era toda eléctrico, súper densa y pesada. Total, armamos las 15 canciones que grabaríamos. Íbamos a entrar al estudio en mayo de 2020, pero en marzo vino la pandemia.
Andreas nos propuso que mientras hiciéramos el intento de grabar una canción cada uno desde su casa. Él mandó los demos con las guitarras eléctricas y Andrés propuso que mejor lo hiciéramos acústico para sorprender a la gente. A mi eso me pareció lo más metalero del mundo (risas).
Andreas grabó las guitarras en São Paulo, Brasil; Andrés Giménez la voz y unos teclados Buenos Aires, Argentina y yo grabé la batería en mi estudio de Guadalajara. Harold hizo su parte de bajo en San Juan, Puerto Rico. Mandamos los archivos a Miami nuestro ingeniero Stanley Suarez, grabó y mezcló el primer disco de De La Tierra.
Cuando la escuchamos terminada dijimos: “esto suena increíble, parece que hubiéramos estado los cuatro juntos en el estudio”.
Pero respondiendo a tu pregunta, la reacción de la gente fue muy positiva. Muchos ni siquiera se imaginaban que De La Tierra pudiera hacer algo así. Pero uno puede ser igual de heavy sin tener que usar distorsión.
Lo que dice la letra es heavy, cómo está grabada la música está bien heavy y la canción tiene también un feeling algo folclórico. Hay una guitarra acústica española y yo toco unos toms medios tribales. Harold usa un bajo súper pesado, pero a la vez bien melódico y Andrés canta con un sentimiento que se le da muy bien.
Para nosotros es muy importante que además del metal, se escuchen nuestras raíces latinas.
Cuando surgió De la Tierra y me incluyo, pensamos que De La Tierra era un súper grupo pasajero, que no pasaría de un disco. La salida de Flavio Ciancianrulo alimentó esa idea. ¿Qué es lo que los ha mantenido unidos?
En primer lugar, no nos creemos un súper grupo. No soportamos ese término, le hemos dicho a la compañía de discos que por favor no utilice esa palabra.
Somos un grupo nuevo, un grupo de cuatro amigos que disfrutan mucho tocar. Ahora, sabíamos desde el principio que el problema más difícil que enfrentaríamos sería cuadrar las agendas para no descuidar nuestras obligaciones con nuestros grupos y al mismo tiempo estar en De La Tierra.
Cuando íbamos a empezar la promoción del disco “De La Tierra II”, Flavio nos dijo: “oigan chicos, yo me quiero salir de la banda”. ¡Nos agarró fuera de curva! Nosotros lo veíamos muy muy contento, no nos lo esperábamos.
Pero Flavio nos dijo: “es que ustedes tres son todo terreno, unos 4×4, traen todavía mucho empuje”. Flavio ya no quería estar lejos de su casa y de su familia, prefería seguir con sus proyectos y escribir mucho. Uno no puede obliga a un amigo a quedarse a la fuerza en una banda.
Lo entendimos y hasta la fecha seguimos siendo amigos suyos. Pero la banda no iba a parar. Nos tardamos seis meses en reactivar. Se nos fue completo el 2016, pero encontramos a Harold, que venía de otro lugar de Latinoamérica. Antes teníamos a dos argentinos, con su llegada se pudo incorporar la región caribeña.
La buena mancuerna que hicimos se notará mucho en el nuevo disco.
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Maná formó parte de una tendencia de bandas que cantaban en español cuando la moda era hacerla en inglés. Hoy militas en una banda de metal cuando al mundo de la música lo domina el género urbano, ¿cómo te va con eso?
El rock en español no ha muerto. Gracias a Dios tenemos Internet. Ahí puedes buscar lo que te gusta y sabes que lo vas a encontrar.
Cuando yo empecé en Sombrero Verde tenía 15 años y no estaciones de radio que tocaran rock en español. Tocaban música en español, pero eran baladas de Julio Iglesias.
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Afortunadamente, a nuestra generación nos tocó vivir toda la movida del rock en español que venía de Argentina y España. Así nos llegó a México y eso representó un despertar muy cabrón para las disqueras y las estaciones de radio.
