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Yin Yang y la dualidad de nuestra existencia

Escrito por:Pedro Ferriz de Con

La historia de la humanidad es igual a una curva senoidal. Gráfica de máximos y mínimos que claramente señalan apogeo o decadencia. Desarrollo o progreso. Luz u oscuridad.

Nuestra presencia en el planeta Tierra es muy corta. Te lo voy a ejemplificar así: Si tomamos como línea de tiempo a un año calendario para expresar la edad de nuestro sol con sus planetas, la desaparición de los dinosaurios la tendríamos que colocar en el último segundo del 31 de diciembre.

Es decir… nosotros, los seres pensantes, llevamos nada viviendo aquí, ¡en lo que proclamamos nuestro!

En esa “nada” temporal, hemos desarrollado herramientas, auxilios y adaptaciones para esta vida.

Creencias, arte, ciencia, mitos, certezas…

Impulsos y retrocesos.

A veces nos acercamos a lo divino… otras, muy lejos de ello.

Por eso el yin yang como principio de la filosofía china, ubica dos energías opuestas que se necesitan y complementan.

La existencia de uno depende de la del otro.

El yin y yang es un símbolo de armonía debido al equilibrio que produce la interacción de las dos energías.

No puede haber lo blanco sin la existencia de lo negro. Bueno de lo malo. Éxtasis sin calamidad.

El hombre tiene algo de excelso y también de ruin. Tocamos cielo y el infierno, con la esperanza de aprender y entonces, evolucionar.

De hecho, se ha llegado a pensar en filosofía, que la vida no es otra cosa que un periodo de entendimiento empírico que nos permite optar por la superación o la perdición del sentido de nuestra existencia material.

… Y de ahí, la anhelada trascendencia, tan buscada en el corto paso de nuestro ser material.

Vivir y luego trascender, es el sentido más elevado del hombre. Llegar ahí es como encontrar la explicación de todo.

A veces la trascendencia es para derramar sabiduría a los que siguen después de ti… Sócrates o Jesús. En otras, es el lado oscuro el que llama al recuerdo… Hitler o Pol Pot.

Periodos del hombre conocidos que han dado un sello a este “yin yang”:

El Oscurantismo Medieval. Fue, como su nombre lo indica, un tiempo retrógrado. Oscuro, frío, ignorante, prejuicioso y escéptico.

Los que pensaban o proponían pensamientos diferentes a lo conocido y por ende, “verdadero”, acababan en la hoguera, porque eran profanos, adversos… ecos del averno.

El Renacimiento, en cambio, fue como “el florecer” del pensamiento.

Desarrollo, luz y belleza. Sofisticación y color fueron característicos de ese tiempo.

Miguel Ángel, Leonardo, Rafael de Urbino, Donatello.

No fueron sólo artistas… sino pauta de un comportamiento de la sociedad.

Formas de ser apuntando a la evolución y, sobre todo, contraste con el precedente medieval que sepultaba a una mente cerrada para abrir el horizonte de la vida en todas sus formas.

Hoy que estoy sentado aquí, encerrado en mis pensamientos que ahora comparto contigo, querido lector, me pregunto:

¿Qué marcará nuestro tiempo, cuando hayamos pasado esta vida material?

¿Luz u oscuridad?

¿Alegría o tristeza?

¿Desarrollo o involución?

¿Pena o gloria?

Cuando paso mis ojos por encabezados en los diarios y conozco de robos, secuestros, venganzas, trampas, guerras comerciales, calamidades y angustia… pienso en el yin.

Después leo un poema, un buen trabajo literario o un secreto que arrancamos del Universo a través del Hubble, me pega el yang.

Sólo el tiempo juzgará si el “hoy” es tóxico para la historia o salto cuántico hacia la perfección.

¡Hago el esfuerzo por mantenerme optimista!

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