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Tijuana: Prensa bajo fuego

Por: Manuel Ayala 24 Mar 2022
“Las balas de unos cabrones, silenciaron lastimosamente la voz de dos compañeros periodistas, y nos dejaron heridos a todos, pero […]
Tijuana: Prensa bajo fuego

“Las balas de unos cabrones, silenciaron lastimosamente la voz de dos compañeros periodistas, y nos dejaron heridos a todos, pero no nos fulminaron y les vamos a dar batalla”, es el pensamiento que ha rondado por mi cabeza desde hace una semana, luego de los arteros asesinatos de los periodistas Margarito Martínez y Lourdes Maldonado, ambos afuera de sus hogares.

Han sido dos semanas desde entonces, llenas de estrés, de miedo e incertidumbre, pero también de mucho coraje y mucho músculo para soportar la batalla. Dos semanas en las que, como nunca, había visto a mis colegas tan activos, tan llenos de sed de justicia y también tan unidos.

Los asesinatos de Margarito y Lourdes vinieron a dejarnos un espectro de putrefacción que sigue rondando cada uno de los rincones de Tijuana. Por doquiera huele a pólvora y sangre. Sangre de víctimas de homicidio, de víctimas colaterales, de mujeres y jovencitas ultra- jadas y, ahora, también de periodistas.

La triada de ataques

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A Tijuana ya le rondaba este espectro, que estaba ahí guardadito, pero no olvidado. Ese espectro que durante varios años golpeó duramente al Semanario Zeta. Primero fue el finado periodista Héctor “El Gato” Félix Miranda, cofundador del medio, asesinado el 20 de abril de 1988 por Victoriano Medina Moreno y Antonio Vera Palestina, ambos escoltas del empresario Jorge Hank Rhon.

Desde entonces, la página “Un poco de algo”, donde el periodista solía publicar sus columnas, se convirtió en una página de denuncia en la que, semana tras semana, la casa editorial exige a los gobernadores en turno capturar a los que ordenaron su asesinato. Hasta el momento el hecho sigue en la impunidad.

El 27 de noviembre de 1997 el director de dicho semanario, Jesús Blancornelas, fue atentado en un ataque armado en el que resultó lesionado, sin embargo, su escolta y amigo Luis Valero resultó muerto, junto con un gatillero del Cártel Arellano Félix, a quienes se les atribuyó el ataque.

La triada de ataques desafortunados la cerró Francisco Ortíz Franco, editor del semanario, quien fue asesinado a balazos el día 22 de junio de 2004, cuando salía de un restaurante y justo en el momento en el que abordaba su carro, en el que estaban dos de sus hijos. Un caso también en la impunidad.

De los tres periodistas, se sabe que los crímenes y el ataque armado fueron perpetrados por su labor periodística, sus investigaciones y por sacar a la luz temas que, hasta esos momentos, estaban ocultos. Pisaron cayos, destaparon cloacas y a dos les costó la vida. Se las arrebataron de forma artera.

Desde entonces en Tijuana no habíamos tenido una situación como tal, más allá de amenazas, abusos de autoridad por agentes policiacos, campañas negras de desprestigio y una que otra marrullada más por gobiernos esta- tales en turno. Sin embargo, en 2017, el gremio bajacaliforniano volvió a tener una llamada de alerta cuando, en Playas de Rosarito, municipio vecino, asesinaron al periodista Luciano Rivera.

El amor por la familia

Al fotoperiodista Margarito Martínez lo conocí por ahí del 2016, cuando comencé a reportear en Tijuana para la Agencia Fronteriza de Noticias (AFN). Me lo presentó mi amigo el también fotoperiodista Joebeth Terríquez, en una de aquellas primeras ocasiones que me tocó salir a cubrir eventos policiacos por la ciudad.

Siempre vestido con su pantalón de cargo, botas tácticas, camiseta ligera, gorra, lentes oscuros, un radiocomunicador colgado a un costado de su pantalón, su cámara al cuello y su tan característico celular que, cada que le llegaba un mensaje, llamaba la atención por ese tono como de claxon de trailer que anunciaba las notificaciones.

Bonachón y sonriente, Margarito siempre traía consigo un aire de ligereza y despreocupación que me llamaba mucho la atención. ¿Cómo era posible que aquel que todos los días veía al menos cinco eventos entre homicidios, calcinados, encajuelados, colgados, desmembrados y demás, podía aguardar esa aura llena de tranquilidad?

Se lo pregunté unos años después, en una de las posadas del Semanario Zeta, en donde coincidimos ambos como trabajadores de ese medio. Entre risas y un tono de mucha seriedad me dijo: “La familia, parejón, el amor por la familia lo es todo”. Palabras que siempre me quedaron guardadas.

Margarito tenía sus técnicas para no infectarse de la podredumbre de afuera. Solía llegar el fin de semana a casa, apagar el radio y desentenderse totalmente de lo que sucediera para dedicarle esas horas y esos días completamente a su familia: su esposa Nena y su hija Johana, a quienes tanto amaba.

Después, durante la semana, Margarito era todo un profesional de la lente y la información. Siempre cumplidor con quienes tenía que hacerlo, no por nada se convirtió en el amo de la noche y proveedor de la gran mayoría de los medios de la ciudad.

Luego a Margarito nos lo vinieron a asesinar de forma tan cobarde. De tres balazos en cara y cuello le quitaron la vida afuera de su casa, el pasado lunes 17 de enero del presente año. Ese día, como cada lunes, todos salimos a trabajar como de costumbre, esperando algún mensaje de los que solía mandar Margarito dando parte de un suceso delictivo en la ciudad. Pero esa ocasión el mensaje fue que él había sido agredido a balazos y minutos después se confirmó que se había consumado el asesinato.

