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Recorrí una noche de cuarentena con mi dealer

Por: Álvaro Ernesto Obregón “Astro” 15 Jul 2020
La cuarentena nos ha jodido a todos, nos ha robado nuestra libertad, nos ha quitado trabajo y por lo tanto […]
Recorrí una noche de cuarentena con mi dealer

La cuarentena nos ha jodido a todos, nos ha robado nuestra libertad, nos ha quitado trabajo y por lo tanto dinero. Pero sobretodo, nos robó la tranquilidad. Y no sólo me refiero a que te subas al metro muerto de miedo porque un indigente sin tapabocas se te acerque a pedirte una moneda o que una señora te estornude en el súper o peor aún, que vayas en un taxi y de pronto el conductor comience a toser y a sudar…  sabemos que eso ya es el infierno en la tierra, bueno, eso y tener mal aliento y usar cubrebocas. En fin, que también me refiero a que nos robaron la tranquilidad en esas pequeñas cosas que construyen nuestro día a día…  ¿tendrán papel de baño de 24 rollos en el Sams?, ¿habrá cerveza en la tienda?, ¿mi dealer seguirá trabajando?

Y bien, al margen del dilema moral que representa, muchos de nosotros tenemos uno o dos dealeres de confianza, por aquello de tirar el estrés o conbeber con los camaradas, en fin, que en mi imaginación borracha, mi dealer estaría en su casa triste y esperando la llamada de un cliente, por lo que tendría a la puerta de mi casa en cuestión de 10 a 15 minutos la magia, así que me llevé tremenda sorpresa y desesperación, se tardó hora y media en aparecer.

–¿Qué onda carnal?, ora sí te colgaste.

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–Está bien cargada la chamba, todos andan en la loquera.

Luego del intercambio, se fue más rápido que ratero en el trasbordo de Chabacano. Eso fue la segunda semana de abril, cuando aún vivíamos los inicios de la cuarentena.  Tiempo después hablé con mi otro dealer, quien por cierto es amigo mío desde hace unos años; lo convencí de dejarme acompañarlo unas horas en la madrugada de un martes. Él dijo que sí a cambio de poner un chupe, así que no tuve problema en armarme de uno en el súper. Me imaginaba que pasaríamos largos periodos estacionados, platicaríamos sobre nuestras vidas y lo más importante… nos pondríamos como placa de tráiler.

Paso por mí a eso de las 10 y ya tenía prisa por llegar a Plaza Universidad. El sistema con el que trabaja es el siguiente: El comprador marca a un teléfono, allí una “operadora” recibe el encargo y la dirección del cliente, esta “operadora” asigna el encargo a uno de los “carros” que están en servicio.  De esta manera nunca tienes el teléfono de quien lleva el material. En mi caso tengo el de mi amigo pero me ha pedido que respete el sistema. La razón: los rastrean por gps.

De Plaza Universidad a Narvarte, de allí a Portales, luego a la Roma… y no a un solo lugar sino a 3. Eran casi las 12. Los mensajes de la “operadora” no dejaban de llegar y mi amigo no se había terminado su trago. Un tip que aprendí con él es servirte en thermos, así no se regará el trago y si se te acerca alguien no se da cuenta de buenas a primeras que estás bebiendo.  Las siguientes horas hablamos más bien poco, entre los mensajes de voz que le llegaban, la música y las prisas, además de mi propia borrachera, eso sí, nos contamos algunos buenos chistes y lo mejor, pude ver a toda la fauna nocturna de una madrugada en cuarentena.  Quizá a estas alturas pensarías en un montón de veinteañeros desmadrosos pero no, igual  atendimos a unos taqueros en la colonia Juárez,  que un departamento en Cumbres de Maltrata con la música tan fuerte que se oía a una calle de distancia. Incluso un hombre de 60 y tantos con su hijo treintañero, ambos ansiosos, sudorosos y apestosos como el carajo.

Conforme avanzaba la noche, sentía que los puntos de entrega se iban alejando cada vez más, y teníamos que acelerarle porque no dejaban de caer los pedidos. Por ahí de las 4 de la mañana se tranquilizó de golpe. A pesar de que a la botella le quedaba poco más de un cuarto, mi amigo apenas iba por su tercer trago. Nos detuvimos en una calle frente al parque hundido, se tomó un respiro y se reorganizó, luego bebió su chupe de un solo y largo trago.

–Esto está de locos

–Y así ha estado las últimas semanas… regularmente la machaca está más densa de miércoles a domingo pero ahora… todos los días y a cualquier hora. Al fin no tienen que ir a trabajar… por cierto, ya se me acabaron las bolsitas grandes. Voy a tener que ir a surtirme de nuevo, así que ya se acabó tu veinte morro… voy a dejarte a tu casa.

Se sirvió otro trago, después arrancó el carro y buscó en la usb conectada al estéreo qué poner, así se encaminó por viaducto hacia mi casa.

Traté de indagar sobre estadísticas del consumo de drogas y alcohol en México o en otros países durante la cuarentena pero hay pocos o casi ningún dato confiable al respecto. Eso sí, todo mundo concuerda en que ha aumentado el consumo, incluso en un artículo de The Guardian de marzo hablan de compras de pánico de cocaína en Londres.

Al no encontrar números confiables que demuestren el aumento de consumo de alcohol y drogas, me parecieron pertinentes dos estadísticas que podrían estar indirectamente relacionadas.

Primero, tan sólo en el primer día de marzo el tráfico de Porn Hub subió 11.6%  y fue incrementándose casi un punto porcentual conforme avanzaron los días del mes,  según Psychology Today.

Por otro lado, la otra estadística que puede estar relacionada con el consumo de sustancias y alcohol… son las llamadas por violencia intrafamiliar, las cuáles tan sólo en el Estado de México han tenido un aumento del 17% en esta cuarentena. Sé que son estadísticas que no establecen necesariamente una relación causa – efecto con ponerse hasta el querreque, pero que si demuestran que durante la cuarentena, a la gente se le ha salido el diablo.

Al final mi amigo me dejó en casa… no revelaré el número de lugares que visitamos pero créanme que fueron muchos. Me dejó en la puerta de edificio y me dio algo cortesía de la casa para bajarme esa borrachera espantosa.

Luego de subir las escaleras y orinar como caballo, me serví un poco de vodka y me recosté en el sillón… me quedé dormido haciendo cuentas de lo que vi. A la gente se le sale el diablo y hay quien gana mucho pero mucho dinerito, con eso.

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