Historias de prostitutas antiguas

“No son pocos los que apuntan que la cacería, el comercio, la pesca y otras actividades de seguro son más añejas que la venta del sexo, a menos que se tome como prostitución el evento bíblico donde Eva cae en la tentación.”
Con gran dosis de machismo y poca certeza, por 128 años hemos aceptado que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. Fue en el texto On the city wall (En la pared de la ciudad), publicado en 1888 por el escritor británico Rudyard Kipling, que el autor se refiere a la prostitución como el oficio más longevo de la historia.
Hoy no son pocos los que apuntan que la cacería, el comercio, la pesca y otras actividades de seguro son más añejas que la venta del sexo, a menos que se tome co- mo prostitución el evento bíblico donde Eva cae en la tentación. En la misma discusión, académicos de la Universidad de Harvard argumentaron que lo más probable es que cocinar sea el oficio más viejo y acentúan que la preparación de los alimentos era una actividad exclusivamente humana que nos diferencia desde hace siglos de otras especies. En otras palabras, aunque el sexo y la cocina implican echarse al plato un buen pedazo de carne, sazonar los alimentos tiene un poco más de historia que el intercambio de caricias falsas.
Los más críticos también se niegan a aceptar que la prostitución sea un oficio, una actividad que se tome por voluntad o por gozo, cuando la mayoría de mujeres que han abierto las piernas por dinero antes fueron sometidas a golpes. No están equivocados quienes argumentan que más que profesión, la prostitución es la forma de esclavitud más antigua de la historia.
Pero si la Luna tiene una cara oculta, la prostitución también tiene su lado romántico, o al menos así lo quisieron mostrar algunos artistas. El pintor francés Édouard Manet, en su obra Olympia, plasmó a una prostituta parisina; desnuda total desafía al observador tapando su sexo, no con delicadeza o pudor sino con la mano de quien tiene el control, como quien exige el pago por adelantado, como quien le deja claro al destino que ella no es más víctima.
Otra mujer que obtuvo dinero, propiedades y poder a cambio de sexo fue Madame de Pompadour, la amante favorita del Rey Luis xv, mujer hermosa, carismática y culta que logró influir en muchas decisiones políticas y ganarse un lugar hasta glamoroso en la corte, donde estuvo más de veinte años, aunque sólo cinco de ellos aguantó los embates carnales del monarca, pues ella muy astuta le acercaba a jóvenes más lindas y tersas. De Madame de Pompadour se dicen cosas simpáticas como que sostenía con toda naturalidad juntas de trabajo sentada en la letrina si así le apetecía o qué tal la leyenda que asegura que la copa clásica de champaña tiene la redondez exacta de sus pechos, pues así ordenó el molde Luis xv.
Pero si hay una historia de prostitutas antiguas que me llama la atención es la de las hermanas gemelas Louis y Martine Fokkens, quienes hace un poco menos de tres años, en 2013, se retiraron definitivamente de su oficio.
Amsterdam, la ciudad holandesa donde la moral vive incómoda, es la ciudad donde éstas abuelas trabajaron 50 años en la zona roja y aunque son conocidas como “las putas viejas”, tienen un halo de celebridad debido a libros y un documental sobre su vida. La primera en dedicarse al negocio fue Louise, quien fue forzada por su marido a prostituirse cuando tenía apenas veinte años. Ellos tenían cuatro hijos a los que el esposo envió a una casa fuera de la ciudad y Louise sólo podía visitarlos cada fin de semana. Por su parte, Martine trabajaba limpiando burdeles, hasta que no pudo más con la forma en que las personas de su comunidad rechazaban a su hermana y tomó la decisión de ser puta, como una forma de solidaridad mezclada con despecho.
Con el tiempo las gemelas se divorciaron de sus maridos pero siguieron en la prostitución, no por gusto, más bien por resignación. Esa forma de vida ya se las había tragado y no quisieron empezar de cero. Y si en algún momento llegaron a sentirse orgullosas de ser las chicas de moda, al hacer el recuento de los daños, aceptan que fue muy duro pasar por todo lo que tuvieron que experimentar.
En 50 años de trabajo, la mayoría de las veces “las putas viejas” vestían con modelos iguales de color rojo que eran su marca, y calculan que tuvieron relaciones sexuales con 355 mil hombres entre las dos. Así como Louise fue la primera en prostituirse, también fue la primera en iniciar la jubilación en 2010 debido al dolor que ya le causaban ciertas posiciones sexuales por padecer artritis. Su gemela Martine continuó, pero aceptó que los clientes ya eran escasos y poco frecuentes, excepto por uno que cada semana la buscaba para su sesión de sadomasoquismo.
Difícil de creer.