Sexualidad: Ahora que estás en una orgía

Las orgías y la Navidad se parecen mucho: resulta tan gratificante dar como recibir. Nancy Villaló ha estado en medio de varias bacanales. Le pido que me comparta la imagen más excitante que conserve de alguna y responde: “Una vez tenía a un chico y a una chica haciéndome un blow job; al mismo tiempo yo estaba dándole uno a otro tipo y en las manos tenía, por así decirlo, muchas cosas. Para rematar, llegó una chava a sentarse en mi cara”.

Siempre que quiere elevar la libido evoca esa imagen: “Eran demasiados lugares por donde llegaba el placer, mi necesidad de atención fue cubierta al 100 por cierto. Por unos minutos, fui la diosa de todo el mundo”.

Aunque la primera referencia histórica que nos viene a la cabeza cuando se menciona la palabra “orgía” son los griegos y los romanos, en realidad las prácticas de sexo grupal son tan antiguas como la humanidad misma.

Orgías, conspiraciones y asesinatos; la vida diaria de una noble romana

Al tercer emperador romano, Cayo Julio César Augusto Germánico, mejor conocido como Calígula, que reinó entre los años 37 y 41 A.C., le precede su fama de libertino. Se cuenta que era proclive a realizar cualquier cantidad de parafilias y excesos sexuales, entre ellos las orgías.

Después de cenar

El intercambio de fluidos entre más de dos personas es mencionado en textos tan antiguos y variados como el Kama Sutra, la Biblia y los relatos del Marqués de Sade.

El célebre francés además protagonizó en vida escenas tan escandalosas como las de sus libros; recordemos que escribió la más popular de ellas, Las 120 jornadas de Sodoma, mientras estaba encerrado en La Bastilla y trata, precisamente, de cuatro amigos libertinos que raptan a un grupo de adolescentes para sostener con ellos las orgías más abominables.

Así se lee en uno de los puntos del “Reglamento” que rige entre los muros del Castillo de Silling, donde tiene lugar la historia: “Terminada la cena, se pasará al salón de la reunión para la celebración de lo que se llama las orgías. Allí se encontrarán todos, los que hayan cenado aparte, y los que hayan cenado con los libertinos, pero siempre excepto los cuatro jodedores del servicio de noche. Todos estarán desnudos, todos mezclados, todos tumbados sobre cojines en el suelo, y semejantes a los animales, se cambiarán, se mezclarán, se cometerán incestos y adulterios, se sodomizará y siempre, salvo las desfloraciones, se entregarán a todos los excesos y a todos los desenfrenos que mejor puedan excitar la imaginación”.

De esa misma obra, el director italiano Pier Paolo Pasolini estrenó en 1975 una adaptación cinematográfica tan provocadora que, se rumora, le costó la vida y fue asesinado. Cuando encontraron su cadáver con fracturas múltiples y graves quemaduras, la policía descubrió que también le habían reventado a golpes los testículos.

Tan escandalosa resulta la idea de que más de dos seres humanos se relacionen sexualmente, porque nos han enseñado que es juego que debería ser de dos.

El fraude de las llaves

Desde el punto de vista médico, siempre y cuando la participación de las personas en la orgía sea voluntario y consciente, no como en Las 120 jornadas de Sodoma, además de observar las precauciones sanitarias adecuadas, no tendría por qué traer consecuencias negativas a quienes la practican, asegura la sexóloga y terapeuta de pareja Claudia Rampazzo.

Inclusive, subraya a experta, “en mi experiencia, si las personas se divierten y refieren tener experiencias positivas en el sexo grupal, lo seguirán practicando. Para algunas, incluso, puede representar una consolidación del vínculo y complicidad erótica de la pareja”.

Nancy Villaló, actriz y escritora, está de acuerdo con Rampazzo. Ha estado casada en dos ocasiones. Cuando ella apenas rondaba los 20, tuvo su primera experiencia de sexo grupal, junto a su primer marido y un par de amigas. Con su segundo marido, tuvo su primer ménage à trois junto a otro hombre y también comenzó a visitar bares swinger.

“Es maravilloso el respeto con el que alguien puede verte en ese ecosistema, sin importar que ambos estén desnudos y haya decenas de personas alrededor de una, masturbándose”, recuerda. “Yo he tenido sexo con muchos de mis amigos y lejos de afectar la relación, la fortalece”.

Aunque quienes pertenecen al ambiente swinger desde hace años consideran que series de televisión como El juego de las llaves, en el que se ilustra el intercambio de parejas, disponible a través de Amazon, dista mucho de parecerse a lo real, al final ayuda a que este tipo de prácticas comiencen a verse con mucha más normalidad.

Además, las redes sociales han facilitado el contacto entre quienes organizan y quienes desean participar en una orgía. Nada que ver con la escena de Ojos bien cerrados, la película de Stanley Kubrick, en la que Tom Cruise interpreta a un médico que llega, gracias a una contraseña provista por un viejo amigo, hasta a una mansión en la que tiene lugar una bacanal entre hombres adinerados y jovencitas enmascaradas.

“En culturas donde la práctica sexual no monogámica es considerada tabú, el sexo grupal se practica en lugares secretos; para una mentalidad conservadora puede parecer una costumbre obscena, pero ciertamente representa el gusto de muchas personas”, opina Rampazzo.

Villaló concluye estableciendo que las reglas para ser parte de uno de estos encuentros se pueden resumir en una frase: “si te gusta, quédate; si no te gusta, vete. Mejor quedarte a medio orgasmo que tener un mal recuerdo de por vida”.