Playbill: apestas más sin amor

Ortega y Gasset definió al enamoramiento como un estado de miseria mental en la que la vida de nuestra conciencia se empobrece.

Una de mis canciones favoritas se llama ‘Love hurts’ y es de Incubus. En el coro, Brandon Boyd pronuncia lo que me parece una dura verdad, pero primordial: “el amor duele, pero a veces duele bien porque me recuerda que estoy vivo”.
Estoy de acuerdo.

Lo dice alguien que escribió un libro que se llama El amor apesta.

Los científicos no son menos optimistas que los literatos. Existen estudios que han demostrado que durante el enamoramiento el cerebro secreta dopamina sin control. Dicho de otra forma, que se la pasa drogado el día entero al más puro estilo Mark Renton de Trainspotting. Incapaz de concentrarse, se va bombardeado de manera intermitente por evocaciones del receptáculo de nuestro amor.

Sostuvo el viajero Giuseppe Baretti que después de abjurar que la Tierra no se movía alrededor del sol, aunque lo más seguro es que se trate de un mito, el astrónomo italiano Galileo Galilei pronunciara frase en latín: Eppur si muove.

Me toca reconocer que quizá me haya equivocado. Si bien el amor podría interferir en nuestra vida diaria igual que el mosquito que te atormenta en medio de la noche y que cuando enciendes la lámpara, desaparece por arte de magia, al final esa inyección de dopamina, una droga natural y que no genera resaca, bien vale la pena por los topes que –tal vez y sólo tal vez– nos daremos algún día contra la pared.

El amor puede ser también un estado profundo de fuerza creativa. Para nuestra Playmate of The Year, Jaylene Cook, así fue. El pictorial que estás punto de disfrutar lo hizo al alimón con su pareja, el fotógrafo Josh Shaw. Es posible que si ambos no estuvieran enamorados no hubieran alcanzado semejante grado de intimidad.

Me desdigo.
Sí, el amor apesta. Pero apestamos más si no nos atrevemos a enamorarnos.
Hubo alguien que una vez me aclaró en palabras de Sigmund Freud que cuando decimos una palabra en vez de otra, tal vez no estemos del todo en un error.

Bukowski se refirió a “te amo” como aquellas difíciles palabras que siempre temió decir.

“El cerebro nunca se equivoca”, pronunció esa mujer de cianótica cabellera. Tal vez tenga razón.
Originalmente nunca hubiera escrito unas líneas para hablar bien del amor. Pero como (tal vez) dijo Galileo: y sin embargo, lo hice.
Feliz Navidad y Año Nuevo.