A Margarito lo asesinaron por la espalda cuando, a bordo de su carro, se disponía a cubrir un hecho delictivo del que le habían avisado. Le pegaron tres balazos y quedó tendido en su auto, en el lugar del piloto. La primera en percatarse de ello fue su hija Johana, una jovencita de 16 años que se quedó sin su padre, a quien consideraba como su héroe.

Fotos de Joebeth Terríquez

Discusión online

A mediados de diciembre del año pasado, Margarito se vio envuelto en una discusión con un bloguero de nombre Ángel Peña, quien, mediante una transmisión en vivo a través de su fanpage de Facebook, le acusó falsamente de ser él quien se encargaba de administrar dos páginas en las que se exponen a personas ligadas con el crimen organizado.

Por la gravedad de la acusación, esto despertó alarmas en el gremio de periodistas de Tijuana y al propio Margarito, quien solicitó el Sistema Estatal de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos. Sin embargo, para ese entonces la gobernadora Marina del Pilar Olmeda no había instalado la comisión (aún no lo ha hecho), por lo que su caso fue turnado a la federación.

En la instancia federal no se le dio seguimiento a su caso por cuestiones de papeleo, por lo que el día de su asesinato, un mes después de haber requerido la protección, Margarito Martínez no contaba con la protección que un mes antes había solicitado por temor a un atentado contra su vida, lo que levantó el resquemor de todos los colegas.

La Fiscalía General del Estado (FGE), en una rueda de prensa dada al día siguiente del asesinato, no desestimó que el asesinato de Margarito estuviera relacionado con su labor periodística. Sin embargo, hasta esta publicación no ha habido ningún avance claro ni una respuesta oficial. La gobernadora Marina del Pilar no ha hecho convocatoria pública y solo se limitaron a nombrar un fiscal especializado para investigar el caso.

Asesinada por la espalda

Cuatro días después del asesinato de Margarito, los periodistas que fuimos sus amigos y compañeros le hicimos una vigilia en el Monumento a México, ubicado en la Zona Río de la ciudad. Ahí, la periodista Lourdes Maldonado tomó el micrófono y tajante exigió justicia y pidió a las autoridades que se investigara a fondo.

Entre sus palabras, de aliento y reconocimiento del fotoperiodista, Lourdes incluso propuso que se creara un premio anual que llevara el nombre de Margarito Martínez Esquivel, para reconocer la labor de los fotoperiodistas en Tijuana. Además, que bien a su costumbre, exigió reiteradamente y de forma enérgica que ese asesinato no quedara en la impunidad.

Dos días antes, el día 19 de enero, Lourdes Maldonado había protagonizado el embargo de las instalaciones de la empresa PSN, del ex gobernador Jaime Bonilla Valdez, contra quien mantenía una disputa y un deudo por cuestión laboral. La resolución legal le había dado el fallo a favor de la periodista.

El domingo siguiente, Lourdes fue asesinada por la espalda afuera de su casa, a bordo de su auto, y con un disparo en la cabeza, en condiciones totalmente similares a las de Margarito. No nos dejaron siquiera recuperarnos ni un poquito de un compañero, cuando ya nos habían asesinado a otro, cuando ya le habían arrebatado la vida a otra colega de amplia trayectoria.

Lourdes Maldonado fue corresponsal de Jacobo Zabludovsky en Televisa Tijuana durante muchos años. Siempre se caracterizó por ser una periodista frontal, como muchos de su generación. Durante sus últimos anos de vida, tenía su propio programa “Brebajes”, que transmitía por YouTube, en el que seguía exponiendo temas de la región.

A partir del conflicto laboral que mantenía con el ex gobernador Jaime Bonilla, la periodista fue incluso una ocasión a la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, en marzo de 2019, en donde le expuso la situación en la que se encontraba, pidiéndole ayuda porque temía por su vida.

Lourdes obtuvo por ello protección del estado y se le asignó una guardia que la estaría protegiendo al salir y llegar a su casa y durante toda la noche y madrugada. Pero el día de su asesinato no fue así, los policías municipales a cargo solamente llegaron a su hogar como protocolo y luego se retiraron. Minutos después, las balas le quitaron la vida afuera de su hogar.

Seguiremos dando batalla

Los asesinatos de los periodistas Margarito Martínez y Lourdes Maldonado, se sumaron al de José Luis gamboa, en Veracruz, lo que motivó a una movilización nacional a la que se suma- ron casi 60 ciudades de toda la república. En todos lados la exigencia fue la de justicia, que no sean unas víctimas más y que no queden como una simple estadística.

El pasado 25 de enero el gremio periodístico de todo México demostró estar harto de estos asesinatos a colegas periodistas. Esa tarde marchamos, alzamos la voz y exigimos justicia porque no olvidamos a nuestros compañeros asesinados, porque estamos dolidos e indignados, porque no podemos seguir permitiendo que sigan asesinando a colegas periodistas.

Marchamos y nos manifestamos porque da rabia pensar que hay familias ahora mismo sufriendo, porque pudo haber sido alguno de nosotros, porque nos han maltratado y porque tampoco vamos a permitir que Lourdes Maldonado, Margarito Martínez y José Luis Gamboa sean uno más de la estadística y que sus casos queden en la impunidad.

Ese día nos unimos a la movilización nacional y nos respaldaron cientos de personas que creen y reconocen la labor del periodista. No nos dejaron descansar de uno cuando ya nos habían asesinado a otro, y de la forma más vil que se le puede quitar la vida a alguien. Nos dejaron dolidos, sí, pero no derrotados y a las autoridades les vamos a seguir dando batalla.

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