La tarde que fui Butt-head viendo a Pantera

Cuando llegó el momento de cantar “Walk”, de Pantera, Phil H. Anselmo invitó a un niño a subir al escenario. Su nombre es Roman.
Era evidente que el pequeño tenía una discapacidad que le impedía moverse libremente. Pero tomado de la mano de Anselmo, gritó con seguridad y aplomo el coro de la canción número tres del disco “Vulgar display of power”.
Fotos: C. Ficklin
“Res-pect!”, le decía Roman al micrófono, transformando ese track icónico el metal en un pronunciamiento humano. Respeta y continua con tu camino.
Eso dejó claro “A vulgar display of Pantera”, el concierto en streaming que Philiph H. Anselmo and The Illegals ofreció el 9 de abril desde The Fillmore, en Nueva Orleans, la ciudad en la que hace 52 nació el cantante. Las canciones del grupo texano han envejecido bien.
Ya nos lo había dicho Philip en la entrevista que sostuvo con Playboy México, hay momentos en que le cuesta alcanzar los registros que hicieron reventar las bocinas de nuestros estéreos cuando todos éramos jóvenes.
Pese a ello, la interpretación de cortes como “Yesterday don’t mean shit” o “Fucking hostile” resultó sumamente emotiva por el contexto. No se trata sólo de las muertes de los hermanos Abbott (Dimebag en 2004 y Vinnie Paul en 2018), sino de que el cuarteto significó en la historia de la música heavy.
Aunque lo viéramos desde casa. Ya adultos. Cervecita en mano.
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ERRORES MÁGICOS
Cierto es que todos quisiéramos haber estado ahí. El paneo final del venue nos dejó claro que hubo un selecto grupo de invitados presente que coreó junto a Phil las 16 canciones que The Illegals interpretó.
Pero hubo momentos en los que se nos recordó que aquello era un concierto en vivo. Casi al principio, la banda se vio en la necesidad de interrumpir “New level” y volver a tocarla debido a una falla en el audio.
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También es indudable que Anselmo, con su medio siglo de edad y los problemas de espalda que tuvo en el pasado, ya no es más ese frontman arrebatado que sacudía el cráneo y saltaba como demente de extremo a extremo del escenario.
Pero su impresionante personalidad, sumado a su voz profunda y su característico gesto de enfado, nos continúa helando la sangre. Pantera es un felino que podrá haber perdido agilidad, pero continúa hincando los colmillos.
HOMENAJE A LOS ABBOTT
La ejecución de los músicos no tuvo desperdicio. Los riffs de Dimebag Darrell fueron respetuosamente invocados por Mike DeLeon y Stephen Taylor. En lo personal, cuando “This love” o “I’m broken” resonaron en la sala de mi casa, no me pude contener y me levanté del sillón para hacer air guitar.
Al término de dos tercios de la transmisión, el grupo hizo una pausa. En la pantalla de los televisores se proyectaron imágenes de los hermanos Abbott. Después, los músicos volvieron a tomar el stage para que Phil H. Anselmo, vestido con una camiseta en cuya espalda se leía “Classic no classy”, bermudas y descalzo, interpretara por segunda vez la emotiva “Suicide note Pt. 1” junto a Calvin Dover.
Cinco canciones más, entre las que destacó “Walk” en compañía del pequeño Roman, dieron por terminado este acontecimiento histórico.
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Para quienes nos conectamos desde el inicio, cuando la banda australiana King Parrot transmitió su actuación como teloneros, había llegado el momento de apagar la televisión y darle el último trago a una cerveza.
Me faltó un Beavis. Pero en mi cabeza yo era un Butt-head de MTV que repetía desde la sala, para el desconcierto de mi familia: “Do, Pantera! Do, Pantera!”.