Valiente Studio: el tatuaje hecho ritual
Cuando Udra se animó a realizarse un tatuaje por primera vez, el resultado quedó muy corto al esperado: “Era un diseño de fine line con la tipografía de mi mamá. Yo tenía 18 años y no tenía ni idea de técnicas, agujas o tatuadores y la persona encargada de mi diseño solo me dijo que era imposible hacer rayas tan finas. Confié en él, le dije que lo hiciera como creyera conveniente y el resultado fue horrible”, explica la tatuadora y fundadora de Valiente Studio.
Mientras me cuenta la experiencia que la alejó del mundo del tatuaje por unos años, Udra comienza a preparar el equipo para mi primer tatuaje y continúa su relato: “Fue una pésima experiencia, pero me dejó una lección invaluable: lo que yo no quería que otra persona viviera”.
La tatuadora explica que fue su novio quien la hizo retomar el interés por los tatuajes desde la otra perspectiva. Como ilustradora, Udra tenía mucha experiencia, pero no tanta con la aguja. Así, su pareja fue la primera piel que tatuó con una enorme rosa en su pierna.
Eso fue hace 3 años, mientras ella aún trabajaba como cantante y comenzaba a aprender con videotutoriales de YouTube y usando su propia piel como lienzo: “Tengo que conocer la reacción del nervio, el dolor que se siente y lo que pasa cuando no se siguen las indicaciones para poder reconocerlo al verlo en un cliente”, explica. Por ello, su cuerpo cuenta con pequeñas estrellas en diferentes puntos que si bien son aparentemente mínimas, le han servido para determinar las zonas más sensibles del cuerpo.
Posteriormente, Udra estuvo como aprendiz en diversos estudios de la ciudad, aunque acá la experiencia tampoco fue tan agradable: “Es un medio muy celoso con los conocimientos, de por sí, y encima de eso tienes que enfrentarte al machismo que permea en el área”.
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Actualmente, México ocupa el primer lugar en toda Latinoamérica con ingresos dedicados al tatuaje, superando los 450 millones de dólares, según la consultora Ibis World y con cerca de 12 millones de personas tatuadas, acorde a una estimación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Sin embargo, no siempre ha sido una práctica tan común.
En sus orígenes, el tatuaje estuvo asociado al ámbito religioso y como un objeto protector similar a los amuletos. Si bien la primera evidencia del tatuaje se registró en el cuerpo de “Otzi”, un hombre de la Edad de Cobre, las mujeres también lo han portado en su piel a lo largo de la historia, como lo demuestran las danzantes y sacerdotisas del Antiguo Egipto.
Pero durante mucho tiempo, la industria del tatuaje fue considerada territorio exclusivo de hombres. Sin embargo, hoy en día cada vez más mujeres se atreven a romper con el esquema tradicional y con los estereotipos que existen alrededor, y han mostrado su capacidad y empoderamiento.
“Es muy complicado que te dejen entrar a un mundo que está dominado por hombres, por lo que me costó mucho trabajo que tomaran en serio mis capacidades. Me cerraron puertas porque pensaban que mis ideas no valían y mi técnica no era aceptada, decían que para lo único que servía era para la imagen. Pero esto no me detuvo, fui Valiente y me decidí a abrir mi propio estudio”, relata Udra.
En el comienzo de sus carreras, la mayoría de las tatuadoras han sufrido discriminación, acoso e incluso violencia, como explica la fundadora de Valiente Studio y añade que no solo pasa con quienes ejercen el oficio, sino también con las mujeres que buscan hacerse un tatuaje: “Creo que las chavas en particular también necesitan un espacio como éste donde saben que van a estar tranquilas y seguras; que sus sensaciones se van a tomar en cuenta y que sus deseos van a ser escuchados sin ninguna condescendencia”.
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Más que una marca, una experiencia
El estudio privado ubicado en la colonia Condesa, contrasta en este aspecto al ser un espacio que mira con una perspectiva diferente a los demás, buscando que todas las personas pierdan el miedo y se sientan cómodas al realizarse un diseño en cualquier parte de su cuerpo, pues la integridad y el respeto son lo más importante.