Una de las primeras bandas que estaba tocando metal en español, que yo recuerde, era Cristal y Acero. Eso hizo que todos nos preguntáramos, ¿por qué si vivo en México tengo que cantar en inglés?
Ahora el español se ha puesto de moda. Me gusta que esté de moda la música latina en el mundo. Pero a las discográficas perdieron el interés por salir a buscar bandas de rock. Ya no hay A&R que vayan a los bares, a los clubes y a los lugares underground a buscar esas futuras bandas.
Por eso qué bueno que tenemos Internet, podemos subir una canción, un vídeo y darnos a conocer. Las bandas se promueven sin la necesidad de tener una compañía detrás. Claro que hay público para el rock, sólo hay que ver los festivales que se arman.
Lo que no se puede negar es que las percusiones de la música urbana no son como las baterías que tú tocas.
Yo respeto todos los géneros, independientemente de si es algo que escucho o no. Al final se trata de gente que se está expresando y es arte, es música.
Por ejemplo, nunca me enganché con el rap, pero lo que de repente me gustaba eran los beats. Hay buenos sampleos de canciones muy viejas, como de James Brown. En la música no hay reglas, lo importante es que uno muestre su creatividad. Lo mismo pasa con el reggaetón. El único problema que tengo con él, es que para mí es el mismo beat reciclado un millón de veces. Lo mismo con el trap y la banda.
A veces mis hijas me ponen algunos artistas que se están animando a cambiar el beat. Eso es lo chingón del rock & roll, el jazz y los géneros que te ofrecen la posibilidad de tocar en diferentes ritmos.
Pero eso de sonar a lo mismo también pasa con AC/DC. Es una banda a la que amo, pero todas sus canciones suenan algunas muy parecidas. Ellos se basan mucho en el blues y es válido. Pero para mí, no hay nada como tocar una batería de verdad.
Dices que de tus compañeros de De la Tierra también eres fan, ¿cuál es el disco que mas te gusta de Sepultura, de A.N.I.M.A.L. y de Puya?
Es muy difícil elegir un álbum. En el caso de Puya, me hice fan cuando escuché la canción “Oasis”. Vi el video y pensé que era increíble la fusión entre metal y música puertorriqueña.
Con Sepultura pasó exactamente lo mismo. Escuché los álbumes “Chaos A.D.” y “Roots”. Ese último me me voló la cabeza. Cuando conocí a Andreas en São Paulo hicimos una buena amistad y lo invitamos a ver a Maná en Rio y hasta se subió a tocar “Corazón espinado”. con nosotros.
En el caso de A.N.I.M.A.L., al grupo lo descubrí viéndolos tocar en vivo en “Headbangers Ball” en MTV Latino. No me acuerdo de la canción pero sí lo bien que tocaba Martín Carrizo. Como estábamos en la misma disquera, le pedí a Warner que me mandara todos los discos de A.N.I.M.A.L.
Con Los Fabulosos Cadillacs más que un disco, fue la canción “Matador” la que me marcó. Me encantaba que traían la onda Madness.
Aunque la discografía de De la Tierra todavía es breve, la de Maná es muy amplia, ¿cuál es la canción de ambas agrupaciones de la que te sientes más orgulloso por ti, por lo que lograste en la batería?
Tu pregunta es difícil de contestar. Maná es una banda de pop rock en la que hacemos muchas fusiones. Cuando entro al estudio tengo la intención de hacer el mejor trabajo posible, igual que De la Tierra, pero nunca estoy pensando en impresionar a la gente que me está escuchando. Lo que pienso es qué necesita la canción.
Si de repente hay un espacio en el que puedo meter un redoble un break medio atascado, lo hago. Hay canciones en las que aplica y otras en las que no.
Hace poco me llamaron para participar en un tributo a Neil Peart, de Rush. Me lo pidió la revista Modern Drummer. Ahí aparezco junto a bateristas como Chad Smith, de Red Chili Peppers, cantidad de bateristas impresionantes que ya son de clínica; entonces fue un solo que hice de manera en tributo a Neil Peart, me sentí muy honrado que me hayan buscado para ser parte de esto.
