León; la joya del Bajío que trasciende la piel
Un mandil de un curtidor se tiñe de esmeralda por el proceso químico que usa para preparar la piel. El procedimiento se vuelve la esencia de una ciudad y el objeto se vuelve un segundo gentilicio: “Panzas verdes”. La piel y León son inseparables, su industria representa más de la mitad de todo el calzado vendido en el país, pero su belleza trasciende los logros de su manufactura.
Al pensar en León sólo llegaban a mi cabeza chamarras, carteras, cinturones, botas y zapatos. La industria que lo hizo famoso; pero una tarde me bastó para darme cuenta que era más que tiendas y plazas de la piel.
Crónica de una piel anunciada
El destino de León se escribió antes de su fundación, para 1546 (treinta años antes de que se estableciera la Villa de León) ya existía una presencia ganadera española en la región. El nuevo tesoro atrajo a chichimecas, que buscaban rehacerse de las tierras que alguna vez les habían pertenecido, la importancia de la industria fue tal que se estableció la Villa de León, por orden del Virrey Don Martín Enríquez Almaza, para combatir los ataques.
La ganadería provocó el nacimiento a una pequeña industria de calzado a menos de cien años de la fundación. En principio sólo atendía la demanda de la región, pero el talento de sus artesanos se destacaba de entre los demás y la llegada del ferrocarril lo cambió todo.
No es extraño que el Centro de Ciencias Explora, creado por el Patronato de la Feria Estatal de León, presuma una locomotora de Ferrocarriles Nacionales: la máquina que conectó a León con Estados Unidos y que provocó una invasión de pieles durante la Segunda Guerra Mundial. La industria estadounidense sufría por el conflicto armado y la leonesa cobraba su identidad con la ayuda a los aliados.
Paralela a la industria
Las tiendas del Bulevar Adolfo López Mateos y los talleres de zapatos del barrio de San Juan de Dios, son los primeros sitios a los que el visitante ocasional recurre. León es piel y no hay nada que pueda separar su pensamiento. No obstante, un corto paseo por la Calzada de los Héroes es suficiente para cambiar cualquier preconcepción.
La calle se encuentra paralela la avenida principal donde abundan las vitrinas y muestra la otra cara de León, una especie de Ciudad Luz del Bajío. El camellón de la Calzada de los Héroes se levanta por el Puente Prolongación la Calzada, que tras el retiro de los miles de candados del Pont des Arts de París, ha decidido replicar la tradición de colocar el sello de su amor y lanzar la llave al canal.
En León, el puente no lleva al Louvre, pero sí al Arco del Triunfo leonés, inspirado en la estructura parisina, este arco fue edificado para conmemorar el 83 Aniversario de la Independencia de México.
Un León de bronce corona al arco de cantera y le da la espalda a la última inspiración parisina, un santuario neogótico cuyo campanario fue un martirio terminar: el Templo Expiatorio. La inspiración en la Catedral de Notre Dame es evidente, pero su impresionante iluminación y sus hermosos vitrales lo hacen un edificio único en el país.
Diente de León
Una tarde por León demuestra que su arquitectura trasciende su industria y sucede lo mismo con sus sabores. Los talleres del barrio de San Juan de Dios se cambian por las tradicionales nieves del jardín y las curtidurías por platillos particulares; ¿puede haber algo más leonés que una guacamaya?, si bien es un platillo de todo el estado, en León cobra un particular simbolismo, pan, una exquisita salsa, piel (o chicharrón seco) y piel (o cueritos).
Debo confesar que la idea de una torta de chicharrón nunca me llamó la atención, pero decidí probarla. La salsa y los cueritos convergen a la perfección y el limón es el factor ideal para combatir el picante y la posible sequedad del platillo. Un sabor imperdible.
Las guacamayas exhiben al foráneo, que sufre por el picante de la salsa a la primera mordida, mientras el aguerrido leonés se come el preparado de chile de árbol en un chicharrón sin problema. Afortunadamente, para las urgencias existe la cebadina, una bebida a base de cebada con jamaica y carbonato de sodio; recomendada por los expertos para recuperarse de una resaca.
Extraños rumores sobre el fin del mundo han circulado León a lo largo de los años, el 1 de septiembre de 1859 una aurora boreal se avistó en los celos de la ciudad y provocó este temor entre los ciudadanos; mientras que en tiempos modernos los leoneses bromeaban diciendo que el día del juicio llegaría cuando el campanario del Templo Expiatorio fuera terminado. No sabremos cuándo nos alcanzará el destino, pero antes de que suceda cada mexicano debe darse cuenta que León va más allá de sus pieles.