“Queremos que cada persona que se acerque a nuestro estudio sepa que existe un interés por su persona y que es un espacio para todos, en donde nadie es juzgado por el tatuaje que desee realizarse. Somos un estudio inclusivo”, explica Udra, mientras confirma el tamaño y estilo de mi diseño.
“Esta es una zona delicada”, me comenta poco antes de mostrarme los intrumentos sellados, señalar la fecha de caducidad y lanzar la primera raya. “Siempre es importante que como clientes le presten atención a la higiene del lugar y el material de trabajo”, agrega.
Lejos de la imagen más tradicional de un estudio de tatuajes, Valiente Studio destaca por su tranquilidad y un ambiente que lejos de lo rudo se acerca más bien a un espacio de meditación. Esto no es accidental, pues para Udra se trata de un ritual: “A fin de cuentas te llevas el tatuaje pero también te llevas la experiencia”.
El silencio que parece imposible de encontrar en la ciudad y una vista al patio arbolado del estudio ayudan a crear la atmósfera, pero cuando esto no basta, Udra tiene de todo para hacer del tatuaje un verdadero ritual: desde tés, hasta cantos nórdicos, pero su estrategia más utilizada es la comunicación.
“He llegado a pasar hasta dos horas con una persona porque están muy nerviosos o tienen miedo, pero una vez que se sientan en la silla, nadie se echa para atrás”, detalla antes de advertirme: “Esta es la zona más sensible y la que más va a doler, pero el resto ni lo vas a sentir”. Y sí, el dolor es inmediato, pero soportable.
Es precisamente esta comunicación y empatía la que hace de la experiencia en Valiente Studio una extrañamente relajante. “Siempre tienes que estar segura de lo que ves y, sino te gusta, recordar que al final es tu piel, es tu diseño y que tienes el derecho de opinar”, declara Udra, aunque aclara que siempre busca la mejor forma de guiar a sus clientes a algo que les guste y al mismo tiempo sea más original: “Lo que no debes hacer como tatuadora es juzgar lo que otros quieren y hacerlo de mala gana”.
Ella está especializada en tatuajes medianos y chicos, hechos con agujas extremadamente diminutas para crear detalles pequeños y exactos, así como transparencias y degradados. Mi diseño utiliza la aguja más delgada de todas y aunque la artista me explica que por lo mismo es la más difícil de manejar ya que se puede romper en la piel, en ningún momento pierde su concentración y dominio del instrumento.
“Como tatuador, tienes que pensar que la gente necesita la guía y tú tienes que hacerlo desde la empatía y con mucha apertura”, relata justo antes de decir en voz alta: “¡Ya acabé!”, mucho antes de lo que esperaba.
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Valiente Studio: un estudio con causa
La historia de este estudio comenzó apenas en agosto, a mitad de la pandemia de coronavirus, pero ha logrado ofrecer a muchos un espacio seguro para buscar la marca perfecta y ya tiene planes a futuro.
Para empezar, están planeando un Kickstart para tomar una certificación de micropigmentación oncológica y poder regalar dos tatuajes de areolas mensuales a mujeres de escasos recursos. Igualmente, para Navidad piensan ofrecer descuentos a quienes lleven un juguete para donar a niños en situaciones vulnerables: “Quiero hacer una labor social y aunque no es proceso fácil, tengo la paciencia porque es algo que vale la pena, para mí como persona y para que mis clientes tengan la confianza también de que si contratan mis servicios, una parte se destinará a la comunidad”, explica Udra.
Actualmente, Udra es la única tatuadora de Valiente Studio, aunque ocasionalmente hay invitados y se encuentra en busca de residentes. Además, el estudio será eventualmente cruelty free y eco-friendly.
Después de darme las últimas instrucciones para el cuidado posterior del tatuaje y antes de tomar la foto obligada de toda primera experiencia, Udra concluye: “El primer tatuaje es el que más impacto tiene. A veces te puede sacar de onda al no reconocer tu cuerpo, pero conforme regresas por otro y tu piel ya reconoce el dolor, te das cuenta que el cuerpo va aguantando más. Está suave”.
