Playbill: 200 no son nada
Hicimos una sesión de fotos en medio de una fábrica en funcionamiento. Un obrero estuvo a punto de perder un dedo por no despegar los ojos de la modelo, en lugar de vigilar la cortadora de acero.
También nos adentramos en una vecindad de Tepito, adonde una estrella de televisión pidió que la lleváramos para quitarse la ropa.
Una Playmate montó desnuda un caballo y otra más, se paseó por la CDMX sin otra prenda encima que hermosa su piel. También hemos organizado photo shootings en hoteles en la montaña, a la orilla del mar, en el bosque y hasta en la ciudad del pecado por antonomasia.
Nos hemos amanecido entre tazas de café, en espera que llegara una foto para mandar a imprimir. Transcribimos apasionantes conversaciones y sufrimos recortándolas para entregártelas en forma de un artículo.
Nos quebramos la cabeza imaginando con qué llenar cada mes estas páginas.
Elizabeth Santana, quien este mes cumple 7 años de trabajar en Playboy, vivió una semana en la comuna hippie instalada dentro de una casa Okupa. También navegó en un barco de Greenpeace.
Adán Medellín, nuestro Jefe de Redacción y parte del Conejito desde hace una década, entre- vistó a un escritor —literal— en su lecho de muerte, conectado a una máquina de diálisis. Se quedó varado en un pueblo en medio de un huracán y realizó una crónica en primera persona acerca de los hombres que donan esperma.
El que escribe conoció a tres personas con trabajos fuera de serie: una mujer que clasificaba películas porno para una dependencia gubernamental, otra que fumaba mariguana como parte de un experimento científico y un profesor que impartía cátedra sobre cazar un zombi. También recibí una llamada de Marilyn Manson a mi casa a las dos de la mañana y platiqué por Skype con el hijo del narcotraficante más famoso de todos los tiempos, Pablo Escobar.
Ser periodista es no cansarse de ser asombrado. De encontrar historias y experiencias para después platicártelas.
Nadar con un tiburón ballena, volar en un avión ultraligero, disfrutar de un manjar elaborado con insectos, pisar hasta el fondo el acelerador de un Porsche o asistir a un festival musical en Brasil, en el que los mingitorios tienen montada una Tablet en la que se transmite en tiempo real lo que sucede sobre el escenario.
Nuestra edición de junio es el número 200 de Playboy México. Y créeme, esto apenas comienza.
