¿Jalas o te pandeas?: El eterno candidato debe convertirse en presidente
“Pues no estuvo tan mal”… me comentaban.
“Dijo mucho de lo que queríamos escuchar de un presidente”… por ahí oí.
“¿Viste la cara de Peña Nieto, cuando Andrés Manuel se le echó encima?”… decían, con cierta sorna, algunos colaboradores.
Hora y cuarto de un discurso que obliga a aterrizar de manera concreta las primeras conclusiones. La más dura de todas, es que México sigue la ruta marcada por la indolencia de gente ignorante y mal informada. Sólo así es explicable confiar la conducción a quien no está preparado.
La incertidumbre que sentimos por el futuro resulta lógica. Sabemos que estaremos sujetos a “ocurrencias” que tendrán el aval del resto de los poderes, apoyando lo que sea necesario… aparte del empujón de consultas carentes de estructura formal de un pueblo ignorante y resentido.
La sociedad de “ojos abiertos” sólo los abre para condenar el hecho, mas no para impedirlo. La llamada “inteligencia colectiva” de México se diluye ante la desunión y falta de liderazgo.
Aceptémoslo, no somos un pueblo que sume su inteligencia —más bien— tiene bien identificada su ignorancia, de la que echa mano.
No hay valientes que cuestionen al poder. Lo veo claro cuando el público me pregunta, luego de mi regreso a la radio, si tengo “el permiso” del presidente para volver a estar frente a un micrófono. Los poderosos alaban al recién ungido, manifestándole su apoyo, al esconder sus dudas en aras de sus “mayores intereses”.
No hay exigencia por una necesaria rendición de cuentas. Se respeta el camino trazado por el Tlatoani, sin cuestionar sus decisiones.
Si AMLO dice que no habrá “fracking” para la obtención de petróleo y gas, o perdonará a grupos humanos que han robado a mansalva a la nación, con la pretensión de no estancarnos ¡Pues, que sea! Después de todo, él manda.
Que espere la justicia. ¡El tiempo dirá!
La polarización de opiniones sobre el presidente es evidente. Ya sea por temor o esperanza, hay quienes ven un “nicho de oportunidad” en su liderazgo. Otros, afirman categóricos que “nos va a ir muy mal”.
Desde Lázaro Cárdenas no abrazábamos con plenitud a un gobierno de izquierda. El PRI se encargó por décadas de ponerse al centro… y cuando pensamos que ciertos recursos discursivos se habían agotado, AMLO llegó a recordarnos que todavía hay “liberales y conservadores”, como en tiempos de Juárez. Unos amantes de los pobres. Otros, simplemente encargados de cuidar “su mezquino dinero”. Polarizar es enfrentar y meter miedo.
Para eso, es maestro. López Obrador sigue hablando como candidato. Me pregunto si en los siguientes seis años sabrá ubicarse como presidente.
¿Qué nos espera? El curso a seguir por México es peligroso. No hay ambiente para establecer bases firmes de libre empresa, libre competencia y libre pensamiento. Los cimientos que apoyan políticamente al nuevo mandatario son extremos.
Hay enquistados radicalismos que no aportan mesura. Los Taibo’s y Gómez Urrutia’s. Los Imaz y Sheinbaum. Los Batres y Bejarano’s… la CNTE. El propio AMLO tiene su historia de bloqueo a pozos petroleros o bloqueos a la avenida Reforma.
¡Qué ironía!, aquel que algún día mandara “al diablo” a las instituciones, hoy tendrá que encargarse de regresarles el respeto que perdieron, luego de décadas de corrupción y consecuente desgaste. Esto apenas inicia.
Te invito a ser factor de contrapeso.
Si el pueblo ya emitió sus preferencias, que sea el mismo pueblo —educado— el que tenga… ¡la última palabra!