Siempre ha sido mi intención inspirar, que cuando la gente me vea quiera aprender a tocar una batería o una guitarra y armar su propio grupo. Así me pasa hasta la fecha. Me encanta ver mensajes diciéndome: “mi hija está tocando la batería porque tú la inspiraste a que lo hiciera”. Incluso he visto a gente adulta aprendiendo a tocar, sobre todo porque con la pandemia se dieron el tiempo.
Mi papá me dio un consejo cuando era chico: “hijo, no te preocupes por impresionar a los demás, preocúpate por impresionarte a ti”. Es una actitud muy chingona. Lamentablemente hay gente que se la vive preocupada por impresionar a los demás y yo no. Primero me preocupo por hacer el mejor trabajo posible y yo sé que si lo hago bien va a conectar con la gente.
Nunca me he clavado con los prejuicios o esas preocupaciones, me he tratado de preocupar por hacer lo mejor posible y siempre estoy en esa búsqueda.
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No es nuevo que Maná realice duetos, ¿por qué ahora hacer un disco exclusivamente de ellos?
Lo veníamos preparando desde el año pasado. Invitamos a muchos colegas y amigos, cantantes solistas y grupos, a que hicieran nuevas versiones de las canciones que ya todo mundo conoce de Maná.
La idea surgió cuando nos dieron el premio a Grupo del Año en los Latin Grammy hace un par de años. Estábamos en la ceremonia y ahí los colegas tocaron versiones de nuestra música que no tenían nada que ver con las canciones originales.
Se volvió un reto para nosotros reconocer de cuál se trataba antes de que empezaran a cantar, porque había géneros muy distintos entre lo que presentaban. Así nos imaginamos lo interesante que sería descubrir cómo otras personas pueden imaginarse una canción de Maná.
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La buena noticia es que por fin vamos a hacer un nuevo álbum. Han pasado casi de seis años desde el último que fue “Cama Incendiada”, de 2015. Queremos entrar al estudio a finales del 2021, porque hemos aprovechado el tiempo escribiendo ideas, ritmos de batería y hasta canciones completas.
La idea es sacar ese disco para en 2022. He tenido mucho tiempo para reflexionar en la historia de Maná y en la mía como baterista. Hay cosas que me jalando a volver al inicio porque aunque queremos hacer cosas nuevas, nunca sin perder nuestra esencia.
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Por último, además de la música, la gastronomía es otra de tus pasiones. Tuviste “De Santos”, tu propio restaurante. ¿Qué te parece que a las nuevas generaciones quieren ser chefstars antes que rockstars?
¡Hay muchos stars! Sobre todo tiktokstars (risas). Pero está bien, yo deseo que a todo el mundo que le vaya bien, que encuentre su pasión en algo que los motive y los haga felices.
Del rollo de los restaurantes me salí en 2013. Me mata la comida y me encanta beber, son las cosas que más disfruto. Tanto con Maná como con De la Tierra, agradezco poder viajar para conocer otras culturas y otras comidas. Es un agasajo salir de gira.
Armé un restaurante para traer gente a que pasara un buen rato, comieran, bebieran y echaran desmadre. El primero lo abrí en Puerto Vallarta en 1999 y estuvo hasta 2013. También había uno en Nueva York, pero lamentablemente lo tuve que cerrar porque la dueña puso el edificio a la venta.
Cuando me salí del negocio, quería seguir haciendo algo que tuviera que ver con los restaurantes y como me gusta echarme mis drinks me animé a lanzar mi propio tequila. Se llama “Mala vida” y es una marca boutique, sin sabores ni colores artificiales, 100 por ciento natural y orgánico.
Ha sido una aventura que he disfrutado mucho, porque el alcohol y el rock & roll son el matrimonio perfecto.
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Este año, Álex González prepara más lanzamientos junto a Maná y De la Tierra.
