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King Diamond: nos bautizaron con cerveza (ojalá haya sido)

Por: Arturo J. Flores 11 Dic 2024
King Diamond se presentó en la Explanada del Estadio Azteca con la gira The Saint Lucifer’s Hospital Tour y así lo vivimos.
King Diamond: nos bautizaron con cerveza (ojalá haya sido)
KING DIAMOND CERRó SU TOUR ACTUAL EN LA CDMX.

En las pupilas de Luna se distinguen dos estrellas de cinco picos. “Así lucen mis ojos cuando voy a ver a un satanista”, escribe mi amiga en su historia de Instagram, a propósito del filtro que utiliza. Va camino al concierto de King Diamond en la Explanada del Estadio Azteca.

 

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Gabriel y yo completamos un trayecto de más de una hora y media desde el centro hasta la colonia Santa Úrsula. Llevamos cada una lata de Miller en las manos mientras suena una playlist del danés de 68 años. El tocayo del Arcángel favorito de Dios me platica que unos días antes asistió a la presentación de Dream Theater en ese mismo escenario.

Asistimos a un ritual del Templo de Satán

“Se agradece que las chelas cuesten 160 pesos”, dice antes de sorber otro trago a su lata.

Lo dice porque en el último concierto que acudimos juntos, el de Iron Maiden, el vaso ya se compraba casi en 200.

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Un alambre satánico con queso antes del ritual

Frente a la puerta tres del estadio que servirá como sede del Mundial tripartito en 2025, hay una taquería que esta noche se puso las pilas. Las mesas lucen atestadas de bebedores vestidos rigurosamente de negro. En una astuta decisión, el propietario ha cambiado los corridos tumbados y el reggaetón que usualmente ha de sonar en su negocio por el falsete de King Diamond.

Un tipo con un chaleco tapizado de parches con los logotipos reconocibles de agrupaciones nórdicas devora con urgencia un apetitoso alambre mientras las bocinas ponen a prueba su resistencia escupiendo a todo volumen “Abigail”.

Gabriel y yo pasamos los tres retenes que nos separan del escenario. Los policías auscultan los cuerpos de los asistentes con la insistencia de un quiropráctico que te quiere enderezar la columna. Alguien le dijo a los uniformados que la próxima revolución iniciará con un ejército de rockeros armados con cinturones y cables de audífonos, así que están decididos a confiscar cuantos encuentren, como si se tratara de bombas molotov y estrellas ninja.

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La montaña de los infieles y otros rituales sexuales del mundo

Por distraído me traje los airpods en el bolsillo y he tenido que meterme el estuche en el tenis derecho, por lo que avanzo cojeando como si trajera un esguince. Después me tengo que meter a un sanimóvil para extraerlo con la sensación de que he metido al concierto una grapa de coca. Pienso en la ironía que estriba en prohibir el paso de un artefacto para escuchar música grabada a un lugar donde pronto sonarán varios decibeles de rock duro.

La última fecha del tour The Saint Lucifer’s Hospital.

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El diablo bendiga a los ingenieros

Poco después de las 9 por fin comienza lo que Luna, en la historia de Instagram que vi cuando Gabriel y yo veníamos para acá, calificó como un ritual. Ya después mi amiga me confirmaría lo mal que veía desde el VIP. Así pienso que será la vida después de la muerte si me voy al cielo: mucho menos entretenida que en el Infierno.

Lo último que se escucha antes de que salten al escenario los músicos de King es “The Wizard”, de la agrupación inglesa Uriah Heep, que un verso dice algo que más que una sugerencia, suena como una orden: “todos tienen que ser felices/ todos deberían cantar”. Y la cumplimos a cabalidad.

Una vez que termina, salen al proscenio los guitarristas Andy LaRocque, Mike Wead, el baterista Matt Thompson y el bajista Pontus Egberg. La cantante danesa Myrkur se coloca detrás del teclado, en una parte superior de la estructura del escenario, junto a la batería.

Diamond, nacido con el nombre que no usa, Kim Bendix Petersen, inaugura el concierto con una canción que suena muy ad hoc, Arrival, para después invocar A Mansion in Darkness. Antes, juega con unas muñecas terroríficas en un performance que queda inmortalizado en cientos de celulares.

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Las primeras dos canciones suenan terrible, pero por suerte, los ingenieros corrigen los yerros cuando llega “Halloween”.

King Diamond se mueve lento, pero con gran teatralidad, por el escenario. Agradece las muestras de cariño y euforia. Su voz suena espectacular, como si fuera la única parte de su cuerpo que no resiente los efectos del tiempo. El maquillaje contribuye a la ilusión de que lo que tenemos delante es un demonio atemporal, el mismo que musicalizó nuestros años de secundaria, preparatoria y universidad.

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El bautizo con cebada de King Diamond

Un total de 14 canciones son las que interpreta en poco mas de una hora con 20 minutos. Abajo, por momentos se desata el slam. Aunque los danzantes se golpean con mucho más prudencia. Quizá porque mañana hay que trabajar y no han depositado los aguinaldos.

“Spider Lilly”, “The invisible guests” y “Eye of the witch” (¿serán los ojos de la bruja como los de Luna?). A esta última antecede un copioso baño de cerveza (y aunque sea este concierto una celebración en nombre de Lucifer, rezo porque haya sido cerveza) que como bautizo nos cae encima.

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Volteo a ver al tocayo del Arcángel y poseído por la energía de Diamond, sólo tiene interés en ejecutar una feroz coreaografía de air guitar.

Cuando llega el encore, sabemos que King Diamond nos regalará una interpretación desgarradora de Abigail. Junto a Melissa (la canción que el danés canta junto a Mercyful Fate, la otra razón por la que lo adoramos), Abigail es el nombre de pila que más se le pone a las hijas de los metaleros. Pienso que la niña que alguien carga en los hombros para que alcance a ver, es probable que lleve uno de los dos.

A lo mejor, cuando crezca, también usará un filtro de Instagram que le dibuje dos pentagramas sobre las pupilas.

Uno nunca sabe.

 

 

 

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Foto perfil de Arturo J. Flores
Arturo J Flores Editor en Jefe Editor de Playboy México y Revista Open. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM con especialidad en periodismo. Autor de 12 libros entre novela, crónica y cuento. Ganador del premio de novela Justo Sierra O' Reilly por "Te lo juro por Saló". Guionista de TV, conferencista, locutor de radio, creador del podcast "Chelas y Bandas". Estamos hechos de historias y mi deber es contarlas.
